Críticas de El diablo a todas horas (2020) - FilmAffinity
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El diablo a todas horas

Thriller. Drama Desesperado por salvar a su mujer, Willard Russell convierte sus oraciones en un sacrificio. Las acciones de Russel llevan a su hijo Arvin a pasar de ser un niño que sufre abusos en el instituto a convertirse en un hombre que sabe cuándo y cómo ha de pasar a la acción. Los acontecimientos que se dan lugar en Knockemstiff (Ohio) desatan una tormenta de fe, violencia y redención que se desarrolla a lo largo de dos décadas.
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Críticas 96
Críticas ordenadas por utilidad
17 de septiembre de 2020
104 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Devil All The Time (2020), reciente estreno de Netflix dirigido por Antonio Campos, entrecruza varias historias entre los años 50 y 60 en el interior de Estados Unidos. Cuenta con un elenco estelar en el que se destacan Tom Holland, Robert Pattinson, Riley Keough y Jason Clarke.

Por Nicolás Bianchi

Donald Ray Pollock es un escritor estadounidense, oriundo de Ohio, que comenzó su carrera en el mundo de las letras a los 55 años, luego de trabajar durante tres décadas en una fábrica de papel. En su novela, que lleva el mismo título, está basada la película The Devil All The Time, que además cuenta con su narración en off, que introduce y se explaya sobre los sentires de los personajes principales.

Su tono de voz gastado, un tanto desganado, y un acento que remite al interior rural de Estados Unidos concuerdan a la perfección con el oscurísimo mundo que se plantea en la película de Campos. El título de la película debe interpretarse de forma literal. Durante los 138 minutos de duración el film presenta distintas manifestaciones del mal, que en las rutas que conectan los pueblitos en los que transcurre la acción, parece operar a toda hora, todo el tiempo.

En la larga introducción el protagonista es Will (Bill Skarsgard), un soldado que vuelve de la Segunda Guerra Mundial con un trauma que no puede superar y que va a trasladar, como si fuera una inyección, a su hijo Arvin (que más tarde, de grande, es interpretado por Tom Holland). Ningún conflicto en el mundo de The Devil All The Time se puede solucionar sin recurrir a la violencia, ese es el lenguaje común que hablan todos en esos parajes desolados que rondan los Montes Apalaches.

En el caso de Arvin y su hijo Will el origen del mal está en la guerra que luego, de vuelta en Estados Unidos, se expande. En una película con tantos personajes no queda claro cuál es el motivo de la criminalidad de los que protagonizan la otra sub trama madre de la narración, la pareja integrada por Carl y Sandy (Jason Clarke y Riley Keough, brillantes los dos), que se dedica a vagar por las rutas y recoger autoestopistas con fines para nada solidarios.

Otro elemento preponderante de la película es la religión, y claro está, su perfecta combinación y adecuación al lenguaje que desarrolla la violencia. Los pastores interpretados por Harry Melling y Robert Pattinson presentan conductas que se ubican a años luz de distancia de los valores que luego en sus misas dicen sostener. Completan el elenco, en papeles secundarios, Eliza Scanlen, Sebastian Stan, Haley Bennett y Mia Wasikowska.

Los puntos más altos de The Devil All The Time tienen que ver con la ambientación, la construcción de un universo apesadumbrado entre rutas y pueblitos, baladas, música de cuerdas y hillbillies. Filmada en 35 milímetros, en material físico, la película se ve bellísima y su banda de sonido es formidable. Claro que todos estos recursos están puestos en función de una narración que, por momentos, se satura de depravación, violencia y sordidez. En ello no hay errores sino una búsqueda intencional que va de las páginas de Pollock a las imágenes que dispone Campos.
El Golo Cine
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18 de septiembre de 2020
160 de 266 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película entretenida e interesante, con un fenomenal casting y unas actuaciones destacadas, pero moralmente muy discutible. Es un producto de Netflix para atacar sin piedad, una vez más, a esa América profunda que odia a Hollywood y que (ahora) vota en masa a Trump. Es un mundo sórdido hasta el ridículo, lleno de blancos sucios, violentos, retrasados, acosadores sexuales y cristianos fanáticos.

Y digo "un mundo de blancos" porque Netflix, que está obsesionada con el tema racial y que mete personajes negros o latinos de importancia hasta en películas ambientadas en la Europa medieval, no ha sacado ni siquiera figurantes de color en esta película. Porque en ese mundo tan repugnante y fanatizado sólo hay sitio para blancos.

Los intentos por ridiculizar y criticar de forma salvaje a la América profunda en Hollywood han sido una constante desde hace décadas. Desde 'Easy Rider' y 'Deliverance' hasta 'La matanza de Texas', pasando por 'Arde Mississippi', 'Tiempo para matar' o la disparatada 'Rústicos en Dinerolandia' (¡menuda traducción!), se nos muestra casi siempre como un mundo lleno de tarados, deformes, racistas, asesinos y fanáticos religiosos. Que no digo que no pueda haberlos, pero es que en todas estas películas (y en muchas más, porque la lista es interminable), parece un mundo poblado casi en exclusiva por este tipo de seres. No me extraña que luego carguen sin piedad contra esa fantástica película (y bastante inocente en lo ideológico) llamada 'Lo que el viento se llevó', sólo por dar otra visión (diría que bastante más realista) del viejo Sur.

Por resumir, no perderás tu tiempo si ves esta película. Está muy bien rodada, tiene una puesta en escena impecable, un guión que te mantiene en vilo hasta su excelente final y tiene unas grandes actuaciones. Pero si se hubiese hecho exclusivamente con actores negros y retratase cualquier suburbio de gente de color, no podría ni haberse estrenado. La habrían calificado automáticamente como "racista". "Y lo sabes", que diría el gran Julio Iglesias.
alefonca
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17 de septiembre de 2020
42 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Una América Profunda desoladora

La primera novela de Donald Roy Pollock, El diablo a todas horas (The Devil All the Time), se publicó en 2011 y mezcla el gótico sureño con la novela negra criminal. Su estilo rezuma bocanadas de la prosa de William Faulkner o Cormac McCarthy, asumiendo también la perspectiva católica de Flannery O’Connor, en la descripción del trasfondo social de una América profunda desoladora y miserable.

Adaptar una novela de este tipo al cine nunca es fácil. Más allá de la historia, es necesario captar toda una serie de ambientes y sensaciones que distinguen una época y unos lugares. La película de Antonio Campos logra de forma acertada captar toda la sordidez inherente al relato original, aunque se pierde un poco en la exposición desordenada de los hechos.

Sus 138 minutos se me quedan cortos. Me explico. Aparecen muchos personajes cuyas vidas quedan relacionadas mediante subtramas que suceden en diferentes momentos temporales. Eso hace que, sin llegar a ser un puzzle que resulte incomprensible, sí se tiene la sensación de una narrativa precipitada o deslavazada. Son demasiados hechos cocinados a fuego rápido que hubieran necesitado de una mayor exploración psicológica, por ejemplo. Tal vez, un formato de miniserie hubiera sido ideal para abarcar todo el material del libro en su justa medida.

*El lado oscuro y el luminoso se confunden

El diablo a todas horas (The Devil All the Time) tiene un reparto que quita el hipo. Es alucinante la concentración de rostros conocidos, con mayor o menos caché, que van desfilando por la pantalla. Todos brillan en sus pequeños fragmentos de esta historia sórdida y negrísima, no apta para espectadores que busquen algo ligero que llevarse a la boca.

Otro aspecto destacable es la puesta en escena. Campos elabora con minuciosidad, una ambientación rural tan truculenta que se huele y se sufre, igual que hacen los personajes. La violencia de la naturaleza humana se confronta con una fe ciega católica exacerbada. El lado oscuro y el luminoso se confunden muchas veces en este relato tan escabroso como fascinante. Quedan pocas ganas de visitar Knockemstiff, el lugar de Ohio donde se concentra la mayor parte de la acción y del que es originario el autor de la novela.

El propio Donald Roy Pollock presta su voz a un narrador que se convierte casi en un personaje más. Esa voz se eleva por encima de la acción y maneja la información que concede al espectador. En ocasiones, será una voz en off puramente narrativa que completa lo que sucede en pantalla, pero en otras, directamente adelanta lo que va a suceder con posterioridad. Es una decisión polémica, ya que eso resta intensidad dramática a algunas de las secuencias.

*El demonio de la fe

En El diablo a todas horas (The Devil All the Time), la maldad asume muchos rostros. No siempre son los esperados. La sangre vertida en esa tierra árida y abandonada a su suerte, se alimenta a base de fe en lugar de pan. Es cierto que la película no alcanza nunca un nivel de suspense asfixiante y que, por el tipo de historia que desarrolla, se queda corta en su capacidad para generar desasosiego e incomodidad en el espectador. Lo que no quiere decir que la película esté plagada de buenas secuencias, algunas bastante desagradables.

Los pequeños desequilibrios de ritmo se suplen con la magnífica fotografía de Lol Crawley (The OA, Utopía) que sabe transmitir esa atmósfera gótica sureña tan irracional y sudorosa. Pasaremos del psycho killer al cine negro o del drama intimista al discurso crítico contra el fanatismo religioso. Hay muchos elementos que hacen interesante esta propuesta tan perversa e impactante. Tal vez demasiados, como comentábamos antes.

Es el apartado religioso el que discurre por los terrenos más pantanosos. Fanáticos que realizan sacrificios para salvar vidas, se combinan con predicadores abusadores o feligreses ingenuos cuya ignorancia les aboca a la perdición. El demonio de la fe y la búsqueda de la redención serán los temas capitales planteados en esta obra oscura, ambiciosa y brutal.

*Conclusión

El diablo a todas horas (The Devil All the Time) es un thriller malsano dirigido por Antonio Campos, que se basa en la novela de Donald Roy Pollock. Nos propone un descenso a los infiernos de la América Profunda, en una época desoladora enmarcada entre dos guerras. Un viaje por carreteras polvorientas atestadas de psicópatas y malnacidos, que asume un atroz itinerario por el mapa del gótico sureño más depravado.

Es una película larga que, sin embargo, se queda corta al no poder abarcar en profundidad todos los personajes y subtramas que se suceden en la pantalla. El encadenamiento constante de situaciones escabrosas, puede hacer sentir que la narrativa se aboca, por momentos, hacia la precipitación y la exageración.

Sin embargo, El diablo a todas horas (The Devil All the Time) es una adaptación satisfactoria de una novela que critica con ferocidad la fe desmesurada en ídolos de barro. Muestra la dualidad del ser humano, con sus luces y sus sombras, las cuales muchas veces se confunden bajo las falsas apariencias. Es una película intensa y no siempre fácil, que hará las delicias de los buscadores de tesoros en el noir contemporáneo más radical y violento. Sus imágenes te dejarán poso.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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17 de septiembre de 2020
41 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
El diablo a todas horas es el cuarto largometraje de Antonio Campos, director norteamericano que en los últimos años se ha ido labrando un nombre en los círculos independientes gracias a trabajos como la interesante Christine y la incómoda Afterschool, trabajos que, lejos de ser redondos, dejaban entrever el talento latente de Campos para retratar atmósferas enrarecidas y personajes torturados. Esperaba que su nueva película fuera su consolidación como voz a tener en cuenta en el panorama estadounidense, pero por desgracia no ha terminado de ser el caso.

El diablo a todas horas es una película sin duda ambiciosa, pero, a fin de cuentas, preocupantemente monocromática, escrita con la elegancia de un rodillo. Basada en la novela homónima de Donald Ray Pollock, nos cuenta los eventos acaecidos a lo largo de veinte años en dos pequeños pueblos del sur de Estados Unidos, eventos enraizados en la violencia y el pecado e interconectados entre sí a través de varios personajes. Los abundantes saltos cronológicos son, a ratos, toscos y embarullados, resintiendo la fluidez del resultado. Varias secuencias se me hacen innecesarias, especialmente cuando hablamos de un trabajo de duración tan abultada. Su gusto por la sangre y la muerte sorprenden bastante durante la primera media hora, pero con el paso de los minutos se acaba volviendo algo rutinario. Si la idea era entumecer al espectador ante la violencia, objetivo cumplido, pero no estoy muy convencido de que esa fuera la intención.

Si algo llama la atención en El diablo a todas horas, eso es sin duda su espectacular elenco de actores jóvenes. Súper reparto. Y a veces, súper desaprovechado, como es el caso de Haley Bennett y Mia Wasikowska, quienes apenas tienen nada con lo que trabajar, y es una lástima. Por lo demás nos encontramos con una galería de personajes pintorescos (los hermanos Coen pero sin el humor, Martin McDonagh pero sin la profundidad psicológica), acentos sureños pasadísimos de rosca e interpretaciones de calidad variable. A Robert Pattinson lo llevo defendiendo años, y por suerte ya mucha gente se ha dado cuenta de que es un actor fantástico y lo de Crepúsculo fue simplemente un bache, pero su trabajo en esta película, siento decirlo, no me gusta nada. Se me hace tremendamente exagerado y caricaturesco. A Harry Melling (el primo cabrón de Harry Potter para los amigos) también se le va demasiado la olla, en mi opinión. Solo tolero a un predicador sobreactuado, y ese es el Eli Sunday de Pozos de ambición (del que, y todo sea dicho, los de esta película parecen copias baratas).

Con el resto de actores todo bien, no tengo quejas. Muy bien Bill Skarsgård como Willard. Su mirada ligeramente ida me convence de lo tocado que le ha dejado la guerra, tema que, desgraciadamente, no exploran tanto como me habría gustado. El dúo psicópata de Jason Clarke y Riley Keough también funciona bastante bien. La medalla de oro, sin embargo, se la lleva Tom Holland, única actuación comedida en medio de un desfile de rarezas estrafalarias. Su Arvin nos mantiene anclados en algo que se asemeja remotamente a la realidad, y menos mal, porque cuando tu desarrollo de personajes se limita a "voy a hacerlos muy raros", un protagonista como Arvin se agradece bastante.

Por lo demás, El diablo a todas horas no funciona mal. La violencia gráfica no me parece un problema, y dado el material que se está adaptando, yo diría que es necesaria. La fotografía, sofocante en sus colores cálidos, rústica y ligeramente estilizada, crean el clima apropiado para la historia. Las canciones de banda sonora también están muy bien elegidas y contribuyen bastante a la hora de establecer el tono de la película.

En general, El diablo a todas horas no me parece una película mala, pero sí bastante mejorable. Posee un buen elenco, talento tras las cámaras y el germen de una buena idea, pero le falta color al guion y desarrollo a muchos de sus personajes, y a veces parece saber cuáles son los temas que quiere abordar pero no cómo abordarlos, decidiendo sustituirlos por una suerte de escenas chocantes que, debido a la escasa introspección de los personajes que pululan por la historia, acaban por resultarme apáticas y poco interesantes, y si a esto le sumas que es estúpidamente larga con sus casi dos horas y media de duración, nos acaba quedando un producto de evidente potencial pero ejecución, en líneas generales, insatisfactoria. Una pena, la verdad.

Calificación: Pasable
Dabi
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16 de septiembre de 2020
43 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había muchas expectativas puestas en este reciente estreno de Netflix, ya sea por lo que la precede, por el reparto, por el director, por la sinopsis... Sin embargo, y a pesar de que es una buena película, me siento bastante decepcionado. Hay varios factores a destacar en esta cinta, pero también hay otros tantos que desmerecen la experiencia y acaban por hacerla tediosa por momentos.
Empezemos por lo bueno, y lo que para mí ha sido lo mejor: el reparto. Un Tom Holland, como protagonista, en lo que para mí es sinceramente, lo mejor que ha hecho hasta la fecha, rompe con lo establecido anteriormente y lo borda en un papel que se distancia de sus anteriores registros. Robert Pattinson en el papel de un perverso y aprovechado predicador. Sus sermones, así como el de Harry Melling al poco de arrancar la película, son muy potentes y visualmente impactantes, a la par que recrea a la perfección el reverso oscuro de su personaje. Bill Skasgard como ex-combatiente, padre y devoto amante de su esposa nos regala también varias escenas desgarradoras llevando su profunda religiosidad al extremo.
La estética y fotografía del film tampoco fallan y Antonio Campos retrata de forma extraordinaria un pueblucho americano perdido de la mano de Dios (nunca mejor dicho). La granulosidad ayuda de cierto modo a ubicarnos en la época y le da un ambiente añejo y rústico, con planos bien meditados y rodados con maestría y elegancia.
La historia y la trama son buenas, puro thriller dramático, y que une todo lo contado en un arco intergeneracional bastante redondo, sin embargo, siento que hay demasiados acontecimientos que surgen por arte de la casualidad, lo que denota un guión regulero. Entiendo que quiere hacernos ver que en un pueblo pequeño y lleno de gente con maldad intrínseca todo sale y todos se encuentran en el camino, pero hay cosas que están muy cogidas con pinzas.
La odiosisima voz en off también desgasta al espectador, contándonos cosas que sin problema bien podrían contarnos mediante imágenes, y de hecho así lo hacen, por lo que a veces queda algo repetitivo y redundante.
Es una buena película como ya he dicho y sus actuaciones acercan a estos jóvenes actores, más aún si cabe, al altar hollywoodiense. A pesar de ello siento que con los elementos y ideas que había, tenía que haber salido un producto mucho mejor.
Sua
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