The Glorias (2020), de Julie Taymor

Película hagiográfica acerca de la líder feminista Gloria Steinem (Toledo, Ohio, 1934), con guión de Sarah Ruhl y la propia directora Julie Taymor, que toma como base las memorias del personaje retratado. Intenta liberarse de las constricciones típicas del “biopic” con un peculiar recurso, que consiste en hacer hablar a Gloria a cuatro edades (interpretadas citándolas por orden descendente de edad por Julianne Moore, Alicia Vikander, Ryan Kiera Armstrong y Lulu Wilson), cinco si sumamos los planos finales (espero que nadie me acuse de hacer “spoiler”), cuando se asoma a la pantalla la auténtica Gloria Steinem, con las actrices a veces compartiendo plano y charlando entre ellas a bordo de un autobús. Esto alude precisamente al título de las memorias “My Life on the Road”. Pero más allá de esta idea, y de algunas singularidades en el cuidado diseño de producción de Sandy Powell, la narración discurre por cauces bastante trillados.

La película funciona medianamente bien en sus primeros compases, en que se aborda la infancia y la adolescencia de la protagonista en la América profunda, con un padre viajante al más puro estilo Willy Loman, y una madre que sacrificó sus sueños por sacar adelante a Gloria y a su hermana. También enganchan los primeros esfuerzos periodísticos de Steinem, con su reportaje sobre las chicas Playboy y su habilidad para moverse en un mundo de hombres. Pero la película se acerca al naufragio cuando nos adentramos en su parte más militante, donde el empeño fútil en recoger todo tipo de anécdotas de su activismo, dificultades oratorias, reivindicación del aborto, impulso de la revista “Ms.”, homilías en iglesias, participación en una convención demócrata con importante cariz feminista, etcétera, convierten el conjunto en un batiburrillo que se parece a un documental del montón. Ni siquiera Julianne Moore es capaz de hacer que la película remonte el vuelo.

La cinta se torna reiterativa cuando suma escenas en que Gloria le hace un zasca a algún machista que pasa por ahí, y hasta resulta postiza al mostrar las distintas posturas de Dolores Huerta y la protagonista en torno al aborto. El remate con el movimiento #MeToo es una también una obviedad para apuntar a la vigencia del legado de Steinem, y hay poco éxito a la hora de sugerir cómo es la vida privada y que entiende por amor alguien que evita el matrimonio y de quien no conocemos relaciones duraderas, incluso la única que se incluye, con un indio cherokee, deja bastante frío al espectador. Al final lo más destacable es el aspecto visual de algunos pasajes, en que se nota la experiencia escénica de Taylor y que también se ocupo de un film tan desafiante en ese aspecto como Frida.