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Comedia

Superbad, la comedia adolescente que marcó a una generación

Publicado 18 Ago 2017 – 05:39 PM EDT | Actualizado 11 Mar 2019 – 02:44 PM EDT
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«¿Contra qué te estás rebelando?» le preguntan a Johnny Strabler, un motero rebelde interpretado por Marlon Brando en la película The Wild One, de 1953.

«¿Qué me propones?» responde él.

La cita ha pasado a la historia por encapsular el sentimiento de rebeldía adolescente, una rebeldía abstracta y sin objeto, originada en la confusión y la incertidumbre más que en la claridad y la seguridad que se pretende aparentar.

(Un par de años después se lanzó una película que evidenciaba el concepto desde el título: Rebelde sin causa)

Se podría decir que el retrato adolescente en Hollywood ha sido la representación de ese mito, ha estado guiado por ese sentimiento, por esa rebelde confusión o confusa rebeldía que, puesta en escena, preferiblemente a través de comedias que alivian con humor y romance las tensiones existenciales adolescentes, han marcado a diferentes generaciones. Los 70 tuvieron American Graffiti, los 80 las películas de John Hughes y los 90 Dazed and Confused, Clueless o Can’t Hardly Wait.

Superbad es la comedia adolescente de los 2000. La comedia adolescente de los millennials.

Urgencia sexual y angustia existencial

Un poco antes American Pie había tomado uno solo de los muchos temas recurrentes de las comedias adolescentes, la urgencia sexual y la pérdida de la virginidad, para convertirlo en el centro de la trama; en American Pie este es el eje dramático de una historia de amistad (masculina) y de romance más divertida que reflexiva o trascendente.

Superbad llevó un poco más allá esa idea, con una exploración más profunda y matizada de la amistad, sin dejar de lado otros aspectos inherentes al género, como la necesidad de pertenecer, la alienación y la pérdida de la inocencia.

Todo esto, claro, sin perder ni un ápice de los aspectos más hilarantes, absurdos, ridículos y vulgares.

Una de las claves del éxito de Superbad es la dupla Michael Cera y Jonah Hill, que se complementan a la perfección y que dan vida a personajes realmente entrañables y fascinantes.

Los personajes se llaman Seth y Evan, exactamente igual que los guionistas, Seth Rogen y Evan Goldberg, que idearon la historia y comenzaron a escribirla precisamente durante su adolescencia y basados en su propia experiencia, lo que le da al guión y a la película una autenticidad que no tienen otras comedias similares.

Incluso Fogell, el personaje de Christopher Mintz-Plasse que se convertiría en el favorito de los fans con su alter ego McLovin, estuvo inspirado en un amigo real de los dos durante su adolescencia.

Rogen y Goldberg, que luego se consolidaron como una dupla de creadores de destacadas comedias ( Pineapple Express, Funny People, This is the End) debutaron como guionistas con Superbad, pero contaron con una importante ayuda: Judd Apatow.

En 2007, el sello de Apatow y sus comedias se había vuelto una de las marcas más cotizadas de Hollywood.

Como productor, era el responsable de Freaks and Geeks, la serie de culto que es en cierto modo la precursora espiritual de Superbad (y que dio inicio a la carrera de ese nuevo «frat pack» asociado a sus producciones, con Seth Rogen, James Franco, Jason Segel y Martin Starr), pero además venía de dirigir Virgen a los 40 y Knocked Up, dos exitosos blockbusters.

Superbad, como las mejores películas adolescentes, esconde su verdadero corazón debajo de la superficie, en este caso bajo una capa de humor obsceno, obsesión sexual, romances platónicos, ganas de emborracharse y aventuras tan divertidas como exageradas y ridículas.

Una película en el fondo impulsada por un drama cabal y universal: la amenaza y el terror ante el comienzo de una nueva etapa vital y, sobre todo, el fin de una amistad.

Una amistad que forjada en la adolescencia adquiere, como tantas otras cosas experimentadas a esa edad, un carácter trascendente y definitivo, inseparable de uno mismo. Aunque la experiencia y el sentimiento permanece, esa separación suele ocurrir inevitablemente, y eso se llama crecer (madurar, diría, aunque esa es vista a veces como una palabra negativa).

De eso habla Superbad. Y de perder la virginidad.

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