El estreno de Elsa & Fred en julio de 2005 fue todo un fenómeno comercial gracias a un boca a boca favorable, que culminó en una cosecha de más de 525.000 espectadores. Nada mal para una película lanzada sin una campaña de marketing fuerte detrás. Casi diez años después, llega la hora de la remake norteamericana, con Shirley MacLaine y Christopher Plummer en los roles previamente interpretados por China Zorrilla y Manuel Alexandre, y Michael Radford (El cartero, El mercader de Venecia) ocupando el sillón de director de Marcos Carnevale.

Como en el original, la historia es perfectamente encuadrable en los cánones de las comedias geriátricas, ya que se trata de la relación de dos personas mayores que, en este caso, se conocen gracias a vivir en dos departamentos contiguos. Él es un hombre gruñón y siempre quejumbroso, mientras que ella es el opuesto perfecto; una mujer rozagante y optimista, que sueña con visitar la Fontana di Trevi y recrear ella misma la escena central de La Dolce Vita. El amor entre ellos será inevitable.

A partir de ahí, Radford recrea gran parte de las escenas del film argentino, manteniendo inalterable una genuina preocupación por los personajes, preocupándose por entenderlos evitando una mirada condescendiente. Lástima que, sobre el final, esta nueva Elsa & Fred derrape apostando a la lágrima fácil y a los golpes bajos, convirtiendo a un film querible en otro enojoso.