La excavación (2021), de Simon Stone

Vísperas de la Segunda Guerra Mundial. La viuda Eddie Pretty vive con su hijo Robert, un niño, en su casa de campo de Suffolk. Siempre ha sospechado que en los túmulos que hay en su propiedad podría haber restos arqueológicos de interés, y por fin se ha decidido a requerir los servicios de Basil Brown, un hombre autodidacta, convencido de que el pasado nos habla y nos prepara para el futuro, y que inicia una excavación. Lo que aparentaban ser vestigios de los vikingos, Brown intuye que en realidad son más antiguos, anglosajones. La investigación despertará el interés del Museo Británico, que desea tomar las riendas de los trabajos iniciados por Brown.

Película basada en hechos reales, novelados por John Preston, y convertidos en guión por Moira Buffini, responsable de los libretos de Tamara Drewe, Jane Eyre y El último virrey de la India. Tras la cámara está un novato, Simon Stone, que ofrece una realización correcta pero algo academicista y fría. Tiene su interés, aunque el ritmo es algo premioso, y combina subtramas diversas sin el debido talento, asomando alguna bien avanzado el metraje. Interesa sobre todo la primera parte, de la excavación local, en que se va describiendo la colaboración de los integrantes artesanos y no profesionales del equipo arqueológico, con la delicada relación entre Eddie y su empleado Basil, o la fascinación del niño Robert con el trabajo del recién llegado, que combina con las aventuras fantásticas que devora en tebeos y películas. Lo cierto es que logra transmitir la pasión por indagar en nuestro pasado.

Apuntar la enfermedad de Eddie, muy bien encarnada por Carey Mulligan, y el temor a dejar a Robert solo, conecta el film con Tierras de penumbra, también por la personalidad de Basil, aunque falta la mirada a la trascendencia, aquí la cosa se queda en la elocuencia del pasado, la consideración de que los restos que encuentran tienen que ver con personas que estuvieron llenos de vida y ya no están, quedan unos vestigios en que aletea algo vital, aunque no es lo mismo. Si en el film sobre C.S. Lewis se hablaba de que “el dolor es el martillo con el que Dios habla a un mundo de sordos”, quizá podría decirse que en los personajes del film hay algo de esta sordera.

El segundo tramo del film está dominado por la llegada del equipo del Museo Británico a la excavación, con algo de prepotencia. Aquí falta algo de sutileza en la exposición, y aunque siempre agrada el trabajo interpretativo de Lily James, la subtrama de matrimonio errado con el personaje de Ben Chaplin, y enamoramiento del primo de Eddie, que se ha alistado en la RAF, resultan algo tópico y previsible. En cambio tiene más encanto el dibujo del matrimonio de Basil, está estupendo Ralph Fiennes con ese aire tristón tan suyo, y con un par de escenas sorprende Monica Dolan dando vida a su esposa May.