Las mejores películas sobre volcanes
El cine ya nos había preparado para periodistas que preguntan cuánto tardarán los bomberos en apagar la erupción del Cumbre Vieja de La Palma, y hasta se habían adelantado a la idea de aprovecharlo como reclamo turístico. Repasamos las mejores películas de volcanes (y también las peores).
Destaca Stromboli, de Roberto Rossellini, donde una erupción amenaza a los habitantes de un pueblo. Maximilian Schell y Brian Keith protagonizan la más espectacular, Krakatoa, al este de Java, que con sorprendentes efectos especiales (para el año 1969) reconstruye con esmerado realismo la erupción de este monte en 1883. No tiene un título muy atinado, porque Krakatoa está al oeste de Java. No todo va a ser perfecto.
El padre Doonan, gruñón pero comprometido sacerdote católico (nada menos que Spencer Tracy), arriesga su vida junto a tres reclusos para salvar de la lava a unos niños y al personal de un hospital infantil en la memorable El diablo a las cuatro, de 1961. Carga un poco esta vez Frank Sinatra pasándose de graciosete e interpretando a un improbable recluso al que presentan como peligroso asesino pero que se comporta con extrema bondad, cual novio al que le presentan a su suegro.
Un vulcanólogo (Pierce Brosnan) y una alcaldesa (Linda Hamilton) se dan cuenta de que los políticos van a lo suyo (los beneficios económicos) cuando éstos se niegan a evacuar por intereses inmobiliarios en Un pueblo llamado Dante’s Peak (1997), con bonita secuencia del sacrificio de la abuela para salvar a los suyos, pese a lo poco creíble que resulta que los protagonistas escapen en una barca por un lago alcanzado por lava. En cualquier caso supera con creces a la estrenada el mismo año Volcano, donde su bienintencionado mensaje pro igualdad racial resulta ridículo, sobre todo en la escena en la que un niño llora al no encontrar a su madre “porque cubiertos de cenizas todos somos del mismo color”.
Chris Pratt interpreta una de las secuencias más absurdas de Jurassic World: El reino caído, cuando a su personaje le alcanzan con un dardo tranquilizante, pero aunque no puede mover sus extremidades, logra arrastrarse lejos de la lava, a una velocidad sobrehumana. ¿En qué estarían pensando los guionistas? Resulta incluso más realista Lavalántula, pese a que cuenta que una serie de erupciones volcánicas en Los Ángeles desatan un enjambre de gigantescas tarántulas que lanzan lava. Film incomprendido porque el director pretendía rodar una comedia, por eso fichó como protagonista a Steve Guttenberg, el de Loca academia de policía.
Nadie entiende muy bien qué tienen que ver las imágenes intercaladas de volcanes que escupen lava con la historia de la familia tejana de la década de los 50 protagonista, en El árbol de la vida, pero tampoco tienen mucho sentido las de los dinosaurios. Da igual, porque el realizador Terrence Malick apabulla con su poesía visual.
El villano más recordado de la saga de 007, Ernest Stavro Blofeld (Donald Pleasence) monta su base secreta en Solo se vive dos veces, en el interior de un volcán inactivo, o eso dijeron los expertos, aunque puede que el equipo del film no esté de acuerdo con esta apreciación, ya que durante el rodaje tuvieron que poner pies en polvorosa.
Las aventuras de Sharkboy y Lavagirl ya advierte con ese título que no vamos a visionar una historia muy seria, pero nadie estaba preparado para el surrealista momento en el que la protagonista femenina, la tal Lavagirl, muere ahogada, así que el chico tiburón la tira a un volcán, donde como suena "completamente lógico" revive.
Cabe calificar El día del fin del mundo como una de las películas de desastres más desastrosas, pero el film protagonizado por Paul Newman ofrece geniales ideas para alguna ministra de Turismo, sobre todo que construyen un observatorio de pago en el borde del cráter, que previo pago de una entrada permite a los visitantes descender por el mismo en una campana de buceo sostenida por cables. No cuenta el film a quién se le ocurrió poner –para no perder detalle– el suelo de este improvisado ascensor de vidrio, con desastrosos resultados. Unos avezados empresarios montan un centro vacacional, mezcla de Marina D’or, ciudad de vacaciones y Benidorm, en la espantosa producción china Skyfire.
La encantadora pareja formada por Tom Hanks y Meg Ryan protagoniza Joe contra el volcán. Un pobre desgraciado al que le queda poco tiempo de vida acepta una oferta de un excéntrico millonario, que financiará sus últimos días a todo tren, a cambio de arrojarse a un volcán para una tribu indígena de una isla del Pacífico convencida de que el sacrificio apaciguará al dios del fuego y evitará una erupción. A ver si alguno de nuestros políticos se ofrece para igualar la hazaña en La Palma, por si acaso funciona.
No se sabe qué resulta más involuntariamente hilarante en Pompeya (2014), si el hecho de que cuando se desencadena el Vesubio la ciudad esté plagada de gente pese a los terremotos que vaticinan que no va a ocurrir nada bueno, el empresario del show-bussiness optimista que piensa que su anfiteatro donde programa luchas de gladiadores resistirá a la lava (“si ha aguantado cien años en pie, sobrevivirá a lo de hoy”), o que los protagonistas, Carrie-Anne Moss y Kit Harington [atención: spoiler] consigan salir en cinco minutos de la ciudad y cuando ya todo indica que están a salvo deciden esperar al magma dándose un beso, para quedar inmortalizados para la posteridad en un molde pompeyano. Basta señalar que resultan más creíbles el péplum de bajo presupuesto Los últimos días de Pompeya, con Steve Reeves y Fernando Rey. De los numerosos títulos sobre la tragedia de la ciudad romana, nos quedamos con la versión de la misma historia de 1935 de los directores de King Kong.