'Pushing daisies', una delicia para aquellos que busquen la historia de amor más dulce de la TV

Una delicia para aquellos que busquen la historia de amor más dulce de la TV

‘Pushing daisies’

Por favor, Netflix, HBO y Amazon, recuperad este clásico reciente

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Lee Pace y Anna Friel no pueden tener más química.

ABC

La historia de Ned, el pastelero, debe ser una de las más bonitas que hayan desfilado por televisión. No es una hipérbole. El colorido de cada plano, el vestuario de los personajes, la cadencia de los diálogos y los escenarios permitían que se percibiera Pushing daisies (Criando malvas) como una serie preciosa de ver. A ratos también excesiva y abrumadora. Pero no todo era estética, también destacaba un punto de partida que recordaba al Tim Burton más inspirado en un momento en el que el cineasta ya vivía del auto-reciclaje creativo más desalmado.

El autor de este cuento, que conste, no era Burton. Era su sucesor televisivo, Bryan Fuller, un guionista especializado en la creación de atmósferas y universos personales, tan centrado en el contenido como en la estética, siempre flirteando con el cuento, la poesía, la muerte y el horror. Por contradictorio que parezca, tiene sentido que después de esta aventura tan colorista, Fuller crease Hannibal , donde había asesinatos, torturas y canibalismo por doquier pero era una pesadilla muy bonita de ver.

Bryan Fuller es un guionista especializado en la creación de atmósferas y universos personales”

No es difícil imaginar a Fuller teniendo su primera reunión con los directivos del canal ABC para que le comprasen Pushing daisies. ¿Cómo debió vender el argumento de la serie en una simple frase? “Un chico y una chica, enamorados hasta las trancas, no pueden tocarse si no quieren que ella muera”. Era una premisa con gancho, sobre todo para un canal propiedad de Disney, que entiende de cuentos y maldiciones, y que buscaban argumentos llamativos para repetir éxitos como Perdidos o Mujeres desesperadas.

Este punto de partida era la entrada a un universo entero con un capítulo piloto memorable, dirigido por Barry Sonnenfeld (La familia Addams, Men in Black), que se llevaría el Emmy a la mejor dirección. Era el universo de Ned (Lee Pace), un joven pastelero que tenía un don y una maldición: podía resucitar los muertos pero solamente durante un minuto. Si dejaba que vivieran durante más de un minuto, entonces otra persona (la más cercana) moría en su lugar (y, si tenemos en cuenta que descubría este don con su madre, se entiende al instante el sentido cómico con puntos melancólicos del guion).

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Hay mucho 'food-porn' en la serie.

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Este don le permitía, también, tener las mejores tartas de la ciudad. Podía comprar fresas podridas y, después de darles un toquecito, ya eran las fresas más sabrosas del mercado. Y también le permitía trabajar en modo freelance para Emerson Cod (Chi McBride), un detective privado que conocía su secreto y que le pedía que resucitase a víctimas de asesinato durante un minuto para delatar a sus asesinos.

Las cosas se le complicaban cuando una de estas víctimas era Chuck (Anna Friel), su amor platónico de toda la vida, al que era incapaz de rematar después del minuto de rigor. Así Ned se encontraba resolviendo asesinatos, cocinando tartas y conviviendo con el amor de su vida, pero sin poder darle un simple beso porque sería una sentencia de muerte para ella.

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Prohibido tocarse (si ella no quiere morir).

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Pushing Daisies no caló entre el público durante su emisión de 2007 a 2009 pero cualquiera que viera unos cuantos episodios puede acordarse el resto de su vida como suele pasar con las series de Fuller, un guionista forjado en la saga Star Trek y que había creado Tan muertos como yo y Wonderfalls antes de esta obra de inspiración burtoniana.

Por suerte para los seguidores, este creador pudo rodar una escena para el último episodio rodado, que daba cierto sentido de cierre a los 22 episodios emitidos. No era un final tan elaborado como se merecía pero por lo menos evitaba que los adorables personajes tuvieran su particular adiós, incluyendo robaescenas como Chi McBride y una habitual de Broadway como Kristin Chenoweth, que obtuvo el Emmy como secundaria.

¿Y por qué se nos ha pasado por la cabeza recomendar Pushing daisies a estas alturas? Primero de todo, porque ha acaparado unos cuantos titulares recientemente. Cuando ABC decidió cancelar Roseanne por los tuits racistas de Roseanne Barr, Fuller dejó caer en Twitter que era el momento oportuno para resucitar Pushing daisies.

El otro motivo es que es hora de pedir a las plataformas de contenidos que incorporen de una vez por todas este clásico reciente a sus catálogos, que ahora mismo sólo se puede consumir comprando los DVD por internet. No sólo queremos lo más nuevo sino la capacidad de recuperar obras interesantes, joyas de culto como esta, una delicia que debe consumirse con un enorme trozo de tarta y un tenedor.

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