Una fiesta en un jard�n un plan de t�os: carne en una barbacoa, charla ir�nica y cerveza. Paul Cicero es el centro de gravedad de la cita. Es un hombret�n grande, al borde de la obesidad, de maneras toscas pero con buena voz y buen verbo. Calza mocasines a punto de reventar y camisas de manga corta, se peina el pelo hacia atr�s, a cepillo, y podr�a ser un buen tipo; Un padre, un hermano mayor, una referencia. Henry Hill, en cambio, es un cr�o insolente y presuntuoso, un invitado a la mesa de los mayores al que hay que enderezar. Cicero lo lleva a un aparte, le pregunta, le habla, le da un bofet�n sin tener que enfatizar ese gesto, es s�lido. Podr�a ser una figura moral si olvid�ramos que Paul Cicero es un mafioso. Paul Sorvino, el actor que interpret� a Cicero en Uno de los nuestros (Martin Scorsese) cre� un molde para el cine con aquel personaje. Tony Soprano ser�a inimaginable sin Cicero. Este lunes, Sorvino muri� a los 83 a�os con su trocito de inmortalidad garantizado en la historia del cine.
La carrera de Sorvino no s�lo est� hecha de crimen organizado, aunque el actor neoyorquino pareciese nacido para el g�nero. Tambi�n el cine pol�tico estuvo entre sus especialidades. El actor fue un inolvidable Henry Kissinger en el biopic de Richard Nixon que Oliver Stone film� en 1995. Antes, en 1982, tuvo un papel en Rojos, la adaptaci�n de Warren Beatty de 10 d�as que estremecieron al mundo, la hist�rica cr�nica de la Revoluci�n Sovi�tica de John Reed.
Beatty fue uno de los colaboradores que m�s confiaron en Sorvino (juntos hicieron cuatro pel�culas) y fue tambi�n su negativo fotogr�fico. Si Beatty hab�a nacido para ser h�roe, guapo y de rasgos luminosos, Sorvino parec�a dibujado para la oscuridad y el crimen, para la violencia a punto de estallar. Entre sus trabajos conjuntos est� Dick Tracy, una vuelta de tuerca del g�nero del cine de gangsters en el que el encanto estaba en la est�tica hiperidealizada, en la representaci�n acharolada de los a�os de plomo de la mafia estadounidense. Sorvino en vez de interpretar a un mafioso hiperrealista y casi vulgar como el de Scorsese, era en Dick Tracy un villano de cuento, un personaje tomado de un comic cl�sico.
En realidad, la carrera del actor ha sido tan amplia (hay 170 referencias en su curr�culo) que de cualquier modelo de personaje se puede encontrar un ejemplo, igual que de su contrario. Sorvino fue mafioso pero tambi�n fue polic�a. En los a�os 90, por ejemplo, renov� su popularidad haciendo de comisario en la serie Ley y orden. Y a finales de esa �poca volvi� al pa�s de su familia (su padre ven�a de N�poles) para hacer de patriarca Capuleto en Romeo+Juliet, aquel shakespeare pop que protagonizaron Leonardo Di Caprio y Claire Danes.
A�n m�s sorprendente es pensar que la carrera del actor estadounidense empez� en los a�os 60 en Broadway, participando en musicales como Bajour. En los escenarios, Sorvino encontr� su primera fama en That championship season, un drama en el que la gloria del baloncesto escond�a secretos innombrables. A�os despu�s, Sorvino coprotagonizar�a una versi�n en el cine de la misma historia junto a Robert Mitchum y Martin Sheen.
Por el camino, Sorvino se convirti� en algo parecido a sus personajes. Cuando supo que su hija, la ganadora del Oscar Mira Sorvino, fue v�ctima del productor Harvey Weinstein en sus pr�cticas de acoso y castigo, Paul Sorvino dijo que lo estar�a esperando a la salida de la c�rcel. Como Cicero, brutal y moral a la vez.
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