Raúl de Tomás: “Cuando piensas que te alcanza con la calidad, te llevas un bofetón” | Deportes | EL PAÍS
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Raúl de Tomás: “Cuando piensas que te alcanza con la calidad, te llevas un bofetón”

En la previa del derbi catalán, el delantero charla con EL PAÍS sobre su paso por la cantera del Madrid, su renacer en el Espanyol y los tabúes en el fútbol

Raúl de Tomás, en la Ciudad Deportiva del Espanyol.
Raúl de Tomás, en la Ciudad Deportiva del Espanyol.Carlos Mira (RCDE)

Raúl de Tomás (Madrid, 27 años) parece un tipo serio y distante; incluso hasta descortés. Es solo una fachada, una herramienta de protección. Vestido con el chándal del Espanyol, un gorro oculta su cabello siempre firme y bien peinado. “No me echo tanta gomina como la gente se cree. Cuando me lo mojo ya se queda duro, así que imagínese cuando le pongo gomina”, cuenta el delantero blanquiazul, que ofrece a EL PAÍS subir a la grada del campo de la Ciudad Deportiva Dani Jarque. Pide sentarse al sol y no pone ninguna condición más. Sin pelos en la lengua, buen conversador, el 9 no esconde su ambición en la previa del partido frente al Barcelona: “Tengo la sensación de que será uno de los derbis más igualados de los últimos tiempos. Ya demostramos que sabemos cómo jugarles. Tengo la espina clavada del partido de la primera vuelta”.

Pregunta. ¿Cómo hay que llamarle? ¿RDT o Raúl de Tomás?

Respuesta. Lo mismo me preguntó Luis Enrique en mi primer día en la selección. Hizo una broma con mi nombre, si RDT era la marca y Raúl mi nombre. Todos se rieron y esa fue su manera de meterme en el grupo. Me facilitó las cosas en el vestuario de la selección.

P. Entonces, ¿es cercano Luis Enrique?

R. Había preguntado a diferentes personas cómo era Luis y todos me habían hablado maravillas de él. No se equivocaban. Creo que le pasa un poco como a mí. La gente que no lo conoce tiene prejuicios. Tenemos actitudes parecidas frente a los desconocidos.

P. ¿Usted de qué se cuida?

R. He visto el peligro que tiene esta profesión. En la cantera del Madrid, por ejemplo, estaba en una burbuja en la que no me daba cuenta de las cosas. Tenía muchas expectativas, en mi cabeza se habían generado muchas cosas que realmente no existen, pero que yo me las creía.

P. ¿Cómo cuáles?

R. Como que quieres jugar en el primer equipo y ser una estrella.

P. ¿Eso está mal?

R. Si quieres que todo eso suceda muy pronto, sí. Hay que pensar en lo que realmente es el fútbol. No quiero decir que el Real Madrid no es el fútbol de verdad. Ahí juega gente con muchísimo talento, que tienen algo diferente a los demás. Pero hay más debajo del primer equipo, fuera de esa burbuja de la que le hablaba antes. Y si no tienes la madurez necesaria para asimilar muchas cosas, te puedes ir a la mierda como me fui yo.

P. ¿A qué se refiere?

R. Soy consciente de que, si hubiese hecho las cosas de otra manera, a lo mejor, hubiera tenido más oportunidades en el Madrid. Muchas veces me quejaba de que no estaba en el primer equipo y yo no estaba dando el 100%. Entonces, no era profesional fuera del campo. Era joven y, como pasa muchas veces en la gente de esa edad, hacía cosas que no eran correctas para un deportista profesional.

P. Por ejemplo.

R. Alimentación, descanso… Ahora, con el tiempo, me doy cuenta de que el equivocado era yo cuando en ese momento creía que eran los entrenadores los que se equivocaban conmigo. No solo alcanza con la calidad. Por lo menos, a mí no me alcanza. Y durante mucho tiempo pensaba que sí. Entonces, es cuando te llevas el bofetón. Cuando te das cuenta de que has hecho cosas que no están bien, no las quieres volver a vivir. Eso es lo que te hace cambiar. Es un proceso de madurez que te ayuda a tomar mejores decisiones en la vida, pero también en el campo.

P. ¿Cuántas veces ha tocado fondo?

R. Tres. La primera cuando tuve que dejar mi barrio para ir a vivir a la cantera del Madrid. Era el único canterano madrileño. Estaba perdido y el club se dio cuenta de que si no me sacaban de ahí iba a terminar dejando el fútbol. Lo acepté y fue una decisión importante. La segunda, cuando dejé el Madrid. Contraté a mi amigo Pablo, que es entrenador personal. Fue una de las mejores decisiones que tomé. Hoy practico boxeo, hago meditación y estoy en perfectas condiciones físicas.

P. ¿La tercera?

R. Nunca había hablado de esto. Yo no quería ir al Benfica. Pero había muchos intereses. Lisboa es muy bonita y el Benfica es un gran club, pero cuando las cosas no te van bien en tu trabajo todo lo ves mal.

P. ¿Tiene la sensación de que siempre ha tenido que pelear todo demasiado?

R. Y así estoy… me estoy quedando sin pelo [se ríe]. Yo lo llamaría ir a remolque. Sé que todo esto me ha hecho más fuerte. Incluso, me ha hecho potenciar todo lo que tengo dentro.

P. ¿Cómo han sido sus dos años en el Espanyol?

R. Bueno, de locos. Para mí llegar a este club fue como renacer por lo que había pasado en Lisboa. Fue un amor correspondido. Yo necesitaba volver a ilusionarme y ellos necesitaban alguien que les diera otro aire.

P. ¿Es bonito sentir eso?

R. Es la hostia. Hay gente que se lo puede tomar mal, rollo más presión o más responsabilidad, pero si yo tengo algo bueno es que asumo el desafío. A veces, hasta me hago cargo de cosas que no me convienen. Pero soy así.

P. ¿Le falta un tamudazo? ¿Un partido épico?

R. Ojalá tenga un gran partido este fin de semana, pero momentos épicos hay muy pocos y yo prefiero ser regular. No quiero ser un jugador de chispazos.

P. ¿Prefiere ser el 9 del Espanyol a ser suplente en un equipo de Champions?

R. Ser la pieza más importante de un grupo en una mala dinámica puede agotar mucho mentalmente. A veces me pregunto: ¿Preferiría estar en un equipo con una dinámica más equilibrada? Pero es lo que me toca. Y aquí estoy muy bien.

P. ¿Todo depende de usted?

R. No todo. Pero gran parte, sí. Lo acepto aunque a veces también me agota. Hay un momento en el que necesitas que los que están a tu lado den un poco más.

P. ¿Qué tipo de líder es?

R. No siempre controlo mis emociones y me equivoco. Ese es mi error. Pero es algo que estoy intentando cambiar. No me ayuda. Cuando alguien dice las cosas mal pierde la razón. Reflexiono mucho sobre lo que hago y lo que dejo de hacer. Sobre todo, le doy vuelta a las malas. A veces, quizá, me castigo demasiado respecto de cosas que a lo mejor no han sido para tanto.

P. ¿Va al psicólogo?

R. Sí. Y a la gente que piensa que ir al psicólogo es, entre comillas, de locos hay que decirles que estamos en el siglo XXI. No hay que tener vergüenza. Poder hablar con alguien con claridad, en este caso un profesional, no tiene nada de malo. Este es un tabú que se está comenzado a romper. Hay otros que todavía sigue costando.

P. La homosexualidad en el fútbol, ¿por ejemplo?

R. Por ejemplo. Me parece que todo es una cuestión de respeto.

P. ¿Ha tenido algún compañero homosexual?

R. Que yo sepa, no. Pero a mí me parecía normal. Pasa en todos los ambientes, ¿por qué no va a pasar en el fútbol? Pero el problema es que no todo el mundo piensa igual que yo. Este no es un ambiente abierto.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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