Los pasajeros que murieron en el Titan: ¿quiénes eran?

Lo que sabemos sobre los pasajeros del submarino que implosionó de camino al Titanic

Las autoridades creen que el Titan sufrió una explosión y que los tripulantes no tuvieron tiempo ni para percatarse.

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Cordon Press

El habitáculo del Titan medía 6,7 metros de largo, 2,5 de alto y 2,8 de ancho.

Los eventos noticiosos de la última semana se han visto eclipsados por la desaparición del Titan, un submarino que se adentró en el Atlántico, a 600 kilómetros de la costa de Newfoundland (Canadá), para realizar una visita turística al pecio del Titanic. Tras varios días de incertidumbre, las autoridades han logrado hallar los restos del sumergible y concluir que un accidente -del cual todavía no se sabe demasiado- provocó su explosión y, en consecuencia, la muerte de los cinco aventureros que se encontraban dentro: entre ellos, el CEO de la compañía OceanGate, propietaria del buque. 

Según explica la página web de la empresa, las expediciones se desarrollan en ocho horas: dos y media para el descenso -a 4.000 metros de profundidad-, tres para la exploración y dos horas y media más para la ascensión. No obstante, a tan solo 1 hora y 45 minutos de la inmersión, la nave nodriza -el Polar Prince- perdió el contacto con el minisubmarino.

Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Francia no tardaron en enviar ayuda para reforzar el rescate que empezó el lunes 19 de junio. Los expertos estimaban que el oxígeno a bordo podía durar hasta 96 horas, en el mejor de los escenarios, por lo que la misión se convirtió en una operación contra reloj en la que cada minuto contaba.

¿Quiénes eran los pasajeros del Titan?

Entre los pasajeros perdidos en el océano se encontraban el millonario Shahzada Dawood y su hijo de 19 años, Suleman; el empresario y aventurero británico Hamish Harding; Paul-Henri Nargeolet, un famoso explorador francés, y Stockton Rush, director de OceanGate, la compañía responsable de estos viajes, que cuestan alrededor de 250.000 euros

  • Shahzada Dawood era un empresario y ciudadano británico de origen pakistaní. Figuraba como fideicomisario del Instituto SETI, una organización de investigación sin fines de lucro sobre la vida y la inteligencia en el universo. Tal y como explica la familia para la BBC, él y su hijo Suleman estaban "en un viaje para visitar los restos del Titanic en el Océano Atlántico". 
  • Hamish Harding era un empresario, piloto y explorador británico que residía en los Emiratos Árabes Unidos. Dirigía la compañía Action Aviation, un concesionario de jets privados con sede en Dubái. El día antes de sumergirse en el Titan, anunció con ilusión a través de redes sociales que formaría parte de la misión, aunque mencionó las dificultades a las que se había enfrentado la empresa este año para realizar expediciones similares.
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La tripulación de 5 personas se sumergió el domingo por la mañana, y la tripulación del Polar Prince perdió el contacto con ellos aproximadamente 1 hora y 45 minutos después de la inmersión del buque. En la foto, Hamish Harding.

  • Paul-Henri Nargeolet era un explorador francés que había dedicado su vida a estudiar el RMS Titanic. Llegó a estar 37 veces en el naufragio, según cuenta Dik Barton, el primer buzo británico en ver el naufragio del Titanic, para Good Morning Britain. Se trataba de un piloto con amplia experiencia: fue Comandante del Primer Grupo de Buzos de Limpieza desde 1976 hasta 1978. Luego fue asignado al Groupe d'Intervention sous la Mer (GISMER). Y en 1986, Ifremer le pidió que dirigiera las inmersiones de otro sumergible, el Nautile, en el naufragio del Titanic.
  • Stockton Rush era exmilitar y director ejecutivo de OceanGate, la compañía propietaria del buque perdido. Licenciado en Ingeniería Aeroespacial por la Universidad de Princeton, a los 19 años se convirtió en el piloto de transporte a reacción más joven del mundo, según se explica en la página web de la empresa. Para construir el Titan, contó con la colaboración de la NASA, Boeing y la Universidad de Washington. 

La operación de rescate, que ha sido una de las más complejas de la historia, ha llegado a su fin. Las autoridades han declarado públicamente que "los escombros son consistentes con una pérdida catastrófica de la cámara de presión"; es decir, que el submarino pudo haber explotado sin ni siquiera dar tiempo a los tripulantes para darse cuenta. Sin embargo, todavía queda investigación por delante: sobre todo, en relación a la empresa que opera estos viajes turísticos, OceanGate, que ha sido acusada de no cumplir con las medidas de seguridad y los requisitos para realizar inmersiones de estas características.

A pesar de la gran confianza en la tecnología de OceanGate y en sus propias capacidades, Paul-Henri Nargeolet había declarado públicamente hacía unas semanas que "cuando estás en aguas muy profundas, estás muerto antes de darte cuenta de que está pasando algo". Y algo parecido subrayó su compañero de viaje, Hamish Harding: "El único problema es que no hay otro submarino que sea capaz de bajar allí para rescatarte. Se tardaría tres años en construir otro. Si algo sale mal, no vas a volver”.

Ahora, las premoniciones se han vuelto realidad para estos aventureros, cuyos cuerpos -sumergidos a más de 3.800 metros de profundidad- todavía no han sido encontrados.

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