Slow Wine Coalition y Slow Wine Latam por el vino bueno, limpio y justo

La Coalición que le dará voz institucional a Slow Food en el mundo del vino llega a Latinoamérica.

Hasta hace algún tiempo atrás, se hablaba del vino en Slow Food a través de quienes trabajaban con la Guía anual Slow Wine. Hoy, la organización nos invita a un nuevo movimiento global que da representación al vino bueno, limpio y justo.

La historia de Slow Food está arraigada al mundo del vino. Quizás el movimiento no existiría sin ese primer vínculo entre Carlo Petrini y la región del Barolo. Y claro, un caracol no emprende un viaje de un día para el otro.

Carlo o “Carlin” como lo llaman dentro del movimiento, junto a un grupo de amistades, fundó a los “Amigos del Barolo” (Libera e Benemerita Associazione Amici del Barolo). Esto fue mucho tiempo antes de la idea de Slow Food.

De los intercambios e iniciativas (Cante j’euv) de aquel grupo que intentaba cambiar su sociedad y su entorno, se forjó una confraternidad con muchos productores de vino de la zona.

Esa cercanía los llevó a la comercialización. Vendían los vinos gracias a esos contactos, para financiar y costear ferias y festivales. Pero el comercio se transformó en un catálogo, que además de las etiquetas e informaciones técnicas, comenzó a narrar lo que había detrás de cada botella.

Hoy a más de 40 años de estas primeras experiencias, nos encontramos con otros formatos y acciones en el mundo del vino. La Guía Slow Wine, los Slow Wine Tour, y más recientemente la Slow Wine Coalition y el Manifiesto Slow Food por un vino bueno, limpio y justo, son ejemplos de las iniciativas que han ido naciendo desde ese primer contacto décadas atrás.

Podríamos decir que el vino es un producto Slow Food por excelencia, partiendo del hecho de que la mayoría de los consumidores valoran el territorio, su terroir, su variedad, su forma de elaboración, su sabor y maridaje.

Es decir, que se “juzga” con todos los elementos propios de la enogastronomía, y esas son características que se toman en cuenta a la hora de pagar por su justo valor.

Claro, no puede escapar de la dialéctica propia del mercado, de grandes empresas que priorizan la multiplicación de ganancias a cualquier costo, incluso los culturales y ambientales.

Y en este contexto, sumado a la urgente necesidad de generar cambios en el sistema alimentario global, nació también la idea de agrandar la familia Slow Wine. Llevar el mensaje del vino bueno, limpio y justo a todo el globo, con el propósito de contagiar al resto de los sectores enogastronómicos a trabajar día a día por el mismo objetivo.

Hoy existe un Manifiesto por el vino, que tiene como objetivo iniciar un debate y sobre la necesidad de comprender a fondo el proceso de producción vitivinícola. Incluye temas diversos, desde la utilización – no – de “ingredientes” destinados a maquillar los vinos, hasta el vínculo de los productores con su entorno social o la forma de manejar los escasos recursos naturales con los que todos contamos.

Diferentes bodegas del mundo ya se unen a la firma o adhesión al Manifiesto, para luego comenzar a albergar a toda la cadena del vino que incluirá a todos aquellos que respetan, valoran y apoyan a estas bodegas y productores.

En Latinoamérica, desde el año pasado, se está trabajando con la Comunidad “Slow Wine Latam” creada con el objetivo de apoyar y promover a los pequeños y medianos viticultores latinoamericanos, esos que utilizan técnicas tradicionales, y trabajan con respeto por el medio ambiente, salvaguardando la increíble biodiversidad de las variedades de uva que forman parte del patrimonio de la región.

Slow Wine Latam cuenta con representantes en muchos países de este “Nuevo Mundo” que incluyen Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Brasil y México. Son productores que intentan comunicar su territorio a través de sus vinos y que día a día cuidan su entorno y sus paisajes, que son a su vez fuente turística para muchas otras familias.

La campaña por el vino bueno, limpio y justo ya tiene sus raíces en el continente, y sobre ese terreno caminan los productores, que son custodios del territorio, promotores de un sistema que contempla también la arquitectura y los recursos naturales, la biodiversidad y la justicia social como dice Giancarlo Gariglio (Coordinador Slow Wine).