Image: Rúnar Rúnarsson: “La fuerza del cine islandés son sus voces personales”

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Cine

Rúnar Rúnarsson: “La fuerza del cine islandés son sus voces personales”

9 septiembre, 2016 02:00

Rúnar Rúnarsson. Foto: Nacho López

Fue la gran sorpresa del pasado Festival de San Sebastián cuando se alzó con la Concha de Oro. Sparrows es un drama paterno-filial que se ofrece como una exploración de la adolescencia en un entorno hostil. Su director, Rúnar Rúnarsson, nos habla del filme y del auge del cine islandés, que ha adquirido una gran proyección internacional.

Ganadora de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián por sorpresa, Sparrows (Gorriones) nos traslada hasta los confines de uno de los países más diminutos y apartados del mundo, una nación en la que solo viven 330 mil personas y que el director Rúnar Rúnarsson (Reikiavik, 1977) retrata desde la más absoluta periferia.

Nos encontramos un pueblo perdido en el que un adolescente de la capital da a parar con sus huesos después de que su madre se vaya a vivir a África como cooperante y donde deberá reencontrarse con un padre alcohólico y amargado al que lleva años sin ver. La adolescencia, ese período que Hollywood y la publicidad han convertido en una especie de paraíso terrenal, adquiere aquí un rostro muy distinto con un protagonista atormentado y sensible, con talento para la música, que deberá enfrentarse sin armas a la brutalidad de un lugar en el que rige la ley del más fuerte y un machismo ancestral.

Se supone que el nuevo hombre occidental está en contacto con sus emociones y no tiene miedo a expresarlas"

Retrato sensible y melancólico de un tiempo que Rúnarsson considera más difícil que feliz en un país que recordará a los fans de Karl Ove Knausgard a los paisajes gélidos y desangelados de sus novelas, en las que sus habitantes son presa fácil del alcoholismo y la desesperación.

Realismo poético

Sparrows capta con sensibilidad ese tránsito de la infancia a la juventud y al mundo adulto, marcado por la falta de libertad y los deseos de liberación, para inmiscuirse en vidas marcadas por el silencio y la distancia. Supone la tercera incursión en nuestras pantallas del cine islandés en menos de un año después de la Espiga de Oro en el último Festival de Valladolid para Rams (El valle de los carneros), de Grímur Hákonarson, y el éxito de público de Corazón gigante, de Dagur Kari. En la próxima edición del Festival de San Sebastián, Islandia es el país invitado para sus actividades de industria junto a Dinamarca y Noruega. Según Rúnarsson, no es casualidad ya que el cine de su país está viviendo un boom creativo.

Pregunta.- ¿Hasta qué punto es una película basada en su propia vida?
Respuesta.- Siempre me baso en mi experiencia o en la de aquellos a los que amo. Necesito tener una conexión emocional con lo que estoy contando. Es mi interpretación de ellos o de mi situación así que no sé hasta qué punto ese personaje representa cosas que me han pasado o he visto en los demás. Nunca he tenido un perro pero si escribiera sobre un hombre y su perro intentaría encontrarle una conexión con mi experiencia. El cine que tratamos de hacer es un cine que llamamos "realismo poético". Tienes que vivirlo y respirarlo porque si no es una construcción y se convierte en una mentira. Eso el público lo nota.

Una escena de Sparrows

P.- ¿Quería presentar una visión más sombría de la adolescencia de lo habitual?
R.- Es una época turbulenta para cualquiera porque eres un niño actuando como un adulto. Me dijo una vez un médico que todos los adolescentes están locos. Eso sucede porque las hormonas crean un efecto parecido a lo que la sociedad llama locura. Es un viaje del protagonista pero es también un espejo que refleja lo que pasa en la sociedad y en el que puede verse el espectador porque todos hemos sido adolescentes. Todo ello en un pequeño pueblo remoto de Islandia. Podrían parecer muy distintos a los chavales de Madrid pero todo de lo que pasa podría ocurrir en cualquier otro sitio del mundo.

P.- ¿Quería denunciar una cultura machista?
R.- Hay una expresión islandesa que dice que estás atrapado entre el muelle y el barco. Surge la idea de la masculinidad y cómo afecta a distintas generaciones. Se supone que el nuevo hombre occidental está en contacto con sus emociones y no tiene miedo a expresarlas. Pero aún no estamos del todo ahí. Mi protagonista sigue siendo un pionero y para los hombres como su padre se trata de una encrucijada. A las personas que hoy tienen más de 50 años nadie les ha enseñado a hablar de sus sentimientos, crecieron con una idea muy distinta de lo que debe ser un hombre y se encuentran en una encrucijada. Es un momento muy interesante para hablar de la masculinidad.

Mutación adolescente

P.- ¿El cuerpo se convierte en una obsesión cuando somos adolescentes?
R.- Lo que sucede es que el cuerpo toma el control sobre ti. La nariz a veces crece más rápido que el resto y con frecuencia primero se desarrollan los brazos. Esos jóvenes a veces parece que caminan como si estuvieran borrachos pero es porque no controlan del todo su cuerpo. Es también un momento de descubrimiento.

La sociedad islandesa era muy acomodaticia antes del crash. De repente todo cambió"

P.- ¿Es la relación entre el padre y el hijo el centro de la película?
R.- Sí, y es algo que fue creciendo con el proyecto y se estableció en las últimas fases de guión. El guión es un cuaderno pero cuando empiezas con las localizaciones y encuentras a los actores todo cambia. Las cosas comienzan a ir de forma distinta a lo planeado y la película sigue cambiando en la sala de montaje. Una película en realidad solo se termina cuando se estrena y debes alimentarla y aceptar que se pueda convertir en otra cosa. Poco a poco todos nos dimos cuenta de que esa relación paterno filial es el corazón de la película.

P.- En muchas partes se mira Islandia con envidia por la forma en que manejó la crisis sin rescatar a los bancos. ¿Ha cambiado mucho su país?
R.- Eso ha sido algo nuevo porque la sociedad islandesa era muy acomodaticia. De repente surgieron esas protestas masivas y todo cambió. Ahora tenemos a unos ciudadanos mucho más implicados.

P.- ¿Vemos un despertar del cine islandés o es casualidad?
R.- Lo más conocido de Islandia es la música gracias a Björk o Sigur Rós, pero el año pasado fue fantástico y no es casualidad. Hay una nueva generación de cineastas que estamos consiguiendo la atención del público internacional. Nos conocemos y nos ayudamos, leemos nuestros guiones y nos recomendamos a productores extranjeros. Hay una nueva ola y en parte nos ayuda que el mercado sea tan pequeño porque nadie espera nada del mercado islandés. Eso nos da una libertad enorme porque es absurdo pensar en términos de marketing. La fuerza de este nuevo cine es que lo componen voces personales.

@juansarda