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Dirección: Sydney Pollack
Reparto: Harrison Ford, Kristin Scott Thomas, Charles S. Dutton, Bonnie Hunt, Richard Jenkins, Paul Guilfoyle, Dennis Haysbert
Título en V.O: Random Hearts
Nacionalidad: USA Año: 1999 Duración: 132 Género: Drama Color o en B/N: Color Guión: Luedtke Kurt Fotografía: Philippe Rousselot Música: Dave Grusin
Sinopsis: El destino se encarga de unir a dos personas completamente diferentes. Dutch Van Der Broche (Harrison Ford), un duro policía que investiga un caso de corrupción dentro de su propio departamento, conoce a Kay Chadler (Kristin Scott Thomas), una importante congresista envuelta en una amarga campaña electoral. Ambos acaban de perder a su pareja en un accidente de avión. Juntos iniciarán una relación repleta de secretos y mentiras.

Crítica

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La novela de Warren Adler en que se basa esta nueva película de Sydney Pollack arranca con la descripción de las inquietudes de una pareja de adúlteros que viajan por primera vez juntos y que, después de un año de disimulos, mentiras y ocultaciones, tienen tomada la decisión de confesar a sus respectivos cónyuges la existencia de esa relación, lo que conllevará en su caso la ruptura de sus matrimonios. Toda esa primera parte de la novela, que está muy bien, ha sido obviada en la película de Pollack, que ha preferido centrarse en la perplejidad y confusión que viven las víctimas del engaño al enterarse de una sola vez que se han quedado viudos -los amantes han muerto en un accidente aéreo- y que habían sido engañados. Este cambio me produjo cierta inquietud al comienzo de la proyección, pero enseguida entendí que Pollack estaba más interesado en trabar con mayor firmeza, aunque con notable frialdad, los vínculos que van creándose entre el marido y la mujer burlados y que desembocan, como era de esperar en una historia de amor.Pollack y Luedtke, su guionista, han cambiado también la profesión de los protagonistas, y al convertir a Harrison Ford en un policía de asuntos internos da mayor verosimilitud a la obsesión por investigar los detalles de la vida amorosa de su esposa fallecida, al mismo tiempo que procede a eliminar totalmente el patológico aislamiento en que los personajes caían en la parte final de la novela, en donde Warren Adler se aproximaba peligrosamente al despropósito. La necesidad de crear la subtrama -he dicho subtrama para que vean que me modernizo- policial y la subtrama política, ya que Kristin Scott Thomas se dedica a tan noble profesión, dispersa un tanto la acción, que se encauza definitivamente a partir de las excelentes secuencias del regreso del viaje a Miami en las que estalla la pasión entre los protagonistas.La película está muy bien rodada, con magníficas aportaciones del operador Philippe Rousselot y el compositor habitual de Pollack, Dave Grusin, autor también de la preciosa música de la fea "La hoguera de las vanidades", de De Palma. Estamos ante un producto solvente, entretenido, muy bien contado y con el sello inconfundible de Pollack, aunque no esté entre sus mejores películas, pero es muy superior a "The Firm (La tapadera)" y a la discreta revisitación de Sabrina. Insuficiente para un director que nos ha dado obras como Tal como eramos, Yakuza o Los tres días del Cóndor, pero a años luz de la inmensa mayoría de comedias sentimentales y melodramas del Hollywood de hoy. Caprichos del destino está solidamente construida sobre el carisma de sus dos protagonistas. El trabajo de Kristin Scott Thomas es de altísimo voltaje y, si la película no fuera tan a contracorriente, la estupenda actriz británica ganaría este año el Oscar.Lo mejor: la química entre los protagonistas. Lo peor: la dispersión que provocan las subtramas.