Aparte de algunas calles históricas, como salidas de la nada, que muestran hermosas fachadas clásicas en el centro de la ciudad, parece imposible encontrar algo que sea antiguo en Shumen. Y si hay un material que no falta en Shumen, ese es el hormigón, utilizado en todas partes: grandes avenidas polvorientas, barrios enteros de torres decrépitas, y numerosos, muy numerosos monumentos en memoria de la gloria del comunismo, cuyos héroes están repartidos por toda la ciudad.
Sin embargo no todo es tan oscuro por aquí, y en el tiempo que pasé en mi estancia (que tampoco aconsejaría fuese demasiado largo), encontré una hermosa fortaleza que dominaba la ciudad, además de una vida nocturna sorprendentemente animada. Lejos de ser un lugar imprescindible, la ciudad tampoco es tan terrible como se ha descrito antes.