A mediados del siglo XIX, en un paraje remoto de la costa este estadounidense, una mujer marcada por la pérdida de su hija, Abigail (Katherine Waterston), halla un cierto sosiego emocional gracias al encuentro con una recién llegada a la región, Tallie (Vanessa Kirby). Así arranca ‘The World to Come’, una historia de amistad y deseo entre mujeres que, dirigida por Mona Fastvold (‘The Sleepwalker’), busca una personalidad propia al poner un pie en el cine de la palabra y el otro en la delicada exploración de la gestualidad de los personajes. De lado de la palabra, el guion escrito a cuatro manos por Ron Hansen y Jim Shepard se estructura en torno a la lectura de un diario que escribe con regularidad Abigail. Así, la voz de Waterson se convierte en un elemento omnipresente en la banda de sonido, indicando casi cada giro del relato y cada emoción experimentada por el personaje. No es la primera vez que una película hace de una voz en off explicativa su brújula expresiva; ahí están los casos memorables del clásico ‘Spring in a Small Town’ del chino Fei Mu o los coros de voces en off de las películas de Terrence Malick. El problema es que ‘The World to Come’ no termina de encontrar una propuesta escénica que acompañe la estimulante propuesta narrativa. Sorprende, por ejemplo, el hecho de que el film no se mantenga siempre fiel al punto de vista del personaje de Abigail, cuando es ella quien guía al espectador por la historia a través de su diario.

En término visuales, Fastvold opta por trabajar en un registro intimista que busca poner de relieve el diálogo subterráneo que se ven obligadas a mantener las protagonistas de la película. En un mundo dominado por los hombres, donde las mujeres deben asumir un rol sumiso y servicial para con sus maridos (unos lacónicos Casey Affleck y Christopher Abbott), Abigail y Tellie deben contentarse, inicialmente, con un cauteloso tanteo mutuo. La actrices hacen todo lo posible por convertir cada uno de sus gestos en una sutil pero locuaz manifestación de curiosidad y deseo; sin embargo, la cámara de Fastvold nunca parece encontrar el lugar desde el que percibir en toda su plenitud la creciente tensión romántica que se va apoderando de las protagonistas. Lejos queda el fascinante proceso de descubrimiento y cortejo sobre el que se asentaba la extraordinaria ‘Retrato de una mujer en llamas’ de Céline Sciamma, que sabía rodear a sus amantes pasajeras de una espesa aura de opresión y fantasía. En ‘The World to Come’, Fastvold intercala la odisea íntima de las protagonistas con episodios de una plástica exuberante: una ventisca que emborrona la visión y pone a prueba la entereza de los personajes, o un incendio que convierte una casa de madera en una endemoniada bola de fuego. Pero la épica de estos pasajes tampoco consigue cuajar debido a la falta de una propuesta estética de cimientos sólidos.

A falta de otros argumentos, los espectadores de ‘The World to Come’ podrán disfrutar del notable trabajo actoral del cuarteto protagonista. Katherine Waterson, que ha heredado de su padre (Sam Waterson) una expresividad marcada por la tensión facial permanente, hace de Abigail una figura introvertida, maniatada por la sumisión a las reglas del mundo que le ha tocado habitar. Por su parte, Vanessa Kirby exhibe a placer todo su magnetismo escénico, aunque el disperso curso de la narración merma el impacto de sus apariciones y desapariciones. El caso de Casey Affleck es bien conocido: su talento para encarnar a hombres afligidos, almas en pena, es incuestionable, y aquí además sabe parecer tosco y sensible al mismo tiempo. Por último, Christopher Abbott (‘James White’, ‘Llega la noche’) inyecta a la película una carga de violencia soterrada que ayuda a comprender el temor con el que las heroínas del film encaran su aciaga existencia, marcada por un sometimiento cruel y unos sueños de libertad inalcanzables.