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REAL MADRID | 120 ANIVERSARIO

Pirri: “El Real Madrid es dos palabras: educación y respeto”

José Martínez ‘Pirri’ (Ceuta, 11-3-1945) es uno de los jugadores más legendarios del Real Madrid en sus 120 años de Historia. Le avalan sus 561 partidos de blanco y 172 goles. Todo un mito.

MadridActualizado a
Pirri, exjugador del Real Madrid.
PEPE ANDRES

Pirri era el ojito derecho de Santiago Bernabéu. Siempre le vio como el más fiel representante de lo que significa el ADN del Real Madrid. A sus casi 77 años (11 de marzo), el ceutí explica en AS las claves de este club legendario.

¿Qué hace del Real Madrid el club más grande?

Yo llevo mucho tiempo ya fuera del Madrid, me marché en el año 2000. Pero he estado más de treinta en el Madrid. He sido jugador, he sido médico, he sido director deportivo... Yo llegué muy jovencito, con 19 años, y me encontré un equipo en el que estaban Puskas, Santamaría, Gento, Amancio... Eran mis ídolos. Y desde el principio aprendí de ellos y del club que lo más importante era el trabajo en equipo. Es uno de los valores más importantes del Real Madrid. No solo para los jugadores, también para entrenadores, para trabajadores del club. Entonces era pequeño, conocíamos a todos los empleados. Se trabajaba en equipo. Y luego estaba el espíritu ganador del club, de mucho trabajo, con una disciplina muy grande...

¿Exagera?

Fíjate si nos enseñaron a ganar, esto no lo sabe nadie: antes no teníamos publicidad, el dinero se generaba con los socios y con la taquilla, y nos tocaba jugar amistosos entre semana en África o en Sudamérica, en los que había primas por ganar. Había dos opciones: 5.000 pesetas por empatar y 10.000 por ganar, o 15.000 por ganar, pero si empatábamos nada. Y todos los veteranos elegían lo segundo, o ganar o nada. El Madrid siempre jugaba a ganar. Aquello era como una familia, yo cuando tenía cualquier problema pedía consejo en el club. Cuando era joven, me compré un Seat 600 y antes lo consulté con el club. También me ayudaron a negociar la compra de mi primer piso. Había una unión muy grande entre jugador y club. La fórmula es esa: trabajo en equipo y espíritu ganador, de no dar nunca nada por perdido. Y luego, dos cosas que quiero añadir: la educación y el respeto. Respeto a los compañeros, al entrenador, a los trabajadores, al aficionado, al rival... Es muy fácil ganar, pero hay que saber ganar y saber perder. El Madrid siempre ha respetado al rival. Estuve en el premio que le dio la Comunidad de Madrid a la Quinta del Buitre y pasé un rato muy agradable, me gustó el reconocimiento, estuvieron todos fantásticos. Y demostraron su educación, el respeto. Me demostraron lo que es el Madrid.

Pirri, exjugador del Real Madrid.
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Pirri, exjugador del Real Madrid.PEPE ANDRES

Al Madrid de verdad se le vio en las noches europeas.

Las remontadas famosas tenían mucha intervención del público, eran el jugador número 12. Era increíble estar en el Bernabéu con 100.000 personas. Contra el Derby County (en 1975), que perdimos 4-1 en la ida y remontamos 5-1 en la vuelta, fuimos a la prórroga tras marcar yo el 4-1 de penalti. El penalti se lo hicieron a Amancio, pero él se quedó dolorido en el suelo, así que lo tiré yo. Y el Bernabéu no paraba de rugir, pero justo antes de tirarlo, escuché un "shhhhh". Y de golpe y porrazo, el estadio se quedó en silencio, como si no existiese nadie. Solo el portero y yo. Lo metí y acto seguido me entró una tiritona, un frío...

En el Madrid no podía jugar cualquiera, no todos valen...

Sin duda. El Bernabéu es un campo muy complicado. Estuve allí 16 años y vi a jugadores muy buenos que no cuajaron por la presión, no quiero dar nombres... Se dice que la afición del Madrid no es buena, pero ha sido y es maravillosa. El público te exige entrega máxima, pero siempre ha habido una unión.

En el Madrid se ha pitado a todos. ¿Era así antes?

Al que lo daba todo, el público lo respetaba mucho. Y al más apático, con menos ganas y menos entrega, lo calaban rápido y había pitidos. Eso pasaba antes y pasa ahora.

Se dice que las leyendas del Madrid salen por la puerta de atrás, de mala forma...

Eso ha cambiado mucho, en mi época había un convenio entre jugadores y club, si estaban más de diez años, tenías derecho a un homenaje. Hubo a Velázquez, a Grosso, a Gento, a Zoco, a Di Stéfano, a mí... A mí las últimas salidas, las de Raúl, Hierro, Casillas... no me han gustado. Es una política muy distinta a la de mi época.

¿Usted supo irse?

Yo me fui cuando habíamos ganado la Liga y la Copa contra el Castilla; esa final fue mi último partido. Y fuimos semifinalistas en Copa de Europa, nos eliminó el Hamburgo, podíamos haber hecho triplete. Yo me fui con 35 años; no es lo mismo que tener 35 ahora, que están mucho mejor preparados. En mi época, con 32 o 33 te costaba mucho recuperar entre partidos. En el Castilla salieron jugadores muy buenos que tenían que pasar al primer equipo, y a mí me llegó la oferta para jugar en Puebla, que además podía mantener mis estudios de Medicina en México. Yo ya había renovado, pero hablé con el club. Entendí que había que dar paso a los jóvenes y que empezase una nueva etapa. Lo tuve muy claro. Me gustaba la idea de quedarme de segundo del entrenador (Boskov) y jugar un poquito, pero entendí que era el momento de los jóvenes.

Le dieron la primera Laureada del club con 24 años tras la llamada 'Final de las Botellas' en la Copa, ante el Barça. Jugó usted con fiebre todo el partido y, además, se rompió la clavícula. Aun así, aguantó.

Fui a jugar un campeonato mundial militar a Bagdad, yo por entonces era militar. Al volver, me encontraba mal, tenía fiebre y el día antes del partido estaba con 39 y 40 grados. Pensé que no podía jugar, pero me bajaron la fiebre, y jugué. Y a los diez minutos, me luxé completamente la clavícula. No había cambios entonces, me llevaron al vestuario, me infiltraron y jugué todo el partido. Luego fuimos al hospital a que me operasen, pero no podían porque seguía con fiebre. Estuve así como ocho o diez días. Y ahí me dieron la Laureada. También jugué una final de Recopa contra el Chelsea con un brazo roto, me lo rompí al final del partido y, como empatamos, hubo que jugar el desempate 48 horas después. Yo pensaba que no llegaba, pero el día del partido se presentaron el médico y el entrenador, Miguel Muñoz, en mi habitación, y me dijeron: “Quieres jugar”. Y yo: “Pues claro, pero quitadme la escayola”. Me la quitaron, me pusieron una férula y una infiltración para dormirme el brazo, que recuerdo que me mareó antes de salir, y jugamos. Perdimos, pero si fuera hoy volvería a jugar sin dudarlo...