Stromboli (2022), de Michiel van Erp

Sara es una mujer en clara crisis no sólo conyugal y familiar, si no, sobre todo, existencial. De modo que se embarca en unas vacaciones a la volcánica isla italiana de Stromboli, ahogando sus penas en sexo, droga y alcohol desenfrenados, sin grandes horizontes. Hasta que cuando está en el interior de una iglesia, se le acerca un extraño tipo con halo de gurú, que la invita a participar en una suerte de retiro, a un alojamiento donde se pueden observar símbolos cristianos como un crucifijo, pero donde también se practican técnicas de relajación al más puro estilo zen. De cháchara con otros participantes, acabará confrontada a sus demonios interiores.

Insufrible cinta redención o así, dirigida por el holandés Michiel van Erp, en que el título quiere evocar tal vez el homónimo de Roberto Rossellini e Ingrid Bergman, aunque las comparaciones son odiosas, evidentemente.

De algún modo se abordan el vaciamiento interior de tantas personas en el siglo XXI, que no tienen motivos para seguir viviendo, y desconocen el significado de palabras com pecado y perdón, de modo que sus heridas en el alma siguen perpetuamente en carne viva, o cicatrizan mal, con infecciones recurrentes, y la necesidad de acudir a narcóticos placenteros, para olvidar. Protagoniza Elise Schaap, que da el tipo de dama que no deja de dar tumbos por la vida.