'El tiempo todo locura': La coctelera del tiempo
Por
  • Javier López Clemente

'El tiempo todo locura': La coctelera del tiempo

La obra 'El tiempo todo locura'.
La obra 'El tiempo todo locura'.
Teatro del Mercado

El físico Carlo Revelli defiende que el tiempo es una variable que no existe en el universo. No hay un ahora. El tiempo tan solo es una noción que el ser humano necesita para ordenar y comprender el mundo mediante la narración. El cerebro es una máquina del tiempo que utiliza la memoria para contarte la historia a ti mismo, o como escribe Manuel Vicent "El tiempo sólo son las cosas que te pasan". Pero claro, los recuerdos que tienen los tres hermanos protagonistas de ‘El tiempo todo locura’ son diametralmente opuestos e incompatibles con la reconstrucción de un pasado familiar común para establecer unas relaciones personales que, más allá del rol estereotipado que se le asigna a cada uno de ellos, alcancen una mayor calidad humana.

La solución dramática a estas disquisiciones acude a la película ‘Regreso al futuro’ cuando Doc explica a Marty McFly que el mayor peligro de viajar en el tiempo es que la modificación de cualquier evento del pasado provoca una realidad nueva y paralela a la realidad conocida. Un recurso ideal para fabricar una peripecia con diferentes planos narrativos que se materializa en un texto con exceso de adornos en remantes pocos ingeniosos, chistes facilones y referencias a canciones populares. La dirección se empeña en mantener un tono monocorde de comedia que no deja espacio a otros matices para activar la tensión que necesita el humor, hasta que la función termina con el aderezo de un guiño al público para teñir el mensaje de moralina, buenas intenciones y la deliciosa melodía de ‘La vida sigue igual’

'el tiempo todo locura' **
Texto y dirección:Félix Estaire.
Escenografía y vestuario:Almudena Bautista.
Intérpretes:Silvia de Pé, Ángel Ruiz y Camila Viyuela.

El trabajo actoral se ciñe a estas exigencias con unas interpretaciones sustentadas en una energía de sobra para alcanzar y mantener un alto grado de comicidad, tanto en la agilidad con réplicas y diálogos, como en la pulcritud de gestos y coreografías.

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