M�SICA

Muere a los 83 a�os

Paul Bley, el pianista m�s libre del jazz

El canadiense estaba, sin duda, en el podio de los int�rpretes m�s importantes de nuestro tiempo. Era, tambi�n, un milagro de intuici�n, de delicadeza y de inspiraci�n

A Paul Bley siempre se le ubic� en los campos abiertos del jazz, all� donde la vista no encuentra horizontes. Lo consideraron uno de los pianistas m�s autorizados e influyentes del free jazz,, pero este maestro canadiense siempre huy� de las etiquetas, orillando su creaci�n a un espacio interpretativo y emocional altamente exclusivo, sin nombre. Quiz�s por ello, esta gloria del jazz moderno era poco dado tanto a grabar discos como a realizar conciertos, consciente de que la inspiraci�n no tiene due�o y que la genialidad de un nuevo lenguaje, una nueva palabra, no aparece todos los d�as ni puede acotarse. Tras d�as de confusa actividad informativa, de noticias acerca de su fallecimiento y posteriores desmentidos, ahora su discogr�fica ECM confirma la muerte a los 83 a�os de edad de este gigante de una vanguardia musical escrita con los colores del jazz y su piano, el blanco y el negro.

Mucha gente sit�a en la cima del piano del jazz actual a instrumentistas y compositores consumados como Keith Jarrett, y por debajo de �ste a otros avezados e igualmente medi�ticos int�rpretes como Brad Mehldau. Pero, atendiendo a la verdad, habr�a que situar a Paul Bley y Cecil Taylor, junto con disc�pulos de respiraci�n y actitud semejantes como Fred Hersch, Joachim K�hn, Vijay Iyer o nuestro Agust� Fern�ndez como verdaderos patriarcas de un verbo pian�stico aventurero y ambicioso, distinto, por no decir in�dito. Y es cierto: estos �ltimos m�sicos citados no obedecen a ninguna escuela jazz�stica, o mejor dicho, obedecen a todas las que palpitan sus respectivos corazones. El piano de Bley era... otra cosa.

El pianista mayor de Canad�, con permiso de Oscar Peterson, se emple� a fondo con francotiradores del g�nero como como Coleman Hawkins, Charlie Parker, Ornette Coleman, Don Cherry, Lee Konitz o Sonny Rollins, entre otros muchos m�s, destacando posteriormente tanto en los formatos de piano solo como en los de tr�o, donde hoy la memoria nos recuerda tri�ngulos de alt�sima temperatura creativa como los formados junto a los contrabajistas Barre Philips y Steve Swallow o los saxofonistas Evan Parker y Jimmy Giuffre (menci�n especial tambi�n merece el cuarteto que capitane� en los a�os 80 junto a John Surman, Bill Frisell y Paul Motian). Cuenta "a su pesar", como ya se ha sugerido, con una discograf�a discreta, considerando que probablemente fuera uno de los 10 mejores pianistas de toda la historia del jazz, sobresaliendo siempre en cada uno de sus registros, desde su primer �lbum de estudio, junto a Charles Mingus y Art Blakey (Introducing Paul Bley, 1953), hasta sus �ltimos pianos solo About me (2007) y Oslo concert (publicado en 2014, aunque grabado en 2008).

Al igual que Cecil Taylor, el m�sico con el que m�s se pod�a identificar su pianismo, Paul Bley ayud� como pocos a entender la m�sica siempre desde la atalaya de la b�squeda y la revoluci�n, un mirador al que nunca traicion� en sus seis d�cadas de impecable ejercicio.. En el caso del canadiense, hoy se puede profundizar en su obra a trav�s de la biograf�a Stopping time: Paul Bley and the transformation of jazz, publicada en 1999, en la que se da cuenta de su particular relaci�n con la creaci�n, entendida �sta, ya se ha sugerido, como una cuenta pendiente y nunca como una meta alcanzada, as� como en las publicaciones Time will tell: Conversations with Paul Bley, de 2003, o Paul Bley: la l�gica del caso, de 2004.

Footlose, Mr. Joy, Open for love, Barrage, Closer, Ramblin, Time will tell, Annette, Reality check... Los testimonios discogr�ficos que hoy nos quedan de este pianista y creador monumental con incontables, pues nunca renunci� a su compromiso con la creatividad m�s escorada y huidiza. Tambi�n en la memoria quedan sus actuaciones en directo, como la que en 1997 el que suscribe tuviera ocasi�n de presenciar en el colegio mayor San Juan Evangelista de Madrid.

"Incluso cuando se equivoca, se equivoca de manera brillante", comentaba no hace mucho Agust� Fern�ndez sobre la magia pian�stica de Paul Bley, y parafraseando quiz�s a Miles Davis, cuando le recriminaba a Wayne Shorter que si se equivocaba, se equivocase fuerte. El objetivo para todos estos m�sicos venerables, ya se sabe, nunca fue el destino, sino el viaje, y as� los vimos siempre: con la mochila a punto para recorrer las sendas in�ditas de m�sicas jam�s so�adas.

0 Comentarios