El río de la ira (2022), de Randall Emmett

Shelby John y Ruby Red están profundamente enamorados, pero viven esclavos de la droga y su vida va por muy mal camino. Lo mismo les ocurre a muchas personas de Waycross, un pueblo en donde la heroína y las pastillas han ido dejando un reguero de cadáveres, algo que el sheriff Church soporta cada vez con menor entereza y mayor pesimismo. Pero Shelby y Ruby quieren casarse y por eso buscan redimirse, por lo que están firmemente decididos a dejar todo eso atrás y mantenerse limpios. Sin embargo, la presión interior y exterior por volver a las andadas es muy fuerte.

El río de la ira es una película de gran simpleza en su planteamiento, pero que no engaña a nadie y ofrece lo que se espera. Ya el título explica suficientemente ante qué estamos: una explosión de violencia con un personaje justiciero que actúa al margen de la ley arrastrado por una desaforada pasión vengativa y por el deseo de acabar de una vez por todas con una situación insostenible. En su segunda película como director, el productor Randall Emmett (Tras la pista del asesino) se muestra eficaz a la hora de contar la historia pergeñada por Adam Taylor Barker y desde luego se desvía poco de su objetivo. De todas maneras, el guión sabe tomarse su tiempo para que entremos en la situación de los protagonistas, su amor intenso, sus dificultades vitales, sus proyectos, y asumamos así razonablemente la extrema reacción posterior por parte del protagonista en el segundo tramo de la película.

Correctamente rodada, la trama entretiene pero no estamos ante una película que deje demasiado poso. El resultado sale más o menos a flote gracias a que cuenta con ajustadas interpretaciones de un reparto de cierta altura. A la joven pareja de tortolitos formada por unos convincentes Jack Huston y Willa Fitzgerald (Reacher) hay que sumar la presencia secundaria de los veteranos Robert De Niro y John Malkovich, el primero como sheriff agotado de lidiar con indeseables y con las muertes sin sentido en su condado, y el segundo como padre de familia que acoge la llegada de un futuro yerno y que no desaprovecha sus minutos de gloria en el parlamento de la escena final.