Revisión del episodio 6 de Reggie Perrin

El resurgimiento de Reggie Perrin llega a su fin. Anthony ofrece su reseña del episodio final…

Así termina. Pero, ¿fue el valiente intento de la BBC de actualizar el clásico innegable que fue La caída y el ascenso de Reginald Perrin para las audiencias de hoy un éxito, un fracaso o simplemente otra comedia de situación?

Si lo comparas con su ilustre predecesor, entonces no, no fue un triunfo, porque a pesar de tener dos escritores célebres en lugar de uno, Reggie Perrin no se acerca en términos de originalidad sorprendente, personajes extravagantes o ingenio brillante.

Sin embargo, si lo juzgas sincrónicamente como parte del entorno actual de comedia familiar, entonces se destaca, y estoy seguro de que Reggie aprobaría la siguiente analogía, como una rosa que crece en medio de un estacionamiento.

Gracias en gran parte a la sensible interpretación del personaje principal de Martin Clunes, Reggie Perrin logró ser un placer colorido en un campo gris concreto. No es un clásico, pero es lo suficientemente entretenido y inteligente como para superar las limitaciones de las comedias de situación.

Y eso es un logro en sí mismo, porque esas restricciones tradicionales pueden fácilmente paralizar una comedia, especialmente una donde “acogedor” es lo opuesto a lo que se intenta. La suavidad hizo todo lo posible para infiltrarse a través de personajes comunes y risas fáciles alimentadas por risas enlatadas, tan peligrosas para el humor genuino como lo es un fuego para todo lo que lo rodea cuando se mezcla con oxígeno. Pero, de alguna manera, Reggie Perrin sobrevivió al incendio.

Eso no quiere decir que Reggie no se incendiara en el final. Después de seis semanas de tensión creciente, el jefe de máquinas de afeitar desechables de Groomtech finalmente explotó mientras daba un discurso de apertura ante la delegación de la Fundación Británica para la Piel y la Salud. El plan del jefe Chris de combatir el fuego con fuego y exorcizar la sobrecarga de estrés de sus empleados con más presión tuvo un efecto espectacular.

Al subir al estrado, Reginald Iolanthe Perrin hace un descanso en paz contra todas las falsas creencias de una sociedad orientada al consumo donde la felicidad no se mide por la satisfacción personal, sino por lo que se posee. La línea de productos de su propia empresa es la encarnación perfecta de todo lo que está mal en una visión del mundo superficial y superficial.

“¿Qué he hecho con mi vida?” pregunta, volviéndose frenético. “He vendido maquinillas de afeitar para que la gente pueda afeitarse la barba incipiente. ¿Y que pasa? ¡Al día siguiente VUELVE A CRECER!”

Quejándose de que no sabe los nombres de las flores o los árboles, pero recuerda perfectamente las cifras de ventas de lápices de cejas, concluye: “¿Existe un Dios? No lo sé, pero al menos sé que no lo sé y ese es el punto: creo en NO creer”.

El anarquista interno ha emergido por fin, armado con la más devastadora de las armas: Insight. Arrastrado desde el podio, Reggie sabe que no hay vuelta atrás: ni a Groomtech, ni a su enervante estilo de vida de clase media, ni a Nicola, su esposa.

Reggie recoge una maleta ya preparada y continúa su viaje hasta llegar a la playa, donde las olas rompientes y el aire libre son mucho más relajantes que cualquier cantidad de juguetes ejecutivos. Podría ser el comienzo de una aventura completamente nueva o el final de una que salió mal hace tantos años.

“¿Por qué no acabar con todo?” se pregunta con calma y tranquilidad. “Demostrar de una vez por todas que no soy un fraude. Simplemente camino hacia el mar con las manos levantadas por encima de la cabeza y, finalmente, sólo se ven dos dedos: un último gesto desafiante hacia un mundo hostil”.

A medida que avanzan los créditos, dejamos a Reginald Perrin solo, desnudo junto al mar, flotando en algún lugar entre la vida y la muerte. Incertidumbre, la única certeza… por el momento.

Es un cierre conmovedor e icónico de un gran episodio y también la última de tres referencias a la serie original (las otras dos son una foto de CJ en la portada de la revista Boss, que su homólogo Chris está leyendo, seguida de la recitación de la frase de CJ). mantra “Uno, dos, tres, cuatro, hazlos esperar afuera de la puerta”).

El hecho de que estos guiños a su predecesor sean los momentos más destacados es muy revelador. Puede que esté siendo injusto al decir esto, pero creo que tener a Simon Nye escribiendo la mayor parte del programa fue un fracaso. Las buenas ideas parecían haber sido creación de David Nobbs y eso fue lo que mantuvo mi fe en un espectáculo lleno de altibajos.

¿Quiero ver otra serie de Reggie? Definitivamente, porque en el mejor de los casos ha demostrado que hay espacio más que suficiente para una actualización. Pero creo que Nobbs debería escribirlo él solo, prescindiendo de todos los chistes baratos que han arruinado las cosas.

Quizás veamos a Reggie abriendo una versión del siglo XXI de “Grot” en línea. Olvídese de las compras de apuntar y hacer clic; inútil y enfermizo es el camino a seguir. Incluso podría aventurarse en algo que ni siquiera se imaginaba en la década de 1970, como organizar un programa de televisión al estilo Gran Hermano para derribar desde dentro la cultura vacía e insidiosa de la celebridad instantánea actual.

Hay muchas maneras en que el título podría evolucionar en el futuro, si la BBC hace lo correcto y lo vuelve a poner en servicio. Entonces Reggie Perrin podría valerse por sí solo en lugar de recordar lo que sucedió antes y, con David Nobbs a cargo, volverse tan afilado como la legendaria navaja de diez hojas.

Consulte nuestra reseña del episodio 5 aquí.