Sin movimientos bruscos (2021), de Steven Soderbergh

Detroit, en 1954. Cuando sale de la cárcel, Curt Goynes necesita un buen trabajo que le proporcione dinero para salir huyendo de la ciudad, ya que le persiguen unos individuos a los que se la ha jugado en el pasado. Acepta la oferta de un tipo misterioso, Doug Jones, que le recluta para un encargo delictivo, que llevará a cabo junto a otros dos criminales, el joven Charley y el seductor Ronald Russo, que mantiene una aventura con Vanessa, esposa de un jefe de la mafia. El trío debe secuestrar a la esposa e hijos del empleado de bajo nivel Matt Wertz, para que éste robe para ellos un artículo de la caja fuerte de la oficina de su jefe.

El prolífico Steven Soderbergh construye un relato neo-noir que parece la antítesis de su exitosa Ocean’s Eleven, pues si aquélla tenía como protagonistas a glamourosos ladrones, aquí han sido sustituidos por pobres desgraciados, capaces de cualquier mezquindad con tal de seguir vivos. El prolífico realizador logra uno de sus trabajos más amenos y asequibles a cualquier espectador (al contrario que sus obras más experimentales), y parece haberse divertido, sobre todo en su labor en la dirección de fotografía, que vuelve a firmar como Peter Andrews, ya que homenajea al cine negro clásico, y al mismo tiempo juega con las lentes ojo de pez, que parecen fascinarle. Logra imprimir una gran tensión a un guión bien hilado, con giros más o menos sorprendentes, de Ed Solomon, responsable de títulos como Hombres de negro, que pinta un mundo sórdido donde parece imposible encontrar a alguien honrado, todo el mundo se muestra capaz de cualquier acto amoral; incluso aquellas personas que en principio se dirían honradas pueden acabar cometiendo delitos.

De nuevo el realizador ha reclutado a un reparto de primeras espadas deseosas de trabajar con él por su inmenso prestigio. Llevan el mayor peso Don Cheadle (Curt) y Benicio del Toro (Ronald), a su nivel interpretativo habitual. Pero les roba la función David Harbour (Matt Wertz) en un papel inesperado, muy alejado del heroico sheriff de Stranger Things, que le ha dado la fama. También brilla pese a la brevedad de su papel un recuperado Brendan Fraser, que para su papel de Doug Jones parece haberse inspirado en el Orson Welles de El tercer hombre. Estamos ante un film premeditadamente de otra época, muy anterior al #MeToo, por lo que tiene pocos personajes femeninos de importancia, pero Julia Fox (Diamantes en bruto) se luce como Vanessa, que no es lo que parece a primera vista.