Análisis de la película "El Camino" ("The Way") de Estévez | Código Cine

"The Way": peregrino, ¿sabes por qué haces el camino?

La lista de motivos para viajar puede ser tan extensa como los destinos para hacerlo. Uno de esos motivos es la visita a lugares sagrados buscando la conexión entre lo terrenal y lo divino. Este tipo de viajes se conocen como peregrinajes y aquel que lo realiza es un peregrino, palabra de origen latino que significa “extranjero” (Corominas, 1987, p.451). Durante la Edad Media, este término adquirió una connotación religiosa, usándose para designar a quienes viajan a los Lugares Santos, motivados por las indulgencias y la obtención de favores divinos, a través del esfuerzo físico que supone la realización del viaje.

Película El camino (The Way, Estévez, 2010)

El camino (The Way, Estévez, 2010), película dirigida por Emilio Estévez, da cuenta de la peregrinación hacia Santiago de Compostela de cinco extranjeros: Daniel (Emilio Estévez) y Tom (Martin Sheen), de Estados Unidos; Joost (Yorick van Wageningen), de Holanda; Sara (Deborah Kara Unger), de Canadá y Jack (James Nesbitt), de Irlanda. Compostela es uno de los lugares sagrados más importantes para la peregrinación cristiana, al ser el lugar donde, presuntamente, fueron hallados los restos del apóstol Santiago el Mayor, principal evangelizador de lo que actualmente se conoce como la península ibérica. A pesar del significado religioso del viaje a Compostela, Emilio Estévez ofrece a través de su relato una mirada más amplia y moderna de lo que motiva hoy en día la peregrinación jacobiana. La razón para viajar a Santiago de Compostela es uno de los temas centrales del filme y lo será también de este análisis. A través de la exploración del cómo, el por qué y el para qué de la peregrinación de nuestros protagonistas, se intentará evidenciar la manera en que la pérdida se establece como punto de partida del viaje y cómo la capacidad de verse a sí mismo, ver a los otros y liberarse de la mirada del otro se convierte en el fin último.

Hacer el camino

Para viajar a Santiago de Compostela, se debe hacer el camino. Es este el verbo que se utiliza. No lo es caminar, recorrer o transitar. Pero ¿cómo hacer el camino? Este es un interrogante presente en varias conversaciones de los personajes, donde la tradición y la modernidad se contraponen. La tradición dicta, usando las palabras de Jack, que:

a true pilgrim walks the camino with nothing. He has to live of the land; he has to accept the kindness presented to him, and he has to carry his goods on his back. Pilgrim is poor and must suffer. (Estevéz, 2010)

En el siguiente fotograma vemos la tradición representada en los dos hombres que caminan vestidos con túnicas. Uno de ellos camina con la cruz a cuestas y el otro se flagela. Esto responde claramente a la simbología tradicional del peregrino ligada a las ideas de “expiación y purificación” (Chavalier, 1986, p.813).

Película El camino (The Way, Estévez, 2010)

Pero Estévez responde a esta imagen tradicional con la presentación de sus protagonistas. Contrastando así las diferentes formas de hacer el camino. Además, nos muestra con varias escenas que hoy en día no necesariamente se peregrina añadiendo más sacrificios a los que el viaje por sí solo supone. También es posible hacer el camino en bicicleta, a caballo, comiendo en restaurantes y durmiendo en hoteles de lujo.

De forma tradicional o no, lo que sí es cierto, es que quien hace el camino tiene un rol activo, no solo en el sentido del desplazamiento que hace de un lugar a otro, sino también en el sentido de la construcción de un camino como tal.  Esto implica que la peregrinación no puede ser un caminar orgánico desprovisto de sentido. Un caminar pasivo, solo recibiendo los estímulos del exterior. Bien lo dice Jack: “no one walks this Camino by accident”. Hacer el camino exige la construcción de un camino hacia el interior, es decir, un trabajo de introspección es necesario. De este modo, el cambio que se busca por medio de la peregrinación, no se logra simplemente por el hecho de recorrer por días o meses un camino, se alcanza más bien en medida de la responsabilidad y del compromiso que el peregrino asuma en su proceso de introspección, alimentándolo de lo que encuentra en su caminar.

De ahí que el silencio sea protagonista en esta película, dónde la mayoría de los diálogos se dan antes o después de las jornadas de camino, dando cuenta de la introspección de cada uno de los personajes. No obstante, aunque la peregrinación se experimente a nivel individual, esta se vive en comunidad. Bien podría ilustrase con este fotograma donde cada uno camina por un sendero diferente, pero todos en una misma dirección. Todos viven el camino a su manera, pero el punto de llegada es el mismo.

Película El camino (The Way, Estévez, 2010)

Esta película nos muestra, pues, que es imposible hacer el camino solo. La comunidad es fundamental en el caminar. Unos proveen alimento y hospedaje, y, aquellos que acompañan el camino, ayudan a nutrir la experiencia personal con sus historias de vida y sirven de apoyo en las dificultades que el camino pueda presentar.

¿Por qué hacer el camino? La pérdida como punto de partida

Aparte del motivo religioso y espiritual, “aspectos culturales, ecológicos, deportivos, esotéricos, la meditación o el escapismo se cuentan también entre los muchos motivos por los que hoy se peregrina a Compostela” (Peregrinación como fenómeno universal, s.f., p.1), y The Way es una prueba de ello. En una entrevista, el director afirma que con esta película quiso contar el Mago de Oz a su manera. Por un lado, presentando en lugar del sendero empedrado de oro el Camino de Santiago y por otro, recreando los motivos de viaje de los personajes de la Ciudad Esmeralda: un cerebro, un corazón, valentía y el regreso a casa. Ahondaremos entonces en los motivos de viaje de cada uno de los peregrinos jacobianos, comparándolos e identificándolos con aquellos de los personajes del hipotexto de este relato, a través de la película El Mago de Oz del año 1939 (Fleming, 1939).

Aunque los motivos para viajar en The Way son variados, todos tienen algo en común: la pérdida de algo o alguien como índice recurrente y punto de partida del viaje iniciático que deciden emprender hacia Compostela. La pérdida de un hijo y una hija, la pérdida del amor, la pérdida del gusto profesional. Pérdidas que, a lo largo del viaje, por la transformación que sufren los personajes, les traerán algún tipo de ganancia.

Dorothy, Daniel y Tom

Tanto Dorothy (Judy Garland) en El Mago de Oz, como Daniel Avery, en The Way, son hijos que deciden abandonar sus hogares por la incomprensión de sus padres y por el deseo de viajar por el mundo. Una vez Dorothy decide regresar a su hogar, queda atrapada en medio de un tornado que la lleva a una tierra de magia, donde debe buscar ayudar para poder regresar. En el caso de Daniel, la tormenta en la que queda atrapado durante su peregrinación a Santiago de Compostela le causará la muerte. Así pues, en un principio, el personaje de Dorothy y sus motivos para viajar corresponderán a aquellos de Daniel.

Luego de que Tom, el padre de Daniel, reciba la llamada informando la muerte de su hijo, de un fundido en negro aparecerá el mapa del Camino a Santiago, seguido de una pintura de La Dolorosa contemplando a Jesús en la Cruz. Y aquí se evidencia lo de la pérdida desencadenante. Tom emprende un viaje completamente inesperado y de duelo por la muerte de su único hijo. Podríamos decir que su viaje a Francia, al igual que la peregrinación jacobiana, son un viaje de encuentro de la vida con la muerte. Así como los peregrinos viajan para visitar los restos de Santiago Apóstol, Tom viaja también al encuentro de los restos, en este caso, de su hijo.

A continuación, se le ve sentado en una iglesia y allí establece la intención de su viaje a Francia desde California: traer a Daniel de vuelta a casa.En ese momento, el motivo de viaje de Tom se alinea con el de Dorothy. Ambos se encuentran en tierras extrañas y buscan regresar a casa. Pero el viaje de Tom se alarga cuando decide terminar el camino que su hijo había iniciado hacia Compostela. 

Sin preparación alguna, solo con el equipaje y las cenizas de su hijo, Tom inicia su camino. Y antes de arrancar es interpelado por el oficial de policía quien le hace la pregunta: “do you know why you’re walking the way?”. A lo que Tom responde: I suppose I’m doing it for Daniel”. Con seguridad Tom quiere caminar en honor a su hijo, quiere terminar lo que este había iniciado y vivir la experiencia, que por la muerte le fue negada. Pues como lo plantea Allouch (1996), con la pérdida de un hijo:

se pierde no sólo un ser amado, o un pasado en común, sino lo que potencialmente un hijo hubiera podido brindar de haber vivido. La medida del horror de quien está de duelo es función de la medida de la no realización de la vida del muerto. (p.30)

Película El camino (The Way, Estévez, 2010)

La respuesta del oficial es sin duda la que puede responder a la pregunta del por qué de la peregrinación: you walk the Way for yourself, only for yourself. Y aunque Tom no lo reconozca, sabe que sumado al dolor y a la tristeza por la pérdida de la vida de su hijo, también carga cierto dolor por su propia vida.

En una conversación con Daniel, que recuerda mientras revisa la maleta de viaje que le fue entregada, todo parece indicar queTom también amaba viajar, pero por la muerte de su esposa decidió limitar su vida al trabajo.

De allí que podamos inferir que Tom también camina por él. Y se dará cuenta a medida que avance en el viaje. Camina buscando encontrarse con él mismo y con eso que perdió con la muerte de su esposa y de su hijo. Camina buscando regresar a casa, no precisamente su casa en California, sino su deseo de recuperar la vida para vivirla plenamente y a su manera, y no como su círculo social espera que lo haga. A su llegada a la Catedral de Santiago, cuando le preguntan, por qué hizo el camino, contraria a la respuesta que dio al oficial, responde que pensó que tal vez debería viajar un poco más. Y de hecho se le ve al final viajando, en lo que parece ser Medio Oriente.

Joost y el León Cobarde

Joost, de Holanda, es el primero en encontrarse con Tom de camino a Compostela. Joost es un hombre amable, servicial y tranquilo. Le gusta evitar problemas y aun cuando tiene la razón, prefiere no entrar en conflicto. Es además un hombre complaciente, tanto que el motivo de su peregrinaje es tratar de adelgazar para poder gustarle de nuevo a su esposa y agradar a su doctor. Además de querer caber en su viejo traje para poder asistir a la boda de su hermano. Con Joost, vemos cómo el viaje es motivado por un otro que espera algo de él, es decir, aquellos que quieren que adelgace. Porque si por él fuera, no lo haría. Y lo veremos muy claro, pues en el fondo este peregrino disfruta cocinar y comer y no se privará de hacerlo durante el camino. Aunque en la historia del Mago de Oz nadie viaja por salud o por querer verse delgado, sí hay alguien que viaja en busca de Valor y ese es el León cobarde. Valor que, según él, le dará el reconocimiento como rey de la selva. Y valor que le hace falta a Joost para liberarse de los estándares físicos que otros quieren imponerle.

Incluso me asusto de mí mismo, dice el león. Y la palabra ASUSTARSE, habría que cambiarla por AVERGONZARSE o APENARSE de sí mismo. En el fondo, no es lo que su esposa y doctor esperan de Joost lo que lo lleva al camino. Es su falta de autoestima. Sin embargo, aunque Joost camine en vano buscando adelgazar, hay algo que encuentra al final del camino y es el valor para aceptar su cuerpo y su gusto por la comida, abandonando la idea de complacer a otros.

Evidencia de esto es lo que dice a Tom mientras contemplan el mar en la última parada del camino: I needed a new suit anyways”. Joost comprende que ganar en autoestima, seguridad y valor es una mejor ganancia que perder peso para tratar de encajar sea en su traje y en su relación.

Sara y el Hombre de hojalata

Sara es la siguiente peregrina en unirse al caminar de Tom y Joost. Se encuentra primero con Tom y en esa primera conversación, por la rudeza de sus palabras, nos daremos cuenta de lo fría que es y lo enojada que está. Una mujer dura como el Hombre de hojalata en El Mago de Oz.

Supuestamente, su motivo de viaje es dejar la adicción al cigarrillo, el cual no deja de fumar en ningún momento del camino. Y aunque esta es la razón que da a todo aquel que pregunte por qué hace el viaje, sus compañeros de camino saben que hay algo más en el fondo y el único que sabrá la verdadera razón será Tom. Luego de un altercado con este último, Sara buscando disculparse y justificar su actuar, confesará el verdadero motivo detrás de su caminar, remitiéndose a lo que ella misma llama “su vida antes del camino”: un matrimonio fallido y violento que la llevó a abortar a su hija para evitar que esta llegara a ser maltratada por su padre. Escuchando el relato de dolor y culpa, se puede comprender por qué Sara ha endurecido su “corazón”, pareciendo incluso en ocasiones que no tuviera uno, tal cual el Hombre de hojalata. Pero esta mujer busca recuperarlo a través de la expiación de su culpa.

En el camino, específicamente en Cruz de Ferro, la tradición es arrojar una piedra a los pies de una cruz de hierro, como símbolo del despojo de las cargas personales que el peregrino lleva, pidiendo, a su vez, el favor divino para el perdón de sus faltas ofreciendo los sacrificios del viaje. Cuando nuestro grupo de peregrinos llega a este lugar, en el momento del ritual, somos testigos de la súplica de Sara, quien estalla en llanto al intentar rezar la siguiente oración:

Señor, que esta piedra que arrojo a los pies de la Cruz Salvadora, símbolo del esfuerzo de mi peregrinación, sea la que, llegado el instante en que se juzguen los actos de mi vida, sirva para inclinar la balanza a favor de mis buenas obras. Así sea. Amén. (Estévez, 2010)

En esta escena, Sara emula a La Dolorosa que llora a su hijo a los pies de la cruz. Imagen que contempla también una vez llega a la catedral de Santiago de Compostela. Pero que, esta vez, luego del camino recorrido y por la expresión de su rostro, parece que por fin su suplica de expiación ha sido atendida.

Jack y el espantapájaros

Jack es el último en unirse a la travesía. Este es un escritor irlandés que trabaja para una revista de viajes. Cuando se encuentra con sus compañeros afirma que no ha tenido una idea original en mucho tiempo y que recorriendo el camino busca superar su “bloqueo de escritor”. He aquí el Espantapájaros que camina en busca de un cerebro. Que, a propósito, aparece por primera vez en la película en medio de un campo lleno de paja.

Al final del Mago Oz, el Mago dice al espantapájaros que toda creatura tiene cerebro, pero el problema es que no saben usarlo. Y exactamente eso le sucede a Jack. En una conversación con Tom, nos damos cuenta de que su sueño es ser novelista, pero se ha quedado escribiendo en revistas de viaje para mantener cierta estabilidad económica, cediendo a los caprichos de los editores y dejando de lado lo que de verdad quiere escribir. No tiene ideas, porque simplemente no puede escribir de la forma que le apasiona, debe escribir para otros. Pero Tom será quien le ayude a romper con su bloqueo.

Jack encuentra en la historia de Tom una gran inspiración para escribir su libro sobre el Camino. Recuperando así la fluidez de sus ideas y fungiendo a la vez como una especie de terapeuta para Tom, en tanto el acto de contar su historia y la de su hijo le sirven como ejercicio para la elaboración del duelo.

Conclusión: hacer el camino para ver

Película El camino (The Way, Estévez, 2010)

La vista, el acto de ver, tienen un lugar privilegiado en esta película. No es gratuito que su primera escena sea precisamente la de Tom en su consultorio de oftalmología, con una de sus pacientes que tiene problemas de la vista y ha memorizado el tablero de letras para que Tom no lo note. Un indicio de la falta de visión y claridad en la vida de los protagonistas antes de embarcarse en la peregrinación. Una vez en el camino, sin duda, el sentido más estimulado es aquel de la vista, incluso para nosotros como espectadores. La contemplación de los paisajes es predominante en esta película y el objetivo mismo de la peregrinación es ver la ciudad de Santiago, su catedral y los restos del apóstol. Igualmente, en la última escena de este filme, la vista es el centro. Mientras los protagonistas admiran la grandeza del mar, reconocen lo logrado en su paso por el Camino. Allí nos damos cuenta de que el camino funge como el mejor oftalmólogo, uno que afina la vista para poder ver con nitidez, sobre todo hacia el interior. Verse a sí mismo, y ver lo que de verdad se quiere o se necesita. Desmarcándose de la mirada de otros que sujetan las decisiones y la forma de vivir a estándares y patrones que nublan la vista propia. Pero también ver a los otros y reconocerse en ellos y en sus historias. Pues al final de cuentas, todo peregrino quiere y necesita ver.

Por último, esta película de Emilio Estévez, que bien puede ser considerada como una simple guía turística de la peregrinación jacobiana, ofrece también reflexiones interesantes sobre algunos debates en torno a la realización del camino. Y sin decir qué está bien o mal, The Way termina por ser una representación de la esencia del peregrinaje: el encuentro con uno mismo y con el otro, siendo el Camino una metáfora de la vida misma que debe vivirse siempre con cierto nivel de conciencia y responsabilidad.

Referencias

Chavalier. J. (1986). Diccionario de los símbolos. Editorial Herder.
Corominas. J. (1987). Breve diccionario etimológico de la lengua española (3ra ed.).
Estévez, E. (Director). (2010). The Way [Película]. Filmax
Fleming, V. (Director). (1939). The Wizard of Oz [Película]. Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
Museos de Galicia (s.f.). Peregrinación como fenómeno universal. Recuperado de https://museos.xunta.gal/es/peregrinacions
Allouch. J. (1994). Ajó. Revista Litoral (17).  Recuperado de https://www.psicomundo.com/litoral/litoral2.htm

Alix Johana Arrubla (1997), Licenciada en Lenguas Extranjeras de la Universidad de Antioquia. Docente de inglés y francés y miembro del Grupo de Estudios Fílmicos y del Grupo De Acompañamiento Tutorial, ambos de la Universidad de Antioquia.

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