Que no te engañen: no hay un plan B por una razón muy sencilla
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Que no te engañen: no hay un plan B por una razón muy sencilla

Enrique Luque de Gregorio

Que no te engañen: no hay un plan B por una razón muy sencilla
  • ¿Podría realmente el ser humano adaptarse a la vida fuera de la Tierra?
  • La ciencia ficción, en ocasiones, puede llevar a engaños: la colonización espacial es más difícil de lo que parece. 

Muchas veces se ha pensado que el futuro de la humanidad estaría en las estrellas. Colonizar nuevos mundos parecía una forma de dar un respiro a nuestro planeta, o de escapar de él si este ya no puede dar más de sí. 

Es algo que hemos visto en multitud de ocasiones en obras de ciencia ficción de todo tipo: la exploración espacial está esperando al ser humano.

¿Pero y si no fuera así? Es decir, ¿existen realmente razones sólidas para pensar que sería posible vivir en alguna parte que no fuera la Tierra? La fantasía parece tenerlo claro pero, ¿qué dice realmente la ciencia? ¿Llegaremos en algún momento a dominar la exploración espacial o, por el contrario, nuestro destino quedará ligado por siempre al de nuestro planeta?

La posibilidad de vivir fuera de la Tierra

La Tierra podría guardar en su interior restos del impacto que creó la Luna

En los últimos años, se suceden las noticias sobre astronomía: el descubrimiento de exoplanetas con ciertas similitudes a la Tierra, o hallazgos prometedores en Marte, que ya se ha fijado como objetivo para una futura colonia (Elon Musk parece convencido). Por no hablar de la cantidad de películas y series convincentes y realistas en las que el ser humano viaja por el espacio felizmente.

Toda esta actualidad, unida y agitada, puede dar una falsa impresión de que, en efecto, estamos a un par de pasos de lograr asentarnos en otros mundos. Pero la realidad dista mucho de ser esa. Principalmente por una razón: si el ser humano tuviese que mudarse de planeta, ¿dónde iría? Como es lógico, el primer candidato sería nuestro vecino más cercano: Marte. 

El problema con Marte radica básicamente en que se trata de un mundo extremadamente frío y seco, cuya fina atmósfera sería letal para cualquier persona que se aventurara por su superficie sin un traje. 

Algunos hablan de terraformación de Marte, pero, aunque técnicamente fuésemos capaces de lograrlo (que a día de hoy parece imposible), ¿hasta qué punto sería eficaz?

Si descartamos el planeta rojo, se podría pensar en exoplanetas que, estos sí, pudiesen resultar parecidos a la Tierra. Por supuesto, el principal inconveniente en estos casos pasa por las enormes distancias que habría que recorrer para llegar hasta ellos. Si aún no hemos logrado mandar una misión tripulada a Marte (al lado de casa), ¿no es demasiado ambicioso pensar en ir a otras galaxias? 

No existe un planeta B

En cualquier caso, el principal desafío a la hora de pensar en llevar a la humanidad a otro planeta es mucho más sencillo de entender. Generalmente, se habla de “planetas parecidos a la Tierra”. 

Bien, pero ¿qué significa eso desde un punto de vista científico? Desde un prisma astronómico, Marte es prácticamente un “gemelo” de la Tierra. No es el uso del verbo parecer al que estamos acostumbrados.

Hay que tener en cuenta algo que en ocasiones se olvida: no es lo mismo un planeta “parecido a la Tierra”, que el mundo en el que te has desarrollado. No se trata solo de clima o atmósfera, sino de una complicada historia de la evolución común y de los vínculos creados en una compleja biosfera.

Así que, por mucho que en las películas se vea de otra forma, parece que en la realidad mucho tendrían que cambiar las cosas para que existiese realmente un plan B. De momento, no, no lo hay.  

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