Smile - Análisis

Una sonrisa vale más que mil sustos.

Crítica de Smile, una sonrisa vale más que mil sustos

Crítica sin spoilers de Smile, que se estrena en cines el 30 de septiembre.


Todos los años parece haber una pugna por el título de “la película de terror del año” entre el círculo crítico. A veces el trono le es entregado por unanimidad a una sola aspirante, mientras que otras es un “honor” que tiene más utilidad como reclamo que como valoración real, pudiendo atribuirse a múltiples filmes. Este año 2022, al menos hasta la llegada de Smile, se enmarcaba en el segundo caso; al fin y al cabo hemos tenido exponentes bastante sonados como Black Phone, Nop (la última obra de Jordan Peele), Men o X. Si bien son películas que han tenido su cierta cuota de atención, ninguna de ellas es esa película de miedo mainstream, fácil de recomendar a cualquier fan del género.
Con una premisa original, unas imágenes muy potentes y una brillante campaña de marketing, las primeras reacciones a Smile parecían vaticinar el advenimiento de la reina del género de este 2022. Lamentablemente, al menos en mi caso, no lo he vivido así. Smile se ve superada por su propia premisa, embarcándose en un viaje de sobra conocido mucho más interesado en provocar el susto fácil que en explotar todo su desaprovechado potencial.

Una oda al jumpscare

La protagonista de esta historia es la doctora Rose Cutter (Sosie Bacon), que trabaja como terapeuta en una institución que atiende emergencias de naturaleza psiquiátrica. Un día de trabajo cualquiera, Rose atiende a una paciente que, sin que pueda hacer nada para evitarlo, se suicida ante su horrorizada mirada. Más allá del traumático suceso, hay algo que Rose no puede quitarse de la cabeza: la tétrica sonrisa que esbozaba la joven mientras se quitaba la vida. A partir de ese momento, Rose empezará a experimentar inquietantes sucesos que la enfrentarán a su pasado.

Aunque tanto su campaña publicitaria como su tráiler han centrado todo el interés y el peso de la trama en las sonrisas, este recurso termina siendo un macguffin dolorosamente desaprovechado. En ningún momento se llega a explorar la relación de estas sonrisas con todos los sucesos que rodean a la protagonista; son pocos los momentos en los que la película nos regala interacciones con este recurso, y ninguno de ellos es particularmente brillante. La cinta se esfuerza por anular cualquier tipo de lectura más compleja con un guión que revela sus cartas demasiado pronto y un argumento igualmente empeñado en transitar lugares demasiado habituales en el género. Más allá de un evidente paralelismo entre la situación que experimenta la protagonista y cómo cambia la vida de alguien cuando ondea la sospecha de padecer un trastorno de este tipo, no es algo que se explore a pesar de centrar gran parte de su ambientación en este ámbito.

Ofrece bastantes alegorías y símiles de cómo la sociedad percibe las enfermedades mentales y, aunque no llega en ningún momento a relacionarlos con su macguffin, estos pequeños destellos de autoconsciencia suponen algunos de los momentos más sugerentes de la película. Tristemente, sus macabras sonrisas esconden mucho más misterio y fascinación de lo que su director llega a conseguir con ellas. Smile procura seguir la estela de The Ring o It Follows, quedándose en un punto intermedio funcional, pero poco interesante, tanto a nivel de recursos narrativos como en sus formas de atemorizar al espectador.

La cinta está dirigida por el debutante Parker Finn, conocido por sus dos cortometrajes The Hidebehind y Laura Hasn’t Slept. Si bien sorprende su trabajo tras las cámaras a la hora de ciertas elecciones de planos, la planificación de ciertas escenas o la inquietante banda sonora, todo ello está al servicio de la enorme oda al jumpscare que supone la película. Smile es incapaz de generar tensión fuera del contexto más inmediato de espera del próximo (y predecible) susto. Aunque no es mi tipo de miedo favorito, sé apreciar el valor de un buen jumpscare, en el que lo importante no es tanto el destino, sino el viaje de incertidumbre hasta que te golpea. Sin embargo, Smile es especialmente tramposa a la hora de ejecutar sus golpes de efecto, no ganándose (casi) ninguno de los sobresaltos que irremediablemente provoca. Eso sí, las escenas que funcionan lo hacen especialmente bien, habiendo momentos de genuino terror escondidos en el resto de anodino metraje.

Sus primeros y prometedores minutos generan un pavor que el filme no puede sostener, llegando a bajar la tensión hasta extremos inesperados en algunos momentos. Los últimos compases de la película, por su parte, resultan un amargo consuelo: el festival de imaginería y locura que vemos en su última escena tan solo encuentra un reflejo de calidad al principio del filme, colocando entre medias una película desubicada que cuesta relacionar con sus extremos.

Tampoco es que tengan una gran responsabilidad sobre la calidad del conjunto, pero cabe destacar el bajo nivel general en el elenco actoral; más allá de las acertadas elecciones de casting de “los sonrientes”, tanto la protagonista como los secundarios son capaces de transformar muchas de sus escenas en tomas mucho menos tensas y serias de lo que deberían con unas actuaciones que sorprende que hayan pasado a la versión definitiva del filme.

Me parece importante comentar también que en el caso de que hayáis visto el tráiler final de la película, estas sensaciones de desencanto pueden aumentar de forma exponencial. El enorme interés que tenía por Smile venía solo motivado por sus imágenes promocionales y su premisa; tras salir de la sala de cine quise ver el tráiler oficial para ver el nivel de destripe ejercido en esta ocasión. El resultado es más terrorífico que la propia película, en todos los sentidos. Entiendo el hype que ha generado Smile, ya que condensa y devela prácticamente todas sus escenas importantes en apenas dos minutos. Vedlo bajo vuestra propia responsabilidad, ya que es un ejercicio terrible de sobreexposición.

Lo mejor que se puede decir de Smile es que funciona bien como esa película de terror convencional que llena las salas de adolescentes que quieren pasar un buen mal rato. No lo digo como algo malo, pero teniendo claro este objetivo, hay exponentes que muestran una calidad muy superior. A nivel técnico, destaca entre muchos otros largometrajes del género, gracias a la personalidad que Parker Finn transmite a través de su filmación. Sin embargo, su concepto y su potente identidad visual pedían más, mucho más.
Enarbola una de esas ideas tan brillantes y sencillas que sorprende que no se hayan explotado de forma más salvaje: la enorme contradicción e inquietud, tanto a nivel personal como social, que puede llegar a guardar una simple sonrisa; unido al estigma de las enfermedades mentales, se desperdicia su uso con sustos poco inspirados bajo la etiqueta de un terror psicológico que me ha costado mucho encontrar. Y es que cuando un tráiler es capaz de generar una fascinación y unas sensaciones mucho más potentes que las de la película que sintetiza, algo falla.

En este artículo

Smile

30 de septiembre de 2022

Crítica de Smile, una sonrisa vale más que mil sustos

5
Mediocre
Smile es una cinta de terror dolorosamente convencional y poco ambiciosa. Funcional si quieres pasar dos horas de buen mal rato, pero incapaz de dejar un poso remotamente parecido al de su material promocional.
Smile
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