Woody Allen y Martin Scorsese tienen sus obsesiones artísticas bien definidas. Casi todas son distintas, a excepción de Nueva York. Epicentro por antonomasia de sus filmografías, no parece casual que a lo largo de sus carreras la hayan mostrado, aun desde ópticas opuestas, como un objeto viviente que palpita al ritmo de una dinámica urbana que nunca descansa, como un personaje ubicuo que condiciona los comportamientos y la mirada de los otros protagonistas, los de carne y hueso.

Las calles donde el italoamericano filmó, entre otras, Después de hora, Pandillas de Nueva York, Buenos muchachos, El irlandés, Calles salvajes y Taxi Driver vuelven al centro de la escena de este viaje (físico, pero también temporal) hacia la esencia de la Gran Manzana que es la miniserie Supongamos que Nueva York es una ciudad. El vehículo es la escritora, ensayista y humorista Fran Lebowitz, quien durante los siete capítulos de media hora cada uno desglosa, piensa, analiza y reflexiona sobre cómo ha sido su vida neoyorquina y cómo ha ido mutando la ciudad.

El segundo documental de Scorsese sobre esta versión menos snob y pretenciosa, más descontracturada y barrial, de Beatriz Sarlo -en 2010 filmó para HBO Public Speaking, y luego le dio el papel secundario de una jueza en El lobo de Wall Street- se concentra principalmente en las largas charlas sostenidas entre ellos, algunas en privado y otras en público, ante auditorios repletos, en un exclusivo café o en plena vía pública. 

Lebowitz traza los contornos de la ciudad usando únicamente su subjetividad, con reflexiones sobre la vida en los ’70, las particularidades del transporte público (Lobowitz supo ser taxista), la importancia del dinero, su pasión por las bibliotecas e incluso de su (nulo) vínculo con el deporte. Scorsese acompaña esa deriva atravesada por comentarios sagaces, la lucidez de una mirada tan descontracturada como profunda, el filo de sus devoluciones y una gestualidad de enorme comicidad (ella, como Scorsese, habla rapidísimo y moviendo las manos sin parar).

Más que una relación entrevistador-entrevistada se percibe entre ellos una intimidad y franqueza que solo dos buenos amigos pueden tener, con la puesta en común de recuerdos que por momentos dejan al espectador como todo testigo de dos amigos tomando un café: contagiado de su alegría y muy cómodo escuchando la fluidez de esos relatos de un pasado que desconoce, aunque por momentos incapaz de comprender la totalidad de referencias. 



Más críticas de películas de Martin Scorsese para Netflix:

El Irlandés

Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese

También están disponibles El aviador, La edad de la inocencia y La isla siniestra.


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