El favor (2023), de Juana Macías

Teresa (Inma Cuesta), Benjamín (Diego Martín) y Aura (Sara Sálamo) con los tres hermanos Gallardo, que trabajan juntos en el bufete de su padre. Precisamente serán convocados por éste para acudir a su lujosa casa de campo familiar, en donde acaba de fallecer la sirvienta que les había tratado desde que eran niños. Los tres hermanos no tienen ninguna gana de despedir a una mujer con la que ya apenas se hablaban, pero no tendrán más remedio.

El planteamiento de El favor no es nuevo: el reencuentro de varios miembros de una familia provoca el descubrimiento de secretos y rencores del pasado, verdades incómodas que salen a la luz de modo que la convivencia salta por los aires. La directora Juana Macías, con cierta mano en este tipo de comedias ligeras, como se vio en Bajo el mismo techo, cuenta con un material excesivamente tópico que podría haberle explotado en la cara al hacerlo derivar por derroteros surrealistas o disparatados –a eso se apuntaba con la escena del cadáver en el tanatorio– pero felizmente elude más o menos esos peligros y el resultado, sin ser la bomba desde luego, supera con creces por ejemplo a La fortaleza, otra película española que partía de un argumento similar.

El guión de Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, un tándem de guionistas con una exitosa trayectoria en común, va intensificando las interacciones entre los personajes a raíz de las cartas, siembra algunas dudas acerca de la verdad, ofrece alguna sorpresa bien planteada y en general resulta pasablemente entretenido. Por supuesto, ni que decir tiene que El favor se busca la risa continua en el espectador, de modo que el humor es constante y además casi siempre eficaz, muchas veces asentado sobre el patetismo de los hermanos. Y aunque hay algún detalle zafio, también se agradece que los gags no discurran siempre por los caminos más fáciles o chabacanos.

Por lo demás, acierta Macías con el tono de su película, que mira con buenos ojos a sus personajes y los redime de algún modo, renunciando siempre a la acidez o al mal rollo. Rodada prácticamente en la única localización de la casa de campo, el ritmo es ágil y la presencia del grupo de personajes es siempre equilibrada. El reparto está correcto y, por destacar a alguien, quizá se podría mencionar a Sara Sálamo, muy convincente en la piel de Aura.