Hay huellas que son imborrables. La de Paul Poiret en la moda es una de ellas. El creador francés fue un auténtico revolucionario en su época, un hombre con una visión que pocos podían entender en aquel momento, a principios del siglo XX, y que en la actualidad sigue siendo alabada. Llegó, hizo magia y construyó una nueva industria para convertirla en lo que es hoy en día.

Poiret nace en París en 1879 y comienza a interesarse por la moda desde muy pequeño gracias al oficio de su padre, comerciante de telas. Contaba con carisma, voluntad y lo más importante, talento, tres pilares que resultaron fundamentales para introducirse poco a poco en una industria tan compleja. Cuando apenas era un adolescente, Paul ya había logrado llevar sus diseños a rostros aclamados de la sociedad francesa y a numerosas maison que posteriormente los usarían como inspiración para sus colecciones.

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Un paso hacía la Alta Costura

En ese momento, Jacques Doucet, conocido como el primer gran diseñador de la era moderna, puso los ojos en él. Fue en el taller del creador, donde Poiret trabajó durante cuatro años dejando ver al mundo que su paso por la industria no sería efímero.

Posteriormente, el maestro fichó por la popular casa de modas Worth, un paso fugaz pero intenso que sería un gran impulso en su carrera. No sería hasta 1903, con tan solo 23 años, cuando el francés cr, para delicia de los amantes de la moda, su propia etiqueta. La revolución había llegado.

paul poiret
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Adiós estereotipos, hola revolución

Los años venideros estuvieron marcados por su visión y forma de crear, tan diferente a lo visto hasta aquel momento que no paso desapercibido por los grandes de la época. No solo dejó diseños de ensueño a su paso sino que formó parte de la liberación de la mujer de la época con piezas que dejaban de lado los estereotipos establecidos y apostaban por la fluidez y comodidad del sexo femenino. ¡Adiós corsé!

Además, Poiret es considerado el primer diseñador en crear un perfume, en 1911, un movimiento con el que consiguió mayor publicidad para su etiqueta. Por si fuera poco, también "tuvo culpa" en el concepto de pasarela actual, abierta al público. Hasta la primera década del siglo pasado, las presentaciones solo tenían lugar en ámbitos privados, sin embargo los espectaculares desfiles organizados por Poiret, auténticas fiestas según cuentan, acabaron despertando el interés de la prensa y dando lugar a este formato multitudinario que conocemos hoy en día.

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Paul Poiret murió en 1944, dejando tras él un legado imposible de borrar. Su nombre, y todo lo conseguido a golpe de coraje y talento, quedará para siempre en la memoria de cualquier amante de la moda.