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Richard Stanley, el r�cord maldito del cine

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Reaparece 23 a�os despu�s con una adaptaci�n de H. P. Lovecraft protagonizada por Nicolas Cage, el director de culto despedido en 'La isla del doctor Moreau'.

Fotograma de la pel�cula Color out of Space, de Richard Stanley.
Fotograma de la pel�cula Color out of Space, de Richard Stanley.

"Debo confesar que el dolor y el caos de la isla me hicieron perder la fe en la cordura del mundo", se lee en La isla del doctor Moreau y nadie m�s de acuerdo que Richard Stanley. Con s�lo tres largometrajes en su haber (a lo que habr�a que a�adir un n�mero impreciso de cortos y documentales), la historia del cine tiene reservado un lugar de honor a este sudafricano de 52 a�os m�s c�lebre quiz� por lo que no hizo que por, efectivamente, la gloria de su filmograf�a.

Hasta mediados de los 90, este hombre de sombrero amplio y de modales de vaquero de otro tiempo pod�a presumir de ser due�o de una prometedora carrera con dos pel�culas (Hardware, preparado para matar y El demonio del desierto) entre el terror, la ciencia-ficci�n y el m�s entregado absurdo que el tiempo ha convertido en objetos de culto. Ese a�o, el dolor y el caos del entrecomillado hicieron acto de presencia y... hasta ahora que reaparece en el Festival de Toronto con Color out of space de la mano de la productora de Mandy, de Panos Cosmatos, y con Nicolas Cage dentro. Y, ya s�, todo empieza de nuevo.

La leyenda cuenta y el delirante documental Lost soul, de David Gregory, registra con an�rquica precisi�n que Stanley fue despedido tres d�as despu�s de iniciado el rodaje de, en efecto, La isla del doctor Moreau que se estrenar�a en 1996. Un simple fax de los de antes se encarg� de dar la noticia. La que acab� por ser la tercera adaptaci�n para la pantalla del texto de H.G. Wells fue finalmente rodada por John Frankenheimer, pero en justicia era un proyecto tan personal que los avatares de una producci�n demencial no pudieron hacer desaparecer del todo la firma de nuestro hombre. No queda claro cu�l fue el motivo de su destituci�n, pero, a la vista de las pruebas, pudo ser cualquiera o simplemente uno y �nico: otra vez, el caos.

Richard Stanley en el festival de Toronto.
Richard Stanley en el festival de Toronto.

Una pel�cula protagonizada por un Marlon Brando ya crepuscular y arrasado por el suicidio de su hija Cheyenne y con un Val Kilmer en permanente estado de ebullici�n promet�a de todo menos la calma. Y as� fue. Primero una tormenta tropical arras� con el set de rodaje. Lo que vino despu�s fue una catarata de insubordinaciones protagonizadas, primero, por un actor incapaz de memorizar una l�nea de guion mientras exig�a todo tipo de caprichos (incluida su morbosa fascinaci�n por el diminuto compa�ero de reparto Nelson de la Rosa), y, segundo, por otro que se profesionaliz� en llevar la contraria al director. Brando y Kilmer. De por medio, un set convertido en una acampada interminable de gente maquillada de la m�s extra�a manera y que no atend�a a plan de rodaje alguno. Stanley, que no pudo superar ver c�mo su sue�o se hund�a, se dedic� camuflado de extra a espiar el desarrollo de todo aquello. Hasta que desapareci�.

Y as� hasta hoy. "Creo que agot� toda la mala suerte que me correspond�a en la vida con esa pel�cula", dice Stanley a las puertas de su regreso. Pero Color out of space, adem�s de la vuelta de la ya leyenda, tambi�n es un buen resumen del propio Stanley. Protagonizada por un Nicolas Cage fuera de s� como en �l es norma (quiz� un poco m�s si cabe), la cinta adapta el relato cl�sico de H.P. Lovecraft. Lo hace, eso s�, a su manera. Se cuenta la historia de una visita extraterrestre que caer� como una maldici�n sobre un lugar remoto donde, de repente, la naturaleza adquirir� una vida extra y completamente descontrolada. Las plantas se animan, los animales mutan y la paleta de colores primarios se enriquece con uno nuevo. El color que cay� del espacio es el t�tulo en espa�ol del relato del de Providence.

La pel�cula, m�s proclive al desorden que a la heterodoxia, no renuncia a nada: ni a lo cutre ni a lo excesivo ni a la carcajada ni, por supuesto, a un Cage convertido en el mejor efecto especial. Toda la cinta respira la virtud del caos que dejaba ver en pantalla la versi�n de La isla... de la que Stanley qued� fuera, a la vez que vive feliz en su propio y m�s �ntimo delirio. "Lovecraft", razona Stanley, "dijo que todo su trabajo intenta evocar la sensaci�n de horror c�smico ante la vulnerable posici�n de la humanidad en el universo. Y eso hago yo". Y en la declaraci�n va el mejor resumen de una existencia entera, la de Stanley, presidida por el caos. Y el dolor. Qui�n sabe si en su vida no descansa la mejor met�fora de todo esto. Stanley, el cineasta que cay� del cielo, somos todos.

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