Resident Evil: Extinción (2007), de Russell Mulcahy

Tercera entrega de la saga basada en el popular videojuego y protagonizada por la intrépida y belicosa Alice, quien se ve obligada a enfrentarse a un ejército de zombis. A la sorpresa terrorífica de la primera parte, Resident Evil, y al esforzado guión de la segunda, Resident Evil 2: Apocalipsis, el guionista Paul W.S. Anderson suma aquí realmente poco. Se limita a alargar la historia y situarla en un futuro inmediatamente posterior, en el que los humanos han sido prácticamente extinguidos de la superficie terrestre. Sin apenas recursos, algunos pocos supervivientes que se mueven en un convoy por el desierto de Nevada, se encuentran con Alice, la cual sobrevive a gusto con su soledad, matando zombis a diestro y siniestro. Mientras tanto, en las entrañas de la Corporación Umbrella, a cientos de metros bajo tierra, el Dr. Isaacs, intenta localizar a Alice, pues cree que ella tiene los anticuerpos necesarios para eliminar el virus T, responsable de la infección de los zombis que invaden el planeta.

La película vuelve a explotar la feminidad guerrera de Milla Jovovich, pero tras los compases iniciales –con el curioso despertar de Alice y el posterior enfrentamiento con unos humanos indeseables–, la trama no puede disimular que es pobrísima. Y es que el resto de la película es simplemente matar zombis al estilo videojueguetero, con alguna secuencia más original, como el ataque de los cuervos, claro homenaje a Los pájaros de Alfred Hitchcock. El director Russell Mulcahy ha debido darse cuenta de que el tema está agotado, pues prácticamente se limita a crear artificialmente una atmósfera de tensión y a repetir los mismos sustos basados en el aumento del volumen. Por lo demás, la ambientación desértica y el “look” desarrapado de Alice recuerdan mucho a Mad Max, salvajes de la autopista, y el guión copia burdamente la idea de los clones de Alien Resurrección. Como se ve, parece que a la saga se le acaban las ideas.