En busca de Summerland

Una película “bonita”. Sin más. Bien hecha, bien escrita, bien dirigida, bien interpretada y técnicamente “bonita”...no será suficiente para llevar a la gente a las salas con esta situación que nos ha tocado vivir este año.
Una historia bastante sosa que no acaba de arrancar y que te impiden tomar empatía por ningún personaje ni por ninguna trama. Una película de otro tiempo que pasará con más pena que gloria por nuestras pantallas.

Un cuento tierno de amor prohibido durante la segunda guerra mundial, nos ofrece esta cinta británica con guion y dirección de Jessica Swale.

Alice Lamb, vive sola en la costa de Inglaterra en el verano de 1940, una persona con mal carácter que escribe sobre mitos y leyendas antiguas, en particular a Fata Morgana, y una especie de espejismo que puede parecer ser un castillo en una isla en el cielo. Extraído de una leyenda artúrica, aunque ella sabe que no es más que un fenómeno óptico tiene la ilusión de poder verlo algún día.

Sus recuerdos están en Vera, una mujer a la que una vez amó, pero que la dejó porque quería evitar las habladurías y ser madre de un hijo. Después de unos años todo se trastoca cuando aparece  Frank, un niño evacuado de Londres que huye de los bombardeos alemanes y que son alojados en pueblos pequeños para estar más seguros. 

Gemma Arterton interpreta a Alice, una solterona desaliñada y amargada que pasa sus días escribiendo y metiéndose en conflictos con la gente del pueblo, que la llaman bruja. En diversos flashbacks conocemos a Gugu Mbatha-Raw su amor del pasado. El joven Frank (Lucas Bond) es el niño que hará que se cuestione mucho su forma de vida.

Aparte de tener un giro importante que le da mucha carga sentimental a la historia, la película transcurre con un guion sencillo, quedando en un buen melodrama familiar.
Destino Arrakis.com

Película de época (si podemos considerar tal la II Guerra Mundial), de las que podemos considerar como bonita y sensible, y que nos lanza un canto de esperanza en un momento tan feo como el que vivimos. Una mujer de carácter agrio vive en la costa inglesa apartada del mundo hasta que le llega un encargo: cuidar al hijo de una familia que sufre los efectos de los bombardeos alemanes en Londres. El rechazo inicial irá paulatinamente cambiando según se van conociendo.

La verdad es que todo confluye para que esta película guste: unos exteriores estupendamente fotografiados, una partitura que acompaña acertadamente, un reparto que cumple con su cometido a la perfección y una historia que toda la fibra sensible en varias facetas. Vamos, que hay que ser un auténtico monstruo para no ver con buenos ojos "Summerland" (es ironía), y que puede agradar a muy diferentes tipos de público, siempre que no estemos ante los alérgicos a los relatos tiernos.

A pesar de que se introducen elementos sobre las relaciones sentimentales fuera de los rígidos estándares de la época, sobre todo se trata de un drama acerca de personas desubicadas y heridas que se necesitan unas a otras, aunque en un principio se nieguen. Se huye del edulcoramiento, que era un peligro claro, sobre todo gracias a los dos actores principales, la siempre sobresaliente Gemma Arterton y el pequeño Lucas Bond, que sale muy airoso del envite. Solo al final si rezuma demasiado almíbar, pero son ya los minutos de la basura y no se lo tenemos tanto en cuenta como para negarle una buena nota.

La dramaturga Jessica Swale da el salto desde las tablas de "El Globo" al del celuloide con un guion propio a imagen y semejanza de los blancos acantilados de creta (carbonato cálcico) apenas surcados por vetas de pedernal negro, de Dover donde transcurre la acción.
Un melodrama amable y tierno que viene bien como respiro y bálsamo ante tanta tragedia que nos rodea. La directora filma con soltura, encuentra el tono y el ritmo de lo que quiere contar y deja sobre la mesa y a la vista los aspectos más dramáticos del asunto como son la crudeza de la guerra, la separación de cientos de niños de sus padres para refugiarse de ella, el lesbianismo o la interracialidad, sin profundizar en ellos. Sería otra película. Y Swale prefiere no complicarnos el día y que sea el espectador el que reflexione sobre las derivadas.

Gemma Aterton se hace con las riendas del asunto bien secundada por el resto del elenco donde cabe destacar a la joven promesa inglesa de quince años de nombre sonoro Dixie Egerickx, a la que también pudimos ver en la menos acertada "El jardín secreto" y que seguro que dará que hablar en el futuro.

cineziete.wordpress.com

Soy una gran fan del cine, desde diferentes puntos de vista, ya que con los años he ido aprendiendo a valorarlo aún más. Para mi el cine es un transporte hacia un sentimiento, con su diálogo te hace expresar cosas para las que no encontramos palabras, con su música crea una armonía perfecta.

Creo en que cada cosa tiene su momento ya que sino fuese de esa manera no las entenderíamos. Esta película estaba pendiente en mi lista desde hace tiempo, pero hasta hoy no la he visto, creo que porque no ha sido, hasta ahora, el momento indicado para hacerlo.

Quizás es una de las películas más bonitas que he visto, sino la única, y por supuesto desde hoy mi favorita. Me he sentido identificada con la protagonista desde el principio, como si de mi historia se tratará. El diálogo ha sido impecable desde el principio hasta el final, y la trama creo que no ha podido ser más adecuada.

Desde mi punto de vista, expresa de una forma muy sutil y delicada la manera en la que afrontamos la muerte, o el sentimiento de pérdida, creo que sin importar la religión o la creencia que tengamos, todos en algún momento hemos necesitado ese apoyo y esa sensación o señal de que esa persona sigue entre nosotros y se está intentando comunicar, a través de la forma de una nube, de un espejismo o quizás un sonido familiar.