Durante los primeros compases de la década de los 70, la Paramount Pictures trataba de sacar adelante un proyecto que adaptara a la gran pantalla la novela de Mario Puzo ‘El padrino’. En un primer momento, la intención de la productora era filmar una película humilde de bajo presupuesto y compuesta por un equipo en el que todos los miembros del rodaje fueran de ascendencia italiana. Ante la negativa de varios directores reputados de hacerse cargo del proyecto, finalmente el elegido fue Francis Ford Coppola, un joven y desconocido director italoamericano de 31 años cuyos primeros proyectos habían sido fracasos en taquilla, pero que se había reivindicado por ganar el Oscar de manera conjunta con Edmund H. North gracias a la escritura del guion del filme bélico ‘Patton’ (1970), de Franklin J. Schaffner.

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El propio Coppola renegó de la idea de dirigir este proyecto en un principio, ya que se oponía a vanagloriar la violencia tal y como se muestra en la novela, pero finalmente aceptó, ya que la modesta productora que él había creado, American Zoetrope, le debía cerca de 400.000 dólares a la Warner Bros. tras haber incumplido el contrato para el presupuesto de ‘THX 1138’ (1971), dirigida por George Lucas, y este encargo era la manera más sencilla de poder devolver el dinero de las deudas. Cuando la producción de ‘El padrino’ (1972) echó a rodar, el acierto en la toma de decisiones empezó a crear un efecto bola de nieve que implicó que el proyecto se tornara más grande y ambicioso. Durante el proceso de selección del casting, el autor de la novela y guionista del filme, Mario Puzo, escribió una carta al actor Marlon Brando, el rebelde seductor que se cansó de ser una leyenda de Hollywood y acabó en la miseria que en 2024 habría cumplido 100 años y quien se encontraba en una situación de preocupante declive tanto profesional como personal en los años 70, para proponerle que interpretase el papel principal de Don Vito Corleone.

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Coppola estuvo de acuerdo con la elección de Brando para el papel protagónico, pero la inestable personalidad del actor y su extravagante modo de vida, del que se hacían eco los periódicos sensacionalistas, no convenció a los directivos de la Paramount, que se inclinaban más por un perfil de actor como el de Ernest Borgnine. Ante la impetuosa insistencia de Puzo y Coppola, los productores decidieron poner una serie de estrictas condiciones para la selección de Brando, dando por hecho que el actor jamás las acataría. Sin embargo, Coppola se las ingenió para grabar una prueba de casting sin que Brando se percatara, por lo que pudo registrar cómo el actor se transformó en el patriarca del clan mafioso con un maquillaje improvisado por él mismo, lo que terminó de convencer a los directivos.

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Cuando finalmente comenzó el rodaje de la película, durante la filmación de la secuencia inicial de la cinta, Coppola encontró un pequeño gato deambulando por el estudio entre el set de rodaje. Al director se le ocurrió que el hecho de que el personaje de Don Vito Corleone sostuviera un gato entre las manos mientras atendía a las peticiones del dueño de la funeraria, Amerigo Bonasera, durante el día de la boda de su hija, podría darle más profundidad a su personaje. De este modo, Coppola puso el gato sobre los brazos de Brando, algo que no figuraba en el guion, y el actor interpretó toda la escena acariciando al felino. Sin embargo, el animal parecía tan encariñado con el actor que su fuerte ronroneo hizo que los micrófonos no pudieran captar de manera completamente limpia el audio de Brando, por lo que más tarde hubo que doblar esas líneas en postproducción para amortiguar su sonido.