Protestas contra la Guerra de Vietnam

La historia real del juicio a "Los siete de Chicago"

En 1968, siete jóvenes fueron arrestados, juzgados y condenados tras ser acusados de ser los presuntos cabecillas de los altercados que tuvieron lugar en la ciudad de Chicago durante la convención del Partido Demócrata.

De izquierda a derecha y de arriba a bajo, Abbie Hoffman, John Froines, Lee Weiner, Dave Dellinger, Rennie Davis, Tom Hayden y Jerry Rubin (y a su lado su novia, quien no fue encausada en el caso) dan una conferencia de prensa durante el transcurso del juicio en que se les acusaba  de manifestarse durante la Convención Nacional del Partido Demócrata en 1968. 

Foto: AP

Para cuando llegó agosto, 1968 ya se había convertido en uno de los años más agitados de la historia de Estados Unidos. Primero por el asesinato de Martin Luther King, líder de la lucha por los derechos civiles, el 4 de abril, y luego, por el de Robert Kennedy, el 6 de junio, hermano del también asesinado presidente John F. Kennedy. La guerra de Vietnam se encontraba en pleno apogeo, y una sucesión de protestas y de revueltas se sucedían en las calles de las ciudades norteamericanas. La tensión social era máxima cuando, a finales de aquel mes de agosto, varios grupos de activistas se reunieron en la ciudad de Chicago para protestar mientras el Partido Demócrata celebraba allí su Convención Nacional. Lo que en un principio se planeó como una manifestación pacífica, terminó en grandes disturbios y con ocho detenidos e imputados.

¿Cabezas de turco?

Varias organizaciones pacifistas decidieron trasladarse a Chicago para expresar su oposición a la guerra de Vietnam y a la actuación del presidente Lindon B. Johnson. El alcalde de la ciudad, Richard Daley, había dado orden de prohibir cualquier tipo de concentración. Con el fin de garantizar la seguridad y blindar la ciudad, movilizó a una cantidad asombrosa de fuerzas del orden: 12.000 policías, 7.500 soldados, 7.500 efectivos de la Guardia Nacional y 1.000 agentes secretos. El alcalde se mantuvo firme en la idea de prohibir las manifestaciones frente al lugar en el que se iba llevar a cabo la Convención. Tampoco permitió la celebración de un festival musical llamado Festival por la Vida. Unos días antes, el sábado 16 de agosto de 1968, a las cinco de la madrugada, el joven Abbie Hoffman (que más tarde sería arrestado) se presentó en el emplazamiento donde se celebraba el Festival de Woodstock y subió al escenario para boicotear la actuación de la banda inglesa The Who. El motivo era hacer pública su protesta por el encarcelamiento del activista John Sinclair, miembro de los Panteras Blancas. El guitarrista Pete Townshend, furioso por la intromisión, se encaró con Hoffman y no está claro si lo golpeó con su guitarra o simplemente le gritó: "¡Vete a la mierda! ¡Vete a la mierda de mi puto escenario!", mientras se enfrentaba a él. Sea como fuere, Hoffman acabó siendo expulsado del escenario de malos modos.

Durante el jucio al que fueron sometidos los Siete de Chicago hubo numerosas manifestaciones en las inmediaciones del juzgado. En una de ellas, los participantes exhibían un gran cerdo como señal de apoyo haciendo referencia al cerdo que los acusados presentaron como candidato a la presidencia durante 1968.

Durante el jucio al que fueron sometidos los Siete de Chicago hubo numerosas manifestaciones en las inmediaciones del juzgado. En una de ellas, los participantes exhibían un gran cerdo como señal de apoyo haciendo referencia al cerdo que los acusados presentaron como candidato a la presidencia durante 1968.

Foto: AP images

No está claro si Pete Townshend golpeó a Hoffman con su guitarra o simplemente le dijo entre gritos: "¡Vete a la mierda! Vete a la mierda de mi puto escenario!" mientras se enfrentaba a él.

Al final, cada petición para realizar una marcha o un acto público fue rechazada, y los líderes de los manifestantes sabían que los choques serían inevitables, lo cual podía beneficiarles de cara a la opinión pública. A pesar de las estrictas medidas tomadas, la violencia estalló durante la tarde del 28 de agosto, cuando la policía cargó con porras y lanzó gas lacrimógeno indiscriminadamente. Miles de personas resultaron heridas y más de 600 fueron arrestadas. Con todo, la administración demócrata decidió no juzgar a nadie por los disturbios porque consideró que las revueltas se habían producido en gran medida por la represión policial. Pero con la llegada a la presidencia de Richard Nixon en enero de 1969, los republicanos quisieron dar un escarmiento. El Departamento de Justicia creía que había encontrado un buen motivo para juzgar y encarcelar a los principales organizadores de las protestas.

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Los "Siete de Chicago"

Líderes de las principales organizaciones que se oponían a la guerra como David Dellinger, Rennie Davis, Jerry Rubin, Tom Hayden, John Froines, Lee Weiner, Bobby Seale, y Abbie Hoffman (este último fundador del Partido Internacional de la Juventud, cuyos partidarios eran conocidos como yippies, hippies organizados y revolucionarios que para burlarse del statu quo llegaron a presentar a un cerdo al que llamaron Pigasus el Inmortal como candidato a la presidencia en 1968) fueron acusados de conspirar para incitar a la rebelión y sentados frente al tribunal presidido por el magistrado Julius Hoffman. Inicialmente fueron conocidos como Los ocho de Chicago, pero el grupo fue rebautizado como Los siete de Chicago cuando Seale, cofundador de los Panteras Negras, consiguió ser juzgado por separado. Para dar una cierta apariencia de ecuanimidad, también se ordenó llevar a juicio, en una causa separada, a ocho policías acusados de excesos.

Los yippies, dirigidos por Abbie Hoffman, presentaron como candidato a la presidencia en 1968 a un cerdo al que llamaron Pigasus el Inmortal para burlarse del statu quo.

Desde el principio, los acusados entendieron que su proceso tenía más una dimensión política que jurídica. Fueron acusados de conspirar para cruzar fronteras estatales con la intención de incitar a la violencia, un cargo por el que podían pasar hasta diez años de prisión. Durante el proceso, el activista afroamericano Bobby Seale atacó verbalmente al juez Hoffman llamándolo "cerdo fascista" y "racista". Como castigo, el juez ordenó a los agentes que lo ataran y amordazaran durante la vista, hecho que aparece reflejado en la letra de la canción Chicago, de Graham Nash: "Entonces tu hermano está atado y amordazado, y lo han encadenado a una silla". Encontrar pruebas de que Seale había participado en los hechos enjuiciados junto con los otros siete acusados también resultó complicado, ya que se descubrió que no tuvo nada que ver en la planificación de la manifestación, sino que había acudido a Chicago para reemplazar al activista y escritor Eldridge Cleaver. Al final, apartado del caso, Seale fue sentenciado a cuatro años de prisión por desacato al tribunal, una de las sentencias más duras jamás dictadas por ese delito en Estados Unidos.

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Burlas y desacatos

Convertidos en "Los siete de Chicago", los acusados, particularmente los yippies Hoffman y Rubin, aprovecharon la ocasión para dar publicidad a sus ideas antisistema que, en algunos casos, rayaban el anarquismo. Durante la vista, los acusados se mofaron del tribunal ya que sabían que el juicio era el centro de atención para una creciente legión de seguidores. La burla fue en aumento, hasta el punto de que cierto día, Hoffman y Rubin se presentaron a la vista disfrazados con togas de juez. El juicio se alargó durante meses y en el mismo testificaron muchos personajes públicos de la izquierda y de la contracultura estadounidenses como el cantante de folk Arlo Guthrie, el escritor Norman Mailer, el defensor del LSD Timothy Leary y el reverendo Jesse Jackson. Durante la lectura de la sentencia, Abbie Hoffman llegó a sugerir al jurado que probasen el LSD, y se ofreció para ponerles en contacto con un traficante que conocía en Florida.

El profesor de Harvard y defensor del LSD Timothy Leary (en el centro) en una imagen junto a Abbie Hoffman (izquierda) y Jerry Rubin (derecha) en una comparecencia anunciando las acciones planeadas para la convención del Partido Demócrata.

El profesor de Harvard y defensor del LSD Timothy Leary (en el centro) en una imagen junto a Abbie Hoffman (izquierda) y Jerry Rubin (derecha) en una comparecencia anunciando las acciones planeadas para la convención del Partido Demócrata.

Foto: AP images

Durante la lectura de la sentencia, Abbie Hoffman llegó a sugerir al jurado que probasen el LSD, y se ofreció para ponerles en contacto con un traficante que conocía en Florida.

Tras cinco meses de juicio, al final, el 18 de febrero de 1970, los siete imputados fueron absueltos del cargo de conspiración. Sin embargo salvo John Froines y Lee Weiner, Los cinco restantes fueron condenados a penas de cinco años por cruzar las fronteras estatales con la intención a incitar al motín y fueron obligados a pagar una multa de 5.000 dólares cada uno. Al recibir la condena, David Dellinger dijo al tribunal: "Cualquier castigo al que me enfrente en prisión será leve comparado con lo que ya le ha pasado al pueblo vietnamita, al pueblo negro, a los criminales con los que ahora estamos pasando nuestros días en la cárcel del condado de Cook". Otro de los acusados, Tom Hayden acusó al alcalde de Chicago de ser el responsable de los disturbios provocados durante la Convención Demócrata en la ciudad. Abbie Hoffman señaló los retratos de los héroes de la Guerra de Independencia de Estados Unidos colgados en la pared detrás del juez Hoffman y dijo: "Conozco a esos tipos en la pared. Los conozco mejor que tú, creo. Conozco a Adams. Quiero decir, conozco a todos los Adams. Crecieron a veinte millas de mi casa en Massachusetts. Jugué con Sam Adams en el Concord Bridge. Estaba allí cuando Paul Revere se subió a su motocicleta y dijo: 'Los cerdos vienen, los cerdos vienen', en Lexington. Yo estuve allí ". El juez Hoffman, furioso con los condenados, tuvo un gesto de desprecio final hacia ellos: ordenó que los barberos de la cárcel les cortasen el largo cabello tanto a ellos como a sus abogados defensores. Posteriormente, en una rueda de prensa, el alguacil Joseph Woods mostró orgulloso el cabello rapado de Abbie Hoffman.

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Final extravagante y un suicidio

El 21 de noviembre de 1972, todas las condenas fueron revocadas por la Corte de Apelaciones de Estados Unidos sobre la base de la parcialidad del juez y su negativa a permitir que los abogados defensores examinaran a los posibles jurados en busca de prejuicios culturales y raciales, además también se denunció la vigilancia por parte del FBI de las oficinas de los abogados defensores. Durante el juicio, todos los acusados y sus abogados también habían sido acusados de desacato y sentenciados a prisión, pero esas condenas fueron asimismo anuladas. Los cargos por desacato se volvieron a juzgar ante otro tribunal presidido por un juez diferente, quien encontró a Dellinger, Rubin, Hoffman y Kunstler culpables de algunos de los cargos, pero no sentenció a ninguno de ellos a prisión ni al pago de multas.

Un furgón policial llegando a las dependencias judiciales con los Siete de Chicago en su interior en una de las jornadas del juicio. Decenas de manifestantes se habían reunido para recibirlos.

Un furgón policial llegando a las dependencias judiciales con los Siete de Chicago en su interior en una de las jornadas del juicio. Decenas de manifestantes se habían reunido para recibirlos.

Foto: AP images

Tras estos hechos, las vidas de los principales protagonistas del juicio fueron por igual fascinantes y extrañas: Bobby Seale tuvo que hacer frente a un juicio por asesinato, Rennie Davis se convirtió en seguidor de un gurú que pilotaba aviones, Jerry Rubin se convirtió en un corredor de bolsa hippie y Abbie Hoffman, que sufría una trastorno bipolar, se realizó una rinoplastia para cambiar de identidad y acabó suicidándose al ingerir 150 píldoras de Fenobarbital.