TELEVISI�N
Brasil

El crep�sculo de Silvio Santos, el inexplicable fen�meno de la televisi�n que pudo llegar a ser Berlusconi

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"No hay un fen�meno comparable. Nadie ha sido tan influyente, tan poderoso y por tanto tiempo", aseguran quienes conocen de primera mano al mayor magnate de la televisi�n en Brasil y... en el mundo

Silvio Santos
Silvio Santos, durante uno de sus programas.EL MUNDO

Hubo un tiempo en el que Brasil era Silviodependiente: si a Silvio Santos se le met�a algo entre ceja y ceja, lo lograba. Un tiempo que se extendi� por d�cadas, porque el presentador, due�o, creador, inspirador y alma de uno de los programas de mayor vigencia en la historia de la televisi�n mundial no era eso, no era el presentador de un programa de televisi�n. Era un amigo, un pariente, parte del mobiliario de la casa. Y todo eso a la vez.

Silvio Santos naci� el 12 de diciembre de 1930 en el bohemio barrio de Lapa, en R�o de Janeiro. Su nombre verdadero, Senor Abravanel, hijo de jud�os sefard�es, el padre de Sal�nica (Grecia) y la madre de Esmirna (Turqu�a). Y el hijo, unas pocas d�cadas despu�s, emperador de un pa�s que fue imperio y en el que muchas cosas se hacen a lo grande, aunque El Show de Silvio Santos, que pod�a extenderse por 12 horas un domingo, fuera en realidad un programa barat�simo: descansaba en el carisma y trabajo del presentador, en su conexi�n con los espectadores en la grada en los estudios y en la plataforma de negocios que era del principio al fin.

"No hay un fen�meno comparable en el mundo. Nadie fue tan influyente, poderoso y vigente por tanto tiempo. La �ltima palabra siempre era suya", describe a EL MUNDO un hombre que trabaj� con Santos por muchos a�os y que promete contar muchas intimidades del programa y el presentador, pero antepone una condici�n: permanecer en el anonimato. Condici�n aceptada, porque lo que cuenta del programa que comenz� a emitirse en 1963 es fascinante.

�Un dato? Dentro de su conglomerado de negocios destaca Cosm�tica Jequiti, productora de decenas de perfumes y fragancias. "�Pero �l era al�rgico al perfume!", destaca la fuente.

�Otro? "Todo en el programa estaba hecho para vender. De eso se trataba, de vender. El show era una plataforma de negocios".

�Algo m�s? "La ideolog�a de Santos era estar cerca del poder".

Ese dato entronca con el origen del imperio, en 1963, cuando Santos compr� media hora en un canal de televisi�n de Sao Paulo. Siempre con la idea de vender, porque toda su vida consisti� en vender. Y en hacer lo necesario para poder vender, algo que le inculcaron sus padres, inmigrantes que cruzaron el Atl�ntico para labrarse una nueva vida en un pa�s joven y vigoroso.

"Silvio era un muy buen locutor en R�o de Janeiro, trabajaba en Radio Nacional con Manuel de N�brega, uno de los m�s importantes locutores de Brasil. Era locutor de anuncios publicitarios y ya hac�a muy buenos negocios. Tras crear El ba�l de la felicidad en los a�os 50 y comprar el espacio en el canal paulista, fue creciendo en cantidad de horas. Hasta que la Rede Globo compra el canal de Sao Paulo en 1965 y ubica a Silvio en la programaci�n de los domingos".

Ya no parar�a de crecer, a tal punto que en 1968 le prest� una muy importante cantidad de dinero a Roberto Marinho para que pagara sus deudas. �Qui�n era Marinho? El due�o de la Rede Globo, que pas� a ser as� dependiente de su empleado.

"Marinho pagaba mensualmente la deuda. A Silvio le serv�a, siempre fue muy amigo de los poderosos, en la �poca de la dictadura (1964-1985) le daba mucha visibilidad a los gobernantes militares en la pantalla. Hab�a un espacio llamado La hora del presidente. Siempre adul� al que estaba en el poder. Lula, militares, Bolsonaro, el que fuera...".

"Lo m�s impactante de Silvio era su capacidad de percepci�n. Hay una frase que circula entre los empleados de su canal, el Sistema Brasileiro de Televisi�n (SBT): 'Silvio Santos se equivoca mucho, pero acierta mucho m�s'".

"Antes de comenzar el programa conversaba con todos los espectadores en el auditorio. '�Qu� te gusta, qu� querr�as cambiar?', les preguntaba. Su p�blico era parecido al de Bolsonaro, gente que se quer�a divertir sin importar c�mo. Son programas simples, su gran acierto fue estar siempre muy cerca de su p�blico. �l siempre dec�a: conversen con su p�blico". Fue el hombre que lleg� incluso a proponer en directo una org�a a una de sus hijas. Siempre sab�a lo que quer�a el p�blico.

Ese p�blico, en sus a�os de mayor esplendor, era un pa�s entero, era Brasil al completo.

"Silvio se postul� a la presidencia de Brasil en 1989, y las encuestas lo mostraban ganador, pero un tribunal regional electoral anul� su candidatura. Ten�a un gran carisma y una gran vanidad. Tambi�n cierta ingenuidad. Podr�a haber sido presidente como Berlusconi".

El programa de Silvio Santos sigue existiendo hoy, pero a sus 92 a�os su creador ya no lo presenta. "Hoy Silvio est� en su casa. Para grabar un programa de una hora llega a las 10 de la ma�ana y se queda hasta las tres de la tarde, es muy meticuloso, y eso, para un se�or de 92 a�os es muy agotador".

"Tras el Covid, que tuvo dos veces, hay una preocupaci�n muy grande de la familia, tiene un c�ncer de piel, un melanoma. Silvio va al programa cuando quiere. Hoy lo presenta Patricia, una de sus seis hijas".

Ah� hay otro paralelismo con Bolsonaro. Al igual que el ex presidente, Santos identifica a sus hijos por sucesi�n num�rica. Y son muchos n�meros, ya que tiene seis hijas.

Cynthia tom� el control del teatro Silvio Santos; Silvia es presentadora de un programa infantil; Daniela es directora de la SBT; Patricia presenta el programa Silvio Santos todos los domingos; Renata es directora del grupo Silvio Santos; y Rebeca es presentadora. El esposo de Rebeca es el futbolista Alexandre Pato, que estuvo casado con una hija de... Berlusconi. No en vano jug� seis temporadas en el Milan.

"Silvio est� en el imaginario de muchas personas, s�, pero hoy es un meme. La pandemia puso fin a su era", se�ala el ex colaborador de Santos. Desde su casa, el veterano presentador sigue pendiente de sus negocios, aunque una nueva generaci�n est� dando forma a algo para el asombro en Brasil: son j�venes que ya no saben qui�n es, qui�n fue Silvio Santos.