Spider-Man: No Way Home (2021), de Jon Watts

J.J. Jameson ha desvelado en un vídeo viral que tras la máscara de Spider-Man se esconde Peter Parker. Lo que arruina la vida de éste, pues desata protestas de seguidores de Mysterio, convencidos de que se trataba de un héroe, y que le consideran culpable de su muerte. Además le investigan las fuerzas del orden, y sobre todo, lo más doloroso, el Instituto Tecnológico de Massachussets le niega el ingreso por resultar polémico, así como a su novia, MJ, y a Ned Leeds, su mejor amigo. Para arreglarlo, a Parker no se le ocurre otra cosa que acudir a su amigo el Dr. Extraño, que lanza un hechizo que en lugar de solucionar la situación, la empeora todavía más, pues al salir mal el plan abre la puerta a enemigos del Trepamuros de otros mundos del multiverso.

Broche de oro a la trilogía de Spider-Man que ha dirigido Jon Watts, con Tom Holland al frente del reparto. El guión de los especialistas en comedias Chris McKenna y Erik Sommers mantiene cierta frescura, al recurrir al concepto de realidades alternativas, explorado en el film de animación Spider-Man: Un nuevo universo, pero no en los filmes de imagen real, lo que trae consigo sorpresas, con apariciones de actores ya conocidos en personajes icónicos. Los trailers han revelado que los primeros espadas Alfred Molina, Jamie Foxx y Willem Dafoe están de vuelta, pero hasta ahí se puede desvelar.

El producto final combina bien momentos de enorme dramatismo, con un suceso que dará la vuelta a la vida del protagonista, con risas adolescentes, que explotan sobre todo la relación de Peter Parker con Ned, encarnado con desparpajo por el joven Jacob Batalon. Zendaya deja claro que tiene halo de estrella de largo recorrido, iluminando sus secuencias. A Holland le toca el mayor peso interpretativo, pues por lo que le ocurre va dejando poco a poco su etapa post-adolescente, para cargar con aquello de que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, tema que se recupera de antaño. Por supuesto, animan la función secundarios como Marisa Tomei, una gran tía May, que ha roto con Happy Hogan, de nuevo interpretado con simpatía por Jon Favreau, y el robaescenas Benedict Cumberbatch, que explota el lado más humorístico de Strange.

Abundan las conexiones con el Universo Cinematográfico de Marvel, así que se da por supuesto que el espectador sabe que el Lanzarredes conoce a Dr. Extraño por combatir junto a él a Thanos, en la saga de Los Vengadores. Y en un ‘más difícil todavía’, se recupera al protagonista de una de las series Marvel de Netflix, en una escena que no entenderán mucho quienes no la conozcan, o al menos el cómic en el que se basa. Por supuesto, la disfrutarán más quienes estén al día con todas las adaptaciones de Spider-Man rodadas hasta la fecha, o que al menos recuerden el destino de los villanos, o sucesos como el destino de Gwen Stacy, en The Amazing Spider-Man 2. El poder de Electro. Tanta referencia al pasado trae a la memoria del espectador que esta entrega, pese a sus virtudes, dista mucho de la calidad de alguna anterior.

En cualquier caso, rompe la maldición de las terceras partes de Spider-Man, pues la de Tobey Maguire bajaba el nivel, mientras que Andrew Garfield no llegó a tener la suya. Depara la espectacularidad esperada, sobre todo en una secuencia en un puente, en el arranque, con efectos visuales de primera calidad. Conviene quedarse en la sala, por una secuencia entre los títulos de crédito, y otra al final de los mismos.