Críticas de De repente, el último verano (1959) - FilmAffinity
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De repente, el último verano

Drama. Intriga En la Nueva Orleans de 1937, una rica viuda, la señora Venable, ofrece al doctor Cukrowicz los fondos para crear un hospital a condición de que practique una lobotomía a su sobrina Catherine. La señora Venable se encuentra perturbada por la reciente muerte en Europa de su hijo Sebastian, con quien solía viajar todos los veranos, salvo el último, en el que Sebastian prefirió llevar como acompañante a su prima Catherine. (FILMAFFINITY)
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Críticas 84
Críticas ordenadas por utilidad
24 de julio de 2006
117 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basado en una novela del magnífico escritor, alcohólico, gay y depresivo Tennesee Williams ("un tranvia llamado deseo", "la gata sobre el tejado de zinc", etc...), escrito después de que su hermana Rose, afectada de esquizofrenia paranoide, fuera lobotomizada con permiso de sus padres al no responder a los tratamientos farmacológicos. Tennesse jamás perdonó tal hecho a sus padres y las consecuencias que supuso, ya que Rose quedó idiotizada para el resto de su vida.

En 1959 el director Joseph Leo Mankiewizc ("La condesa descalza", "Eva al desnudo", "Carta a tres esposas", "La huella"), otro personaje controvertido de Hollywwod tuvo la idea de convertirla en película y quiso contar para ello con nada menos que Monty Cliff, Elisabeth Taylor y Katharine Hepburn.

En el propio guión del film participó Tennesee, conviertiéndose este en un guión oscuro, retorcido, enrevesado y poético.

Mankiewizc, como sabemos, es un gran director de actores, no en balde sabe rodearse de los mejores, especialmnete de actrices de gran caracter, y aquí el lucimineto de la gran Liz Taylor es espectacular. Seria algo así como la joven sobrina del personaje de Katharine Hepburn, ingresada en un psiquiatrico preparandose para que un Monty Cliff neurocirujano y enamorado de ella solo al verla tenga que operarla. Sebastian, su primo, falleció el último verano, para desdicha de su delirante madre(Katharina Hepburn). El conflicto de Edipo, pero al revés, es decir, adoración extrema de una madre por su hijo está llevado al extremo y la interpretación de burgesa delirante de Hepburn es genial. Todos esos elementos, una preciosa fotografia en B/N, unas imágenes que hablan por sí mismas, especialmente en el tremendo desenlace donde nos entermanos de como fue la muerte del no tan maravilloso Sebastian, el papel que jugó su madre, etc.. hacen del film una obra extraña y francamente interesante de ver.
manderlay puntoes
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7 de abril de 2009
92 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rose Williams sufre una esquizofrenia paranoide. Sus padres deciden someterla a una lobotomía tras el fracaso de los fármacos. El resultado es tremendo. Rose deja de ser violenta, sus ataques desaparecen, la calma vuelve a existir en la familia Williams: Rose queda idiotizada para el resto de su vida.

Rose tiene un hermano alcohólico, homosexual y dramaturgo que siempre se mantuvo cercano a su hermana y se opuso a la operación quirúrgica que sus padres consintieron. Tras intentar que todo el mundo entendiera la enfermedad de su hermana con la obra “Un tranvía llamado Deseo”, Tennessee Williams escribe “Suddenly, Last Summer” donde carga de manera directa contra esta práctica quirúrgica que en EUA se puso de moda inutilizando a un número indeterminado de pacientes.

Dos mujeres tiene la culpa de que podamos disfrutar de manera malsana en esta película sórdida, áspera y lenta: la supuesta enferma mental Catherine Holly (Elizabeth Taylor) y la madre don síndrome de Electra, Violet Venable (Katharine Hepburn). El neurocirujano Cukrowicz (Montgomery Cliff), no es más que un intermediario para que ambas mujeres nos arrastren al mundo de Sebastian.

Sentimos el agobio nada más llegar al jardín de Sebastian, el hijo fallecido de Violet en el último verano, y no hay atisbo de duda de que nada agradable nos espera mientras gozamos de esta película.

Dos personajes, quizá junto con el doctor los únicos en apariencia sanos mentalmente, la madre de Catherine (Mercedes McCambridge) y su hermano (Gary Raymond) son retratados con una dureza descomunal, me imagino, que plasmando de manera despiadada a la propia familia del dramaturgo por permitir la operación de su hermana Rose.

“De repente, el último verano” es toda una lección de cine, al menos hasta los minutos finales, donde un flashbacks rompe la película en mil pedazos. Y es que, hasta ese momento, el estupendo guión de Williams, había conseguido verter toda la información del pasado sin recurrir por ello a los flashbacks, consiguiendo una cinta con un tono completamente asfixiante. Sus últimos minutos todo se vuelve evidente y la forzada declaración de Catherine quita misterio y terror al personaje desconocido: Sebastian. Como en su anterior adaptación a la gran pantalla (La gata sobre el tejado de zinc) la película no trata abiertamente de la homosexualidad, aún así, Williams supo como hablar de un tema que no quería ser hablado en aquellos años.
Chagolate con churros
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16 de marzo de 2007
68 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
De esta gran película destacaría:

-El excelente guión, firmado por dos escritores (Gore Vidal y Teennessee Williams), de ahí que sea algo enrevesado, poético, profundo, magnífico. Está basado en una experiencia autobiográfica del propio Williams: su hermana fue lobotomizada y quedó idiotizada. No se lo perdonó a sus padres.

-La sabia mano que lo dirige todo: Mankiewicz.

-Las asombrosas interpretaciones de los tres protagonistas: Liz Taylor (traumatizada, angustiada), la delirante madre de Sebastian (Katharine Hepburn) y Monty Clift (comprensivo médico, buenorro, que hace las veces de detective).

-La influencia de Freud y el psicoanálisis, como ya ocurriera en otras películas anteriores ("Recuerda", de Hitchcock, por ejemplo).

-La bellísima fotografía en blanco y negro, que refleja el sórdido manicomio y el exuberante y extraño jardín, y que contribuye a la atmósfera asfixiante de la película.

-Los temas que tratan son muchos y variados: la lobotomía, la locura, la angustia, el complejo de Edipo (al revés), la homosexualidad, el egoísmo...

-Precisamente, esta fue una de las primeras películas norteamericanas que muestra un personaje de clara tendencia homosexual.

-Aunque , es verdad, que Sebastian (el poeta homosexual) sólo sale uno poco al final. Ocurre como en "Rebeca·,de Hitchcock, que se habla continuamente de un personaje ya fallecido.

-El carácter altruista y bondadoso del doctor contrasta con la ambición y el egoismo de la familia de la protagonista (madre y hermano).

Gran película, un clásico que nadie debe perderse.
Manuel PM
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19 de mayo de 2009
82 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los grandes del cine -y Mankiewicz lo es- tienen algunas películas que están aupadas y consideradas más de lo que son, por el simple motivo que ese autor tiene suficientes obras maestras como para que llegue un momento que sea complicado ser crítico con él con tanta perfección. Eso le pasa a Ford, a Kurosawa, a Godard, a Buñuel, a Lean... a todos.

Es como cuando el empollón de la clase le ponían siempre sobresaliente. ¿De verdad creen que hacía los exámenes tan bien? Pues claro que no, pero la vida es consecutiva y consecuente, por lo tanto causal, y todo se arrastra, lo bueno y lo malo.

“De repente, el último verano” me parece una obra bastante fallida de Mankiewicz que intenta beneficiarse del contenido morboso de la historia y del prestigio de los guionistas, unido a un colorido y prestigioso reparto para hacer una obra ante todo provocadora. Sin embargo la película va y viene, y son igual de memorables sus excelentes minutos, que los tiene, como los más soporíferos y estridentes, de los cuáles prefiero no recordar.

Pasemos a spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
vircenguetorix
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3 de diciembre de 2008
44 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo por pensar en cómo tratar patologías mentales, practicar una lobotomía y en cómo de precaria está la neurocirugía en 1937, (en un hospicio para enfermos mentales donde se funden las bombillas), la película despierta interés.

Si añadimos a Tennessee Williams en la narración, Mankiewicz en la dirección; Taylor, Hepburn y Montgomery Clift en el reparto, queda claro que semejante plantel no deja de generar grandes expectativas. Que se cumplan o no ya es otra historia.

Los monólogos de Hepburn, disertando sobre la crueldad de la vida y la cosificación del hombre retratado como simple mortal para divertimento de ese megalómano personaje, (nunca aparecido en la película pero presente a lo largo de toda la historia: Sebastian), acompañados de la aristócrata pose de la actriz y de su anoréxica expresión de locura, vuelven a presentárnosla como a la mejor intérprete del siglo XX. Eso sí, Elizabeth Taylor, soberbia, le rompe el saque a la primera sin ningún tipo de complejo ni amilanamiento. Montgomery Clift, entretanto observa (y aprende).

Hay un cuarto personaje, Sebastian. No aparece. Su madre y su prima hablan sobre él. Bastan 10 minutos al comienzo, para sentir la mayor animadversión que se pueda contraer hacia un personaje que ni siquiera da la cara. Hepburn consigue lo extraño: por cada halago que le dedica a Sebastian, encuentras una lacra más en el carácter del niño bien, de ojos azules, narcisista, amoral, libertino... Dadivoso (dice ella); no: vanidoso e indiferente a todo sufrimiento humano.

La versión de Liz choca frontalmente con la de Hepburn. Taylor retrata a su primo como un ser hambriento de hombres por alimentarse a base de píldoras y ensaladas. “Habla de ellos como de los platos de un menú: este es apetitoso; ese otro delicioso...” Una menciona su virtud y castidad; la otra su homosexualidad y depravación. Por eso la segunda está loca; la moralidad de la época no tolera una mente lasciva.

¿Cuál dice la verdad? La verdad está en el fondo de un pozo sin fondo... El cometido de Clift, neurocirujano chantajeado por la mecenas interesada en desterrar la verdad (Hepburn) de la mente transtornada de Taylor, es llegar a ese fondo. Llegar al fondo del fondo es la única forma que encuentra para reflotar a la chica. Pero la lobotomía es su primera opción: “¿sabes qué es eso? ¡un agujero en el cráneo, mamá!”, implora Liz, a lo que su hermano responde: “no tienes de qué preocuparte, será cómo si te quitan las amigdalas”...

Destaco como lo mejor de la película el duelo a muerte entre Hepburn y Taylor en la escena en la que se encaran (en el hospital) y el relato final de Liz Taylor, insuperable, sobre lo que ocurrió, de repente, el último verano.

Clift, sólo está utilizado en esta película; entra en escena para dar la réplica a las dos grandes intérpretes (y no dejarlas hablando solas) en una historia sostenida a base de extensos monólogos y de dos interpretaciones insuperables.
Valkiria
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