Biografía de Ricard Viñes | Concurso Internacional de Piano Ricard Viñes
LLEIDA MARXA

Biografía de Ricard Viñes

Ricardo Viñes nació en Lleida el 5 de febrero de 1875. Cuando tenia siete años empezó sus estudios musicales con el organista leridano Joaquín Terraza, pero el año 1885 se trasladó a Barcelona para estudiar con el maestro Juan Bautista Pujol. El año 1887 obtuvo el primer premio de piano de la Escuela Municipal de Música de Barcelona. También asistió a les clases de armonía de Felipe Pedrell.

Ricard Viñes, Primer Premi de Piano del Conservatori de Barcelona (1887)

Ricard Viñes, Primer Premio de Piano del Conservatorio de Barcelona (1887)

Siguiendo las orientaciones de sus maestros, se trasladó a París donde fue admitido en las clases de Charles W. De Beriot. El año 1894 obtuvo el Primer Premio del Conservatorio de París.

Ricardo Viñes obtuvo la admiración y el respeto de los círculos parisinos, no solamente como pianista sino como persona culta y fina de espíritu. Por este motivo fue reclamado en algunos de los más altos cenáculos artísticos e intelectuales franceses.

Tenia la reputación de poseer una memoria prodigiosa que, juntamente con la gran facilidad de asimilación que poseía, le hicieron posible abarcar un repertorio pianístico extraordinariamente amplio y una vasta cultura.

Viñes i Enric Granados durant els seus anys d’estudi a París (1889)

Viñes y Enric Granados en sus años de estudio a París (1889)

Viñes hizo amistad con numerosos artistas e intelectuales del momento. También fue miembro de un grupo llamado “Los Apaches” que se reunía para conversar sobre poesía, pintura, literatura, filosofía o para escuchar la nueva música que Viñes interpretaba.

Viñes, aunque vivió la mayor parte de su vida en París, nunca perdió su relación con su tierra de origen y se sentía profundamente arraigado.

Su carrera concertística se desarrolló sobretodo en París, donde ofreció innumerables recitales en las salas de conciertos más importantes. Colaboró con las grandes orquestas y en conciertos de cámara. Ofreció centenares de conciertos por todo el mundo y realizó extensas giras por Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania, Italia Bélgica, Holanda, Portugal, América del Sur y España. Es preciso destacar que durante mucho tiempo retornó periódicamente a Lleida donde ofrecía conciertos los días de la fiesta mayor. Ofreció su último concierto el 19 de febrero de 1943 en el Palau de la Música Catalana y murió en Barcelona el día 29 de abril del mismo año.

Su principal actividad fue la de concertista, pero desde su juventud se había dedicado también a la docencia. Sus discípulos más destacados fueron Marcelle Meyer y Francis Poulenc. También trabajaron con él durante períodos más o menos continuados Joaquín Rodrigo, Joaquim Nin-Culmell, Gonzalo Tintorer, así como Maria Canals hacia el final de la vida del maestro.

Ricard Viñes amb la seva mare i els seus germans, Pepe i Eugenio

Ricard Viñes con su madre y sus hermanos, Pepe y Eugenio

Desde 1904 fue convocado regularmente para formar parte del jurado del Concurso de Piano del Conservatorio de París. También colaboró alguna vez con el Conservatorio Americano de Fontainebleau. Parece ser que hacia los años cuarenta se le propuso una cátedra de virtuosismo de piano en el Conservatorio de Madrid, que no aceptó.

Viñes también fue un crítico erudito, como lo prueban sus numerosos artículos y colaboraciones publicados en la prensa de la época.

Viñes sentía una natural afinidad hacia la música moderna, y el gran número de recitales y conciertos dedicados a la creación musical de sus contemporáneos revelan una total dedicación, un compromiso con la nueva música. Ofreció numerosas primeras audiciones de Debussy, Ravel, Satie, Granados, Falla, Turina y Mompou. Pero también la música rusa o sudamericana para piano de principios de siglo están en deuda con el arte de este pianista universal; en sus conciertos programó obras de Liapunov, Borodin, Mussorgski, Balakirev y Rimski-Korsakov, y después de su segunda tournée americana, dedicó su primer recital parisino a numerosos compositores sudamericanos como A. Wiliams, C. Pedrell, R. Rodríguez, J. Castro, H. Villa-Lobos o H. Allende.

Ricard Viñes amb Déodat de Séverac a l’orgue de la Catedral de Lleida

Ricard Viñes con Déodat de Séverac en el órganos de la Catedral de Lleida

Admiraba igualmente la música de los clásicos, particularmente Bach y Beethoven, así como a Chopin y Liszt.

Si el repertorio de Viñes constituía por sí mismo una innovación, también la organización de sus programas significaron un cambio en las costumbres concertísticas. En contraposición con los conciertos de aquella época – excesivamente largos y carentes de unidad -, Viñes empezó a ordenar las obras según una línea histórica o por nacionalidades, con lo cual presentaba una original organización y una mayor preocupación por la coherencia. En cierta manera se constituye en un pionero del género del recital.

Son memorables sus “Cuatro conciertos históricos de música para tecla” que ofreció durante un mes el año 1905 en la Sala Érard de París, donde el primer concierto incluye obras que van de Cabezón a Haydn, el segundo de Mozart a Chopin, y el tercero y el cuarto fueron dedicados a los autores modernos, entre los cuales podemos destacar Liszt, Saint-Saëns, Brahms, Grieg, Borodine, Granados, Albéniz, Franck, Fauré, Debussy, Ravel o Chabrier.

Su estilo pianístico es el que tuvo una mayor incidencia en la génesis de la nueva música para piano. Los críticos alabaron su mecanismo y su técnica con términos como tocco elegante, variedad de color y extraordinario juego de pedales. Algunas veces, sus cualidades modernas de interpretación, sobriedad, simplicidad, claridad y precisión, fueron mal entendidas por algunos críticos de su tiempo, pero su arte fue mayoritariamente aceptado y reconocido por la crítica.

Ricard Viñes amb Déodat de Séverac i els membres del “Xop-Bot” Romà Sol, Magí Morera…

Ricard Viñes con Déodat de Séverac y los miembros del “Xop-Bot” Romà Sol, Magí Morera…

Las digitaciones que dejó marcadas en les partituras en las que trabajó nos muestran que prefería mantener al máximo posible la posición de la mano cerrada para obtener mejor equilibrio; buscaba tener la muñeca flexible y relajada y la colocaba más baja de lo que era habitual en la técnica pianística de aquel tiempo. Raramente practicaba ejercicios puramente de mecanismo, prefería trabajar su técnica en los pasajes difíciles de las obras que tocaba. Su técnica se distinguía por una gran riqueza de sonoridades y matices; la distribución de los planos sonoros, la búsqueda de variaciones sin contrastes bruscos en una simplicidad y flexibilidad aparentes, su estilo sobrio, incisivo y variado son fruto, sin duda, de una madura reflexión musical.

Viñes fue muy consciente de sus dotes excepcionales. Fue consciente también, desde joven, de la lucha que tenia que llevar a cabo para imponer al público otro tipo de intérprete. Prefirió el camino difícil, el del pionero, el de la incomprensión momentánea, y ahora su nombre se perpetúa en la historia de la música.

Fragmentos e imágenes extraídos del libro:
“Ricard Viñes i Roda (1875 – 1943). Testimoni d’un temps”.
Autors: Motserrat Bergadà, Màrius Bernadó i Nina Guisch-Viñes
Col·lecció “La Banqueta”. Quaderns de divulgació ciutadana, nº 19
Editor: Ajuntament de Lleida