Tu mejor fan (2022), de Philippe Guillard

Antiguo jugador de rugby, el guionista y realizador galo Philippe Guillard se inspira en su propia vida para películas como Mi hijo y yo, su ópera prima, que retrataba con cierta gracia el mundillo de este deporte. Ahora habla de su trabajo tras las cámaras en una comedia de cine dentro del cine donde el actor Gérard Lanvin se interpreta a sí mismo, en un momento en el que se traslada a un pueblo de Provenza, para participar en una superproducción sobre el desembarco de las tropas aliadas en Francia durante la II Guerra Mundial. Solitario y gruñón, se ve obligado a hacerse el simpático cuando Momo Zapareto, el tipo que ha ido a reparar la piscina de la mansión en la que se hospeda, le confiesa que siempre ha sido un gran seguidor suyo. Teme que si le manda a paseo su imagen pública quede dañada, pero no se espera que el tipo no dejará de darle la vara desde ese momento, y hasta se tome la libertad de convertirse en su ayudante.

Parte de una idea con posibilidades, que consiste en mostrar las relaciones de un admirador demasiado apasionado con su ídolo, al estilo de thrillers como Misery o Fanático, pero con un tono cómico. Avisa de que se tiende a abusar de los personajes públicos, que al fin y al cabo no tienen por qué estar disponibles a todas horas para lo que necesiten sus seguidores. Pero a Guillard no le van a salir muchos incondicionales por este trabajo, sobre todo porque desaprovecha el punto de partida, con chistes simplones que por desgracia no funcionan, y personajes muy planos.

El antaño actor solvente pero últimamente en horas bajas Lanvin sale del paso como puede, y al menos demuestra tener mucho sentido del humor al autoparodiarse, en la línea de John Malkovich en Cómo ser John Malkovich, o Nicolas Cage, en El insoportable peso de un talento descomunal. Pese a todo, su trabajo queda deslucido por la presencia de Artus, que se hizo muy popular entre el público galo gracias a la televisión, y que había aparecido como secundario en otros largometrajes de cine. Su histrionismo resulta difícilmente soportable, por lo que el film sólo resulta recomendable para sus ‘mejores fans’. Puestos a salvar algo, merece este honor la trabajada fotografía de privilegiados parajes provenzales, que por cierto parecen patrocinados por la Oficina de Turismo local.