Caifanes celebra en Colombia los 30 años de ‘El nervio del volcán’

La banda saltó de la escena underground mexicana para ganarse rápidamente el reconocimiento masivo. Para finales de los años 80 se había convertido en un fenómeno en el continente y era considerada por la crítica especializada “como uno de los actos más innovadores e influyentes en el rock latino”. De hecho, varios de sus temas hacen parte de la lista de 100 canciones más representativas del rock de América Latina.

Caifanes ha tenido dos etapas: de 1986 a 1995 y de 2011 hasta la actualidad. En 1995 la banda decidió separarse y después de varios años y distintos proyectos, anunciaron que se reunirían para el festival Vive Latino y el Festival de Coachella de 2011.

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Su segunda etapa ha sido muy exitosa. En junio de 2023, Caifanes hizo dos shows con entradas agotadas en el Auditorio Nacional de Ciudad de México, un lugar para 10.000 
personas, algo que nunca había sucedido con una banda de rock mexicana.

Caifanes regresa a las giras y llega a Colombia para dar tres conciertos: el 1 de mayo en el Centro de Eventos Valle Del Pacífico, en Cali; el 3, en el Movistar Arena de Bogotá; y el 4, en el Centro de Eventos La Macarena de Medellín. Hablamos con Saúl Hernández, su guitarrista y voz:

¿Qué es para usted Caifanes?
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Creo que sigue siendo un camino de búsqueda, de encontrar el objetivo musical y encontrarse a uno mismo como músico. Sigue siendo todavía ese camino para descubrir todo esto. Y de alguna u otra manera una reafirmación de todo lo que hemos estado viviendo. Con accidentes, sin accidentes, pero firmes, y veo ahora a Caifanes con un músculo sónico muy poderoso y muy fresco, muy rejuvenecido. Aunque las apariencias no lo parezcan (risas).

¿Qué cree que la pausa les dejó como aprendizaje?

Todos hicimos otras cosas. En el momento en el que para Caifanes, empecé a trabajar en Jaguares, donde Alfonso también estuvo. En algún momento grabó Sabo también el segundo disco y en el último disco de Jaguares, el 45, Diego grabó los teclados. Cada uno de nosotros hizo sus búsquedas. Creo que eso ayudó para seguir entendiendo que la música no tiene fronteras ni tiene límites y que inclusive no importa el formato, lo que importa es crear, hacer, estar vivos. Y me parece que ahora todo este aprendizaje se derrama en Caifanes. Ya no hay tantas cosas como antes, de alguna manera un poco apretados o rígidos. Ahora ya todo es mucho más libre en muchos sentidos.

Hay quienes dicen que las segundas partes nunca son buenas, pero creo que la vuelta de Caifanes tiene cosas interesantes, incluso mejor que al principio… ¿Qué sensaciones le trae esta vuelta?
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Bueno, es curioso porque yo no lo veo como segunda parte, lo veo como una continuación. Por ejemplo, cuando estás en el cine y ves una película muy larga y le ponen intermedio, pero la película sigue con una historia que no ha concluido. Esta historia todavía no concluye. Todavía sigue, ¿eh? Con ganas de crecer, de dar, de ofrecer, de buscar. Pero si retomo un poco lo que dices, creo que tienes razón. Esta comunicación musical que ahora tenemos está mucho más fuerte, profunda. Arriba en el escenario estamos haciendo cosas que normalmente no hacíamos. Estamos improvisando más, destruyendo otras canciones para hacerles nuevos arreglos. La dinámica en el escenario es muy diferente. No quiero comparar porque a la vez, digamos que los primeros discos, como estaba formado el grupo, era espectacular. Pero así fue como fue en ese momento y en estos momentos se están dando las cosas de esta manera. Pero yo no compararía, yo simplemente diría que es una manera como de ir creciendo. Son diferentes etapas, nada más.

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Los que crecimos en los 70 y los 80 tenemos nuestras ideas sobre lo que pasa hoy en la música ¿Usted cree que el rock como lo conocemos ha muerto?

No, creo que hay que entender que la vida cambia, todo cambia y la música necesita también tener esa transformación. Los chicos de ahora tienen una lectura muy diferente de la vida y su reflejo lo hace en esa lectura y, pues, se refleja en la música. Y definitivamente sí, es diferente. Pero no olvidemos que el fundamento primario o el génesis del rock es la actitud, las ganas de liberarte, de creer, de existir, de confrontar. Eso ha disminuido, antes había un poco más de actitud combativa, ahora hay un poco más de actitud organizativa.

¿Pero, hay menos cosas para combatir o hay menos ganas de combatir?
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Yo creo que hay más confusión para combatir, porque hay mucho por combatir; es más, probablemente más que antes. Yo veo un torbellino de situaciones muy confusas, de filosofías encontradas, una falta de empatía social, política, económica. Las redes sociales no han sido un factor positivo en una relación entre la sociedad, porque entre la internet y las redes sociales y los dispositivos se han deshumanizado mucho las sociedades y eso ha generado una libertad de agresión y no una libertad de expresión. 
El caso es que sí hay grupos que están combatiendo, pero hay que buscarlos. Afortunadamente en el (medio) subterráneo sigue habiendo mucha música que por ahí la gente no ve porque no se echa un clavado (busca) a la música como antes. 

Antes había que buscar…

Claro. Antes no teníamos internet, no teníamos celulares, entonces teníamos que ir a buscar a los grupos a los lugares donde tocaban, teníamos que buscar a donde fuera si queríamos escuchar música. Ahora todo es muy distinto. Ahora, de alguna manera, es mucho más fácil. Y esta facilidad ha creado una especie de flojera. La gente no sale a buscar, no hay aventuras y cuando no hay aventuras, pues no descubres la vida.

Pero aún así ustedes siguen siendo cabeza de festivales enormes, siguen metiendo 70.000 personas, lo cual a mí me da la idea de que la narrativa de que a la juventud ya no le importa nada y ya no quiere nada no es así. ¿No será que no saben llegar?
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Es lo que te digo. Hay una confusión. Hay una confusión de caminos. Y también estoy de acuerdo contigo. Cuando nosotros estamos en frente de la gente, en el escenario, el porcentaje más grande que tenemos en frente de nosotros son jóvenes desde 10, 11 años hasta nuestra generación, digamos. Es espectacular lo que estamos viendo ahí en frente. Una fuerza, un poder, unas ganas de vivir. Y ahí es cuando te digo que sí existe el hambre, pero quizás no hemos encontrado otra vez ese vínculo para encaminar toda esta energía.

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¿Y por qué?
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Puede ser también porque estamos viviendo ya en un capitalismo salvaje muy grande. Donde todo nos va condicionando a estar de cierta forma, o pensar de cierta forma o consumir de cierta forma. Por eso invito a los chicos a que salgan a la calle, a que busquen grupos. Que se vean en el parque, que conversen, que vuelvan a agarrar la pelota y salgan a jugar. Es supernecesario que nos salgamos de los computadores. Hagamos a un lado todos los dispositivos por un rato y volvamos a vernos a los ojos. Volvamos a sonreír, volvamos a preguntarnos quiénes somos, qué queremos, a dónde vamos.

Hace muchos años, en una entrevista en TV, le preguntaron a Alejandro si ustedes se divertían o sobrevivían. Y Alejandro dijo, es una justa combinación entre las dos.
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Yo estoy de acuerdo con Alejandro. Creo que es una combinación de todo. En ese sentido, sí comparto su punto de vista.

¿Qué siente que le falta a nivel musical?

Creo que, honestamente, todavía me falta mucho por aprender. Creo que me falta descubrir otras cosas que la música tiene ahí. La música es tan grande como el cerebro y utilizamos un porcentaje muy poquito. Y además quiero seguir buceando en los arrecifes y en las profundidades de mi inconsciente o de mi conciencia, rodeado de esta búsqueda musical. Entonces, en ese viaje, creo que me falta mucho todavía por descubrir y por aprender. Afortunadamente estoy compartiendo mi vida con grandes músicos que me enseñan al verlos tocar. Yo aprendo. Me tienen mucha paciencia y vamos juntos en este camino y eso es algo muy valioso después de tantos años.

ÚRSULA LEVY 
Para EL TIEMPO 
@Uschilevy