Paul Pogba, sancionado cuatro años por dopaje | Fútbol | Deportes | EL PAÍS
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Paul Pogba, sancionado cuatro años por dopaje

El futbolista francés de la Juventus, de 30 años, campeón del mundo con su selección en 2018, dio positivo por testosterona en agosto de 2023

Paul Pogba dopaje
Paul Pogba, en un calentamiento con la Juventus antes de un partido de liga en Italia el pasado mayo.MASSIMO PINCA (REUTERS)

“Tengo el corazón roto. Me han quitado todo lo que he construido como profesional”, clama Paul Pogba, que dentro de quince días cumplirá 31 años con la perspectiva de que su carrera como futbolista se haya cortado. El Tribunal Antidopaje italiano le comunicó este jueves que aceptaba la petición de la Fiscalía para aplicar la máxima sanción, cuatro años, tras su positivo por dehidroepiandrosterona, una sustancia también conocida como dhea que sirve como estimulante para acelerar procesos antienvejecimiento y de musculación. Al jugador de la Juventus, con la que tiene un contrato hasta junio de 2026 que podría quedar resuelto, le penalizan porque no creen su excusa de que fue víctima de una ingesta accidental presuntamente aconsejada por un médico ajeno al club turinés. “Apelaré”, anuncia Pogba, que asegura que todo se aclarará en su momento. “Nunca he tomado a sabiendas o deliberadamente un suplemento que vaya contra las normas. No he engañado ni a compañeros ni a seguidores”, se defiende.

Pero la estrella de Pogba se apaga. Deja de brillar el exuberante centrocampista que abarcaba metros con zancadas pletóricas y al que sir Alex Ferguson fichó dos veces. Primero lo reclutó del Le Havre galo con apenas 16 años en un movimiento que tuvo que validar la FIFA y más tarde lo fichó por 105 millones de euros tras cuatro triunfales campañas en la Juventus, club al que llegó tras jugar como juvenil apenas siete partidos en el Manchester United y firmar una abrupta salida. “No ha mostrado respeto. Que se marche, cuanto más lejos mejor”, zanjó Ferguson. Luego se desdijo cuando Pogba, con 23 años y cuatro ligas ganadas en Italia, parecía que iba a dominar un fútbol que avanzaba hacia el frenesí de las transiciones.

Era en ese escenario en el que se esperaba a Pogba, el hijo de unos inmigrantes guineanos que llegó a ser campeón del mundo con Francia en 2018, dirigido por Didier Deschamps, quizás el técnico que mejor le ha entendido. “Es un líder, siempre es positivo fuera del campo y sobre el césped sabe lo que tiene que hacer. Su imagen de excentricidad no se corresponde con lo que es”, le define el seleccionador galo. Porque el fútbol demasiadas veces ha pasado a un segundo plano con Pogba, que en los últimos años ha entrado en una espiral destructiva desde que poco después de ganar el Mundial, con gol suyo incluido en la final contra Croacia, se torció su relación con José Mourinho, que le retiró los galones de capitán en el Manchester United.

Con el luso ganó su único título continental, la Europa League, pero también acabó su relación muy desgastado. “Tuve depresiones. A veces no sabes lo que eres, sólo quieres aislarte y estar solo. Y ese es un signo inconfundible. Te haces preguntas, te cuestionas si la culpa de algunas situaciones es tuya. Los deportistas ganamos mucho dinero, pero eso no quita que pasemos momentos difíciles como todo el mundo”, deslizó en una entrevista concedida a Le Figaro hace dos años, poco antes de que falleciese su agente Mino Raiola. Todavía iba a caer en un agujero más siniestro.

En septiembre de 2022 detuvieron a su hermano Mathias y a tres personas más bajo cargos de conformar una banda armada organizada para realizar extorsiones. Paul Pogba llegó a pagarles algunas cantidades justo cuando acababa de finiquitar su contrato con el Manchester United y firmar un contrato de 8 millones de euros anuales netos para regresar a la Juventus. Brujos y hechiceros completaban un panorama que propició que la nueva andadura del futbolista en Italia comenzase bajo protección policial. Fue entonces cuando demoró una solución quirúrgica para ponerse a punto tras una lesión de rodilla sufrida en pretemporada. Quería llegar al Mundial de Qatar. No lo logró. Poco después publicó en sus redes sociales una fotografía mientras esquiaba en una estación de montaña suiza. Las críticas arreciaron.

La temporada pasada apenas saltó al campo seis ratos en media docena partidos de Liga, otros tres en Europa League y uno en Copa. No jugó media hora seguida. No ha vuelto a la selección, con la que su último partido completo fue la final de la Liga de las Naciones ganada a España en octubre de 2021 antes de disputar dos amistosos en marzo de 2022. Esta temporada saltó al campo como sustituto en la segunda y tercera jornada, justo antes de que se conociese la noticia de su positivo en el partido contra el Udinese, que vio desde el banquillo. Renunció a un acuerdo de culpabilidad que hubiese reducido la dura sanción de cuatro años a la mitad. “Cuando esté libre de restricciones legales, revelaré como ha sido toda esta historia, pero nunca haría nada para mejorar mi rendimiento usando sustancias prohibidas”, garantiza.

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