Godzilla y King Kong en 'Godzilla y Kong: El nuevo imperio', que se estrena este miércoles.

Godzilla y King Kong en 'Godzilla y Kong: El nuevo imperio', que se estrena este miércoles.

Cine

Godzilla se resiste a la extinción: un Oscar a los 70 años y un nuevo encuentro con King Kong

La estatuilla a los mejores efectos especiales para 'Godzilla Minus One' y el próximo estreno de 'Godzilla y Kong: el nuevo imperio' nos devuelven a una de las criaturas más carismáticas del imaginario japonés.

27 marzo, 2024 02:20

Acaba de volver a Japón con el Oscar a los mejores efectos especiales en sus garras, gracias al éxito no del todo merecido de Godzilla Minus One, de Takashi Yamazaki, nueva entrega de la saga producida en su país natal. Pronto, le veremos junto a su más querido enemigo en Godzilla y Kong: El nuevo imperio, quinta película estadounidense del personaje dentro del MonsterVerse de Legendary Pictures.

Nada mal para una criatura nacida al calor radiactivo del fantástico nipón de los cincuenta, en cierto sentido en las antípodas del siempre más espectacular y realista de Hollywood. Sin embargo, como otros fenómenos de la cultura pop del país del sol naciente –el manga y el anime, los samuráis y yakuzas, el cyberpunk, el J-Horror o el eroguro– la imparable invasión kaiju de Occidente ha terminado por crear una auténtica hibridación entre cine japonés y occidental, donde a veces resulta difícil reconocer qué pertenece a quién y dónde empieza o termina la influencia de uno sobre otro.

Algo que simboliza perfectamente esta nueva reunión entre el gran gorila americano y el divino saurio japonés. Eternos enemigos condenados a entenderse.

Orígenes

Todo comenzó con King Kong (1933). El gorila gigante creado por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, animado, literal y metafóricamente, por el genio de la stop motion Willis O’Brien, que cumplió a su vez noventa años en 2023, causó un impacto enorme, nunca mejor dicho, en el imaginario colectivo universal y el japonés en particular.

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Cuando en 1953 coincidieron la reposición de King Kong y el estreno de La bestia de tiempos remotos, dirigida por Eugène Lourié, con efectos de Ray Harryhausen e inspirada en un relato de Ray Bradbury, la productora Toho vio su momento. Para colmo, en marzo de 1954, el barco japonés Daigo Fukuryu Maru sufrió un trágico incidente al quedar contaminado por la lluvia radiactiva de las pruebas nucleares estadounidenses en el atolón de las Bikini.

Con la complicidad del escritor de ciencia ficción Shigeru Kayama, Ishiro Honda como director y Eiji Tsuburaya como creador del monstruo y los efectos especiales, Godzilla destruyó Tokio por vez primera en 1954, con éxito tan arrollador como su aliento de fuego.

Japón bajo el terror del monstruo, título español, fue adaptada para su distribución en Estados Unidos, añadiéndose la presencia de actores americanos como Raymond Burr. Aunque en comparación con las películas de Hollywood era evidente la flaqueza de una criatura encarnada por un actor en traje de goma, más propia de los años treinta o cuarenta que de los elaborados efectos ópticos de la época, el pulso y sobriedad del filme conquistaron al público.

Lejos del tono infantil e ingenuo de sus posteriores entregas, el primer Godzilla era una película de horror, catástrofe y ciencia ficción que despertaba traumáticos recuerdos de la barbarie nuclear que asoló Japón, al tiempo que servía como fascinante espectáculo de destrucción, tanto como de advertencia sobre el peligro atómico.

Un año después, en El rey de los monstruos (1955), dirigida por Motoyoshi Oda, hacía su aparición una nueva criatura: Anguirus. Con el enfrentamiento entre los dos gigantes prehistóricos, nacía estrictamente hablando el género kaiju. Películas de monstruos donde estos luchan entre sí, a menudo no sólo un par de ellos, sino varios. Inferior a su modelo, el ajustado éxito del filme hizo que Toho congelara a Godzilla hasta 1962, cuando volvió para combatir ni más ni menos que contra su principal fuente de inspiración: King Kong.

Con King Kong contra Godzilla (1962), la saga daría un giro de 180 grados. Turnándose Ishiro Honda y Jun Fukuda como directores, con alguna excepción puntual, las películas de Godzilla abandonaron el estilo sombrío y admonitorio de sus precedentes, para dirigirse fundamentalmente al público infantil.

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La Toho (a la que le salieron muchas competidoras) llenó su mundo de exóticas, absurdas y divertidas criaturas gigantescas. Kaiju de origen prehistórico, alienígena, mecánico, mitológico o mutante y siempre delirante: Mothra, Ghidorah, Ebirah, Hedorah, Gigan, Mechagodzilla, Megalon… Contra ellas, Godzilla, héroe nipón y adalid de la especie humana, peleaba como un enorme luchador de wrestling en escenarios coloristas de cartón piedra.

Los filmes de Godzilla y otros colegas, como La batalla de los simios gigantes (1966) o King Kong se escapa (1967), se convierten a lo largo de los sesenta y setenta en cintas de aventuras pop, con elementos de las películas de 007, invasiones alienígenas, científicos locos, mujeres fatales, robots y espías, cruzándose con géneros afines como la fantasía mitológica o los superhéroes.

Dramas humanos

Compañeras de peplums, spaghetti westerns, luchadores enmascarados mexicanos y tarzanadas en los programas dobles de cine de barrio, poco podía imaginar nadie que en el siglo XXI filmes como el Godzilla (2014), de Gareth Edwards, o Godzilla Minus One pretenderían que nos tomáramos en serio sendos dramas humanos y sentimentales…

'Godzilla y Kong: el nuevo imperio'

'Godzilla y Kong: el nuevo imperio'

Hoy, pese a que títulos como la injustamente menospreciada Godzilla (1998), de Roland Emmerich, modélica monster movie; Godzilla: Final Wars (2004), de Ryûhei Kitamura, fabuloso homenaje a los filmes de los sesenta; o Shin Godzilla (2016), de Hideaki Anno y Shinji Higuchi, en clave de thriller político; intentaran mantener a Godzilla en su trono como dios del pop y la diversión pulp, el Rey de los Monstruos está amenazado por algo peor que la extinción: la elevación.

Películas de monstruos que no quieren ser películas de monstruos. Resten a Godzilla de Godzilla Minus One, sustitúyanlo por un tsunami de J. A. Bayona y verán que ni se nota.