Si como hay personajes y películas que marcan carreras, hay decisiones que definen a las personas que las toman. Ese es el caso de Rachel McAdams (London, Canadá, 1978) cuando, en diciembre de 2005, no dudó en tomar una con la que reveló a las claras su difícil relación con la industria del cine y la parafernalia mediática que la rodea. Convertida en una de las sensaciones de la temporada gracias al éxito de sus tres últimos films de entonces –'Chicas malas'(M. Waters, 2004), 'El Diario de Noa'(N. Cassavetes, 2004) y 'De boda en boda'(D. Dobkin, 2005)–, McAdams iba a ser una de las protagonistas, junto a Scarlett Johansson y Keira Knightley, de una sesión fotográfica de Annie Leibovitz para la portada del especial anual sobre Hollywood de la revista Vanity Fair, que, en esa ocasión, coordinaba el diseñador y cineasta Tom Ford. Cuando la canadiense llegó al estudio, sin embargo, descubrió que a su publicista se le había olvidado mencionar un detalle: tenía que posar desnuda. McAdams se negó en redondo, renunció a la portada y despidió a su encargada de prensa. "No vi otra salida", diría la actriz, años después, al ser preguntada por este asunto: "Era algo que no me veía haciendo. No me supone ningún problema desnudarme si el guion o mi personaje lo requiere, si no es gratuito y añade algo a la historia. Pero no como yo misma y en la cubierta de una revista cuyo tema central son las mujeres jóvenes más influyentes y poderosas de Hollywood".

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Rachel Weisz y Rachel McAdams, en ’Disobedience’.

El revuelo fue considerable, pero, cuando el ruido cesó, continuó con una carrera que, vista hoy, da fe de una actriz todoterreno que este mes regresa a nuestra cartelera con una doble muestra de un poliédrico talento: 'Noche de juegos', una comedia de John Francis Daley y Jonathan Goldstein que encabeza junto a Jason Bateman, y 'Disobedience', un intenso drama romántico que supone el primer trabajo en inglés del chileno Sebastián Lelio (Oscar al Mejor Film en Lengua No Inglesa por 'Una mujer fantástica'), en el que comparte pasión con Rachel Weisz. Dos nuevas caras más de una artista que no deja que nadie hable por ella.

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Jason Bateman y Rachel McAdams en ’Noche de juegos’.

LAS DUDAS DE LA (NUEVA) SONRISA DE AMÉRICA

La mayor de tres hermanos, hija de un transportista y una enfermera, McAdams consiguió su primer papel de peso en Hollywood con 24 años cumplidos. Fue con '¡Este cuerpo no es el mío!'(T. Brady, 2002), una comedia que, junto al trío de films mencionados anteriormente, la convirtieron en candidata a suceder a Julia Roberts en el trono de la rom-com. Y fue precisamente entonces cuando llegaron las dudas. Escribió una carta a sus padres diciéndoles que creía haber encontrado mi vocación, aunque querer ser actriz, algo con lo que soñaba desde que tenía 7 años, llevaba una serie de peajes con los que no contaba. Y decidió pisar el freno. Dejó Los Ángeles para volver a vivir en Canadá, rechazó el rol de Anne Hathaway en 'El Diablo viste de Prada'(D. Frankel, 2006), dio calabazas a James Bond al descartar 'Casino Royale'(M. Campbell, 2006) y se tomó dos años sabáticos. Aunque, más que un parón, fue un acto de reafirmación, aseguró: "Decidí que necesitaba tomarme un tiempo para no verme arrastrada por el día a día, y volver a tener la certeza de que hacía lo que quería y por las razones que siempre había deseado. Yo nunca quise ser una estrella, sólo actuar. De hecho, hubo un tiempo que pensé que me sentiría más cómoda enseñando a niños, o encargándome de una compañía de teatro infantil".

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Con Ryan Gosling en la premiere de ’El diario de Noa’ en 2004.

AL FILO DEL PERSONAJE

Desde entonces, ha alternado cine de autor (Terrence Malick, Brian De Palma, Woody Allen o Cameron Crowe figuran en la lista de cineastas con los que ha trabajado), con propuestas comerciales (la saga Sherlock Holmes, la marveliana Dr. Strange), comedias y dramas románticos ('Más allá del tiempo','Todos los días de mi vida', 'Una cuestión de tiempo') e incluso thrillers, ya sea en cine ('La sombra del poder') o en TV (la segunda temporada de la serie 'True Detective'): "Soy muy selectiva, y todo se debe a mi propia inseguridad. Pertenezco al gremio de las actrices neuróticas. Quiero dar siempre lo mejor de mí en cada proyecto, y sé que nunca tendré la sensación de que he dado todo lo que podría dar. Poder sumergirte en la vida de un personaje es una oportunidad única que no se debe desaprovechar. Si no conecto con el papel, con la trama, temo que acabaré desfilando por la historia sin hacer sentir nada a nadie. Y no puedo imaginarme nada más embarazoso. Un compromiso que la llevó al personaje del que, hasta la fecha, más orgullosa está: la periodista Sacha Pfeiffer de 'Spotlight' (T. McCarthy, 2015), por la que fue nominada al Oscar a Mejor Actriz Secundaria. "Sé que mucha gente me reconoce como Regina o Allie, decía sobre su villana en 'Chicas malas' o de la protagonista de 'El Diario de Noa', y a las dos les debo mucho, pero, quizás por el tema y calado del film, Sacha fue algo distinto. Descubrí que me siento cómoda interpretando a alguien acostumbrado a tratar con el lado oscuro de la vida."

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Con Michael Keaton en ’Spotlight’.

LAS DOS RACHEL

Fue el de 'Spotlight' un papel tan distinto como los dos personajes que la llevan ahora al cine. Por un lado, Annie, una aspirante a madre de familia hipercompetitiva que se ve arrastrada a un torbellino de emociones inesperadas; y, por el otro Esti, la mujer de un rabino ultraotodoxo de Londres que revive una pasión que creía perdida cuando regresa su amor de juventud, interpretado por Rachel Weisz. "No creo que se pueda diseñar una carrera", ha contado McAdams. "Pero sí que puedes ser consciente de las decisiones que tomas. Muchas veces, te ofrecen papeles calcados a los últimos personajes que has interpretado. Cuando apuestas por algo distinto, descolocas a la gente y rompes el encasillamiento. Y, si haces bien tu trabajo, el público conecta contigo", ha explicado, haciendo especial hincapié en que, para lograrlo, "cuanto menos se sepa de ti, mejor. Así no proyectan en tu personaje lo que saben de ti". Una faceta (la separación entre su vida profesional y privada) en la que McAdams predica con el ejemplo. Pese a sus noviazgos con actores como Ryan Gosling o Michael Sheen, consigue que la opinión pública sepa de ella sólo lo que ella quiere que sepa. Como su reciente maternidad (que pasó inadvertida para la prensa rosa hasta hace sólo unas semanas): un niño nacido de su relación con el guionista Jamie Linden('Money Monster'). O que es una ecologista convencida y practicante: "Nunca he tenido coche, o alquilo uno o voy en bici". O su unión al movimiento #MeToo. El otoño pasado, denunció que, cuando era una estudiante de teatro, el director James Toback ('El cazachicas') la acosó. "Creo que el giro es más que palpable", explicaba sobre el momento por el que está pasando Hollywood y toda la industria del entretenimiento: "Estamos ante un punto de no retorno, un momento que agradezco poder vivir de primera mano. Hoy nos atrevemos a hablar y a escuchar, a ser solidarios. Es algo bueno."

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