Y al séptimo día (2021), de Justin P. Lange

Fallida película de posesiones diabólicas y exorcismos, a cargo del desconocido Justin P. Lange, director y guionista. Arranca con un exorcismo en 1995 en Boston, coincidiendo con la visita papal de Juan Pablo II, y que acaba fatal, con experimentado sacerdote muerto, y niño poseído ardiendo en llamas ante los ojos horrorizados del novato padre Peter. Ya en la actualidad, tenemos a un sacerdote inexperimentado en las lides exorcistas, el padre Daniel, a quien su obispo ha encargado esta misión, guiado por el ya por fin veterano padre Peter. Y aunque éste es al principio un poco escéptico acerca de las aptitudes de su pupilo, comienza su entrenamiento para así poder afrontar un caso sospechoso de acción diabólica, el de un niño que ha matado a toda su familia a hachazo limpio.

Se mire como se mire, la cinta tiene algo de disparatado, con un planteamiento que recuerda al de las típicas historias policíacas, en que el poli curtido debe dar unas lecciones al pipiolo recién salido de la academia (esta palabra utiliza la película, curiosamente, no la de “seminario” ni nada semejante, ¿un lapsus, pura ignorancia, hay por ahí alguna academia secreta de exorcistas?). Además, frente a la clásica situación en que una familia pide ayuda a la Iglesia ante un caso que aparenta posesión, aquí los sacerdotes parecen ir de ronda a ver si detectan algún demonio que llevarse a la boca, como si tuvieran que seguir la crónica de sucesos, a ver si alguno encaja en el perfil que estudiaron en la academia. Y con lo de poner Peter a Daniel en situación de “adivina quién está poseído por el demonio”, y qué palabras utilizar para el exorcismo, casi parece que estemos en la academia Hogwarts de Harry Potter probando sortilegios y conjuros.

Pero en fin, pongamos en el haber del film una pequeña sorpresilla final, y que Vadhir Derbez da el tipo de novato, mejor que un forzado Guy Pearce. Y por supuesto, los efectos visuales de posesión han mejorado desde los tiempos de la infinitamente mejor El exorcista, aunque repetir lo de la sonrisa diabólica y los crucifijos provocando hemorragias resulta excesivo y no muy sutil.