Tameka Yallop: "Esta Copa Mundial dejará un legado duradero en el fútbol femenino" - FIFPRO World Players' Union
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Tameka Yallop: "Esta Copa Mundial dejará un legado duradero en el fútbol femenino"

Historias de futbolistas

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La internacional australiana, de 32 años, está a punto de hacer su cuarta aparición en la Copa Mundial Femenina de la FIFA. La centrocampista es miembro del comité ejecutivo de la PFA en Australia y del Consejo Mundial de Futbolistas.

Por Tameka Yallop

Mi primera Copa Mundial fue en Alemania en 2011 y el ambiente fue realmente increíble. Me hizo darme cuenta de lo que grande que era el fútbol en Europa en comparación con mi país, y recuerdo que me impresionó muchísimo la calidad de los campos donde jugábamos. En Australia, donde me crie, la mayoría de los campos estaban sucios, así que me abrió los ojos para ver cómo había evolucionado el fútbol en todo el mundo. 

El contraste de tener que jugar cuatro años más tarde sobre césped artificial en la Copa Mundial de 2015 en Canadá me sentó fatal. Fue una experiencia horrible, un hombre nunca habría tenido que sufrir algo así. Me hizo preguntarme por qué pasaba esto en la Copa Mundial Femenina. ¿Por qué no jugábamos en las mismas condiciones? ¿Por qué íbamos hacia atrás?  

Hubo una protesta más que justificada al respecto y, aunque tuvimos que perseverar y jugar el torneo tal como estaba previsto, fue un momento importante de concienciación en el fútbol femenino. Para el momento en que estuvimos a la altura de jugar en Francia en 2019, la publicidad del fútbol femenino se había disparado en todo el planeta.  

Esta disparidad podemos verla en todo el fútbol si comparamos los partidos masculinos y femeninos, y afortunadamente estamos empezando a cerrar algunas de estas brechas en el comité. Hace solo cuatro años, la selección nacional femenina había de viajar más de 30 horas en clase turista, para jugar pocos días después y eso era absolutamente agotador; apenas tenías tiempo de recordar qué camiseta debías llevar, por no hablar de jugar a pleno rendimiento. Sin embargo, el equipo masculino nunca tenía que sufrir estas condiciones. Como deportistas, era frustrante recibir un tratamiento distinto.  

Como equipo, se lo comentamos a nuestro sindicato, PFA. Representa tanto a los jugadores como a las jugadoras de Australia y eso ayudó mucho a determinar dónde estaban las diferencias y los pasos que había que dar. Hemos tenido mucho apoyo del equipo masculino también y hemos mantenido un diálogo abierto en todo el comité. Australia es una nación que presta atención al deporte, y creo que estamos en un momento en el que nadie quiere obstaculizar las oportunidades de las mujeres, ni ellas mismas, ni sus compañeras de equipo, ni sus hijas o hermanas. Estamos todas unidas y queremos esa igualdad de oportunidades.  

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Los cambios que se han hecho desde entonces, especialmente con los viajes, han cambiado totalmente las cosas. Cuando llegas a la concentración después de haber dormido durante toda la noche en clase business, sin toda esa rigidez e incomodidad previas, puedes afrontar mucho mejor el jet-lag. Eso tuvo un impacto directo en las jugadoras tanto mental como físicamente y, como consecuencia, nuestro rendimiento mejoró muchísimo. Ahora nuestra selección nacional es consciente de lo importante que es el viaje para nuestros partidos, y se ha adaptado proactivamente. 

En el fútbol femenino siempre ha habido pioneras que sientan las bases del deporte; Alemania ha estado ahí durante un tiempo garantizando la competitividad tanto en su selección masculina como femenina, Inglaterra ha dado pasos importantes con su liga nacional, y ahora Australia destaca como uno de esos países que está mostrando el camino para avanzar, en especial para la selección nacional. 

El fútbol femenino está creciendo exponencialmente. Es increíble si comparamos donde estamos ahora con lo que vivíamos hace tan solo cinco o seis años. Cuando jugué en Japón, solo había tres jugadoras profesionales en el equipo, todas las demás dejaban los entrenamientos para irse directamente a trabajar a un almacén, para después retomar una sesión de entrenamiento por la tarde al terminar su turno. Cuando pienso que muchas todavía están así... En todo el mundo se ha disparado una atención por las mujeres en el deporte que es contagiosa.  

Este empuje no ha dejado de crecer y el deporte está a un nivel más competitivo que nunca. Es alucinante pensar que podemos trasladar este despliegue publicitario en el fútbol que viví en Europa en mi primera Copa Mundial. Hacerlo extensivo para que todas puedan vivirlo. 2023 será un evento determinante que dejará un legado duradero en el fútbol femenino. Es emocionante pensar que está sucediendo en tu propia tierra y que el fútbol femenino puede ser algo que inspire y una a los australianos.  

El reconocimiento por parte del público de la FIFA de los cambios que van a producirse en este torneo es un gran paso adelante. Es algo que nunca pensé que viviría como jugadora. La igualdad en cuestión de viajes, la mejora del alojamiento y de las finanzas son factores que siempre benefician al deporte. Nuestras jugadoras van a estar más frescas, serán más competitivas y todas podrán darlo todo desde primer partido.  

Creo que fue mi propia experiencia de los cambios que logramos hace poco con la PFA Australia lo que me motivó a ser una de las 150 jugadoras que firmaran la carta abierta a la FIFA, buscando esta profesionalización del torneo. Estoy orgullosa de haber formado parte de ello. Aunque todavía hay mucho margen de mejora, creo que hemos abierto un diálogo con firmes compromisos de cambio. 

Ahora estoy en el comité ejecutivo de la PFA Australia y es maravilloso estar en un lugar donde vemos qué aspectos del deporte están recibiendo atención y dónde estamos avanzando. Hay un buen equilibrio de opiniones entre los directivos, los jugadores hombres y las jugadoras mujeres, y eso nos permite comprender bien dónde se sitúa el fútbol en el país. 

El fútbol en Australia está cambiando continuamente y estamos a punto ver una evolución que podría ser más profunda en nuestras ligas nacionales. De pequeña, hasta que tuve 13 años no hubo un equipo femenino disponible para mí, y yo quería jugar a toda costa para impulsar esa fase evolutiva y crear más oportunidades para jóvenes futbolistas —tanto equipos masculinos como femeninos— y reforzar la selección para nuestras ligas australianas.  

Quiero conseguir muchas cosas en Australia y las experiencias positivas que he tenido impulsando el cambio me motivan a implicarme más. Cuando he viajado al extranjero a menudo he visto formas de hacer las cosas a las que aspiraba para mi propio país, pero por otra parte hay muchos países con situaciones mucho peores donde tienen muy poco con lo que trabajar para empezar a ver mejoras. Cuando me ofrecieron un puesto en el Consejo Mundial de Futbolistas de FIFPRO, fue fácil aceptar. Me dio la oportunidad de trabajar por la igualdad —entre géneros, países y procedencias— a escala mundial. 

Quiero ayudar en todo lo que pueda pero, personalmente, me importa mucho la maternidad en el fútbol. Aunque hemos visto mejoras en esta área en el último año más o menos, es solo la punta del iceberg. La experiencia de ser madre y deportista es algo que siempre he pospuesto en mi carrera, y pude tener una familia gracias a mi mujer, que dejó fútbol.  

Me siento muy afortunada de tener a mi hija, Harley, en mi vida, pero muchas deportistas retiradas no tienen una familia. Es triste pensar que algunas de ellas tuvieron que tomar esa elección por su carrera. Quiero contribuir a cambiar esa mentalidad y darles a las mujeres la oportunidad de empezar a pensar en tener hijos antes de que termine su carrera y garantizar que puedan volver a jugar más fuertes y apoyadas.  

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Tameka Yallop, junto a su hija Harley (Crédito: Tameka Yallop)

Estamos empezando a ver cada vez más ejemplos de madres futbolistas. Es importante que prestemos atención a los problemas a los que se enfrentan y cómo adaptarse a ellas, porque son las que dan ejemplo a las futuras jugadoras. Los clubes y las selecciones nacionales tienen que escuchar y comprender las necesidades de las jugadoras, no solo durante el embarazo, sino como madres con hijos a los que cuidar mientras desarrollan su carrera.  

Hay mucho camino por recorrer en ese sentido, pero estoy orgullosa de que la australiana sea una de las selecciones nacionales que están sentando las bases. Yo he tenido una experiencia positiva en las concentraciones de entrenamiento con mi hija. Hay muchas cosas en las que pensar, como la niñera, la alimentación y los viajes, pero lo más importante sobre todo es darle un ambiente acogedor, y sin duda Australia lo ha proporcionado.  

Hemos tenido dos niños en la concentración, y se ha hecho que fuera un momento destacado. Hay mucho más equilibrio y saca lo mejor de todas las jugadoras, no solo las madres. Si hemos tenido una mala sesión, los niños no se dan cuenta ni les importa; simplemente te cuentan su día, hacen algo divertido y eso alivia inmediatamente el estrés.  

El equilibrio en la vida siempre es difícil y creo que ser jugadora y madre siempre supone pasar un tiempo alejada de tu hijo que seguramente no hubieras elegido. Pero yo estoy en un punto en el que tengo un gran equilibrio que no hubiera sido posible hace tan solo unos pocos años, y eso es todo gracias a los esfuerzos del club y el equipo de selección nacional.  

He tenido mucha suerte de jugar durante un periodo de auténtica agitación social en el fútbol femenino, y me he beneficiado enormemente de las luchas y el trabajo de las jugadoras que me precedieron. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Quiero contribuir —tanto en el campo como en el comité— a mejorar el fútbol para las próximas generaciones.