Patti Page, la dulce voz de un pop pretérito | Cultura | EL PAÍS
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Patti Page, la dulce voz de un pop pretérito

Fue una de las grandes divas blancas de los años cincuenta

Patti Page, cantante estadounidense de pop, en 1958.
Patti Page, cantante estadounidense de pop, en 1958. AP

Con su timbre dulce y delicado, su voz siempre remitió a otra época cuando buena parte de la sociedad norteamericana, tras el trauma de la II Guerra Mundial, se refugió sentimentalmente en las historias de amor y el deseo de una vida agradable. No es casualidad que Patti Page consiguiera un éxito histórico en 1951 —el mismo año que James Jones publicó su novela De aquí a la eternidad y el Oscar a la mejor película lo ganase Un americano en París— con su sencillo Tennessee waltz, una composición sobre las tribulaciones amorosas con sabor a pop clásico aunque cantada como una especie de vals country.

Fallecida a los 85 años el primer día del año en California, Page, cuyo nombre de pila era Clara Ann Fowler, fue, al estilo de Judy Garland, una de esas grandes divas blancas del pop de los cincuenta, entendido como una cuidada amalgama de tres grandes géneros tradicionales norteamericanos como el jazz, el country y el rythm and blues. Nacida en Oklahoma en 1927, Page, que empezó participando en programas radiofónicos de Tulsa, saltó a la fama cantando temas de country clásico al comienzo de la era de las big bands. Con esa base, entre el jazz orquestal y el sentimental country, e impulsada por su pletórica voz, adquirió su estilo seductor en las composiciones que la hicieron famosa en Mercury Records.

Apadrinada en 1948 por Micth Miller, quien en Mercury produjo a Frankie Laine o Vic Damone y a la postre pasó a ser un capo de la industria discográfica en Columbia Records, la cantante grabó Confess, donde tuvo que hacerse los coros para sí misma porque las coristas del estudio estaban en huelga. Pero fue con Tennessee waltz cuando se convirtió en una estrella nacional. La canción, uno de los mayores éxitos de todos los tiempos, vendió más de 10 millones de copias, llegando a lo más alto de las listas del pop y el country y convirtiéndose en una de las canciones oficiales del Tennessee. Luego, llegaron otros hits, como I went to your wedding, Old cape cod o Doggie in the window. Y su paso por la televisión con programas propios, así como su participación en series y películas, haciendo papeles de mujer responsable, dulce e inocente, como la voz que hechizaba con sus canciones a los más sensibles. Estuvo nominada a un Oscar por el tema original de Canción de cuna para un cadáver.

A partir de mediados de los sesenta su estrella se fue apagando, aunque no dejó de grabar discos y ofrecer conciertos hasta el siglo XXI. Pero Page, quien fue referencia para vocalistas como Brenda Lee o Patsy Cline, fue un rostro de los cincuenta, antes de que el rock and roll, juvenil e insolente para el puritanismo norteamericano de posguerra, pasase de música underground a fenómeno social y el pop clásico, pomposo y romántico quedase anticuado, como una música de otra época.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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