Entrevista a Paola Cortellesim, directora y protagonista de 'Siempre nos quedará mañana': "Hablo de las mujeres que en silencio hicieron nuestra historia"

Entrevista a Paola Cortellesim, directora y protagonista de ‘Siempre nos quedará mañana’: «Hablo de las mujeres que en silencio hicieron nuestra historia»

Paola Cortellesim

La actriz y (ahora también) directora nos cuenta cómo surgió su comedia contra el patriarcado ambientada en la Italia de posguerra.

Por Cristiano Bolla

Comencemos por el título: Todavía hay un mañana. Transmite esperanza, pero también una nota agridulce, a lo Esperando a Godot.

El título evoca estas cosas. Este mañana es en realidad un lunes, y evoca a la vez una nueva perspectiva y un mañana muy concreto. Lo elegimos, extrapolando una línea de la película, precisamente por los sentimientos que evocaría.

Hay muchos aspectos cercanos al neorrealismo italiano, a las películas de Mangano, Magnani y Sophia Loren. ¿Por qué la posguerra?

Porque esta historia, que inventé y creé con los coguionistas(Furio Andreotti y Giulia Calenda, ed.), contiene las historias de mi bisabuela y mi abuela. Las imaginé en blanco y negro, como se ve en la película. Es neorrealismo rosa. Más que el trágico de Rossellini y De Sica, es el de Aldo Fabrizi, el de Campo de’ Fiori

Hay también una mirada muy atenta hacia el futuro: la fuerza de Delia reside también en querer una vida diferente no sólo para ella, sino sobre todo para su hija.

Fue así para todas las madres y todas las mujeres de las que nunca se habla. La parte que consiguió luchar por sus derechos en su juventud es minoritaria, son mujeres que hicieron nuestra historia, importantes, decididas, formadas y comprometidas políticamente. Todas las demás, incluida Delia, son las que han permanecido en silencio, pero que han construido el tejido social de este país, de una u otra manera. Lo que Delia conoce es el paso de su padre a su marido, y todas esas reglas del patriarcado que no se alteraron. En la hija pone las esperanzas que vienen de sus propias frustraciones, pero sucede incluso ahora: el deporte que no puede hacer quizás lo proyecta en sus hijos. En esa situación intenta que la vida de su hija sea más fácil que la suya, pero también hay una toma de conciencia: la vida no se hace más fácil continuando con esa misma rutina. Así que hay que romper algo para que la hija también tenga otras posibilidades.

En la película también intenta ironizar sobre temas delicados como la violencia doméstica, con algunos chistes muy fuertes. ¿Con qué intención los hace?

Fue muy difícil hacer una película que también habla de la violencia doméstica. No trata de eso, sino de una situación familiar difícil en la que también existe este aspecto. Es un tema serio e importante. Poner algo divertido en un tema tan serio, más de actualidad que nunca por desgracia, siempre es un riesgo. Pero es el lenguaje que conozco. Quería que la gente se sintiera libre de sonreír, no por el tema, sino por cuánta estupidez hay en quienes teorizan estas cosas de forma tan ingenua y grotesca, como hace el personaje de Sor Ottorino, que en un mundo ilustrado e inteligente sería acusado de idiotez. En aquel, sin embargo, era el gobernante, y si el gobernante es estúpido, todos sufren. Me gustaba poner la lupa en su idiotez, reírme y burlarme de los villanos para no hacer apología de ellos. Que no dieran tanto miedo como para ser importantes.

¿De dónde surgió la decisión de debutar como directora?

Quería hacerlo. Desde 2014-15 empecé a trabajar como guionista. Ahora he hecho muchas películas como esta. A Mario Gianani, de Wildside, le encantó mi forma de trabajar y me dijo:Cuando quieras hacer una película como director me encantaría que lahicieras conmigo’. En aquel momento le dije que sí, pero que no tenía intención de hacerlo. Pero a veces la gente ve más allá. Me apetecía dar mi propia interpretación de las cosas que había escrito. La visión del director es otra cosa. Así que dije:’Vale, ahora haré mi primera película’.

¿Cuáles son tus sentimientos sobre esta primera vez? ¿Cuáles han sido las alegrías o las dificultades?

Me he preparado mucho, he tenido muchos años para hacerlo. En noviembre cumpliré 50 años y llevo trabajando casi 30. No soy una recién llegada a la dirección. He llamado a un grupo de personas que conozco desde hace años como intérpretes. Para mis suplentes, con igual acierto, elegí a personas de alma bondadosa. Y debo decir que no tuve ninguna dificultad a este respecto: este plató, por lo que se ve, era muy sereno, compuesto por personas excepcionales. Quería que todos fueran amables, y lo fueron. Fue un trabajo duro y exigente, pero nunca tuve dificultades humanas ni con el equipo, que siempre me ayudó cuando surgieron problemas.

El papel de Valerio Mastandrea no es fácil, pero es interesante que se filtre a través de un punto de vista femenino. ¿Cómo le orientó?

Le conté la historia por teléfono. Es alguien que no sólo se interesa por el personaje, sino por todo. Le encantó enseguida. El personaje estaba claro en el texto: no quería hacer hincapié en la parte brutal. También necesitaba el físico de un hombre normal, porque eso era la normalidad. Atribuir la violencia verbal y física a un monstruo es más fácil que admitir que ese comportamiento era cotidiano y que ese hombre también era un hombre normal. Las personas inteligentes como él captan rápidamente la belleza de un personaje así y sus matices: no siempre se prefiere interpretar a un héroe. Se trata de un personaje desagradable, pero él tiene tanto talento y sensibilidad que fue capaz de abrazarlo, de darle motivación para hacerlo creíble.

¿Y con Emanuela Fanelli? Son grandes amigos fuera del plató, pero aquí también forman una pareja cómica perfecta.

¡Somos una pareja! (risas, ed.) Tenemos un vínculo privado muy fuerte, que no sólo tiene que ver con la película. Trabajar con ella ha sido precioso, lo enriquece todo, tanto con la interpretación como con las intenciones y las propuestas. Realmente creo que es una perla muy preciada. No se repite, nunca es la misma, siempre hace cosas nuevas y muy originales, tanto en su estilo humorístico como en otras interpretaciones. Estaba seguro, más allá de nuestra relación, de que este personaje podría hacerlo magníficamente, pero lo hizo incluso mejor de lo que esperaba.

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