Luto en Oviedo por Conchita Allendez, la abuela del montañismo, fallecida a los 106 años - La Nueva España

Luto en Oviedo por Conchita Allendez, la abuela del montañismo, fallecida a los 106 años

Viuda del histórico directivo del Grupo Vetusta Santos Corcobado, formó con él durante más de seis décadas un tándem que "no perdía salida"

Conchita Allendez y su marido, Santos Corcobado, durante una salida al balcón del Urriellu, en 2004.

Conchita Allendez y su marido, Santos Corcobado, durante una salida al balcón del Urriellu, en 2004. / LNE

El montañismo asturiano está de luto por la pérdida de su incondicional más veterana. El corazón de Conchita Allendez, la socia de más edad del Grupo de Montaña Vetusta, se fue tranquila de este mundo a los 106 años de edad, en su casa de Pumarín, donde vivió durante más de medio siglo y cuidó, mientras pudo, de toda su familia. Allendez era la viuda de Santos Corcobado, histórico directivo del mismo colectivo montañero, con el que durante más de 60 años formó un tándem inseparable, sembrando amistades en innumerables cimas de Asturias y otros puntos de España. "No perdían salida, eran muy abiertos e hicieron miles de amigos", recordaba ayer en el tanatorio de Los Arenales Pedro Riestra, yerno de la fallecida, también vinculado al Grupo Vetusta.

El Principado unió a Conchita con el que fuera el amor de su vida e incondicional compañero de escapadas. Allendez nació en Valencia, pero se afincó en Asturias siendo muy pequeña debido a un traslado laboral de su padre, maquinista de Renfe. Años más tarde "cortejó" con Santos, quien aterrizó en Oviedo proveniente de la localidad abulense de Arévalo, siguiendo los pasos de un hermano vinculado al mundo del comercio.

La pareja se casó y se afincó en la calle Cervantes. Ambos tuvieron dos hijos, Ángel y Loli. Conchita se volcó en el cuidado de los pequeños y los quehaceres domésticos, mientras Corcobado se ganaba la vida fuera de casa. Primero como trabajador de Almacenes Al Pelayo. Luego, en Rojo Cortés, desde donde sus allegados afirman que vendió alfombras, cortinas y demás productos "a discreción" a media Asturias. Años después la familia se mudó a Pumarín.

Los fines de semana, la pareja iba de monte. "Él comenzó a hacer salidas a los 24 años", indica Riestra, añadiendo que, posteriormente, arrastró a Conchita a su pasión. "Calculo que estuvieron más de 60 años haciendo salidas juntos", explica el hijo político de la pareja, que también destaca "el carácter abierto" de ambos.

Su salud de hierro, unido a su amor por la naturaleza, los llevó a convertirse en unos clásicos del montañismo y senderismo asturiano. Siendo ya nonagenarios, continuaron haciendo pequeñas rutas y acudiendo a eventos puntuales, como la colocación de los belenes de cumbres.

Pioneros

"Santos y Conchita eran tan conocidos que su nombre sigue saliendo mucho en las reuniones", comentó ayer Julio Fernández, presidente del Grupo Vetusta durante su visita a la capilla ardiente instalada en Los Arenales, en la que se refirió a la pareja como "unos de los pioneros" de la entidad montañera, integrada por más de 400 socios.

Otro expresidente del grupo, Bernardo de la Cuesta, también destacó este jueves el papel del matrimonio en el Grupo. "Tenemos 81 años de historia y ellos eran dos socios históricos", indicó. A su juicio, la larga participación del matrimonio en la entidad es una muestra del éxito de las iniciativas destinadas a mantener la fidelidad de los socios más longevos. Durante su mandato, la pareja recibió varios homenajes.

Santos falleció con 100 años en 2014, meses después de asistir a un último homenaje por parte del Grupo Vetusta. Trece años antes, la pareja recibió un duro golpe con la prematura pérdida de su hija Loli. Ahora, justo una década después del fallecimiento de su marido, es Conchita la que dice adiós, dejando cuatro nietos y cinco bisnietos, con una herencia genética envidiable. "Gozó de buena salud hasta dos días antes de marcharse", destaca la familia: la mujer llevaba una vida tranquila, en la que, con ayuda de una cuidadora, se mantenía muy activa y despierta.

A pesar de su avanzada edad, el repentino adiós sorprendió ayer a muchos amigos y conocidos de la familia. Algunos se pasaron por el tanatorio para trasladar sus condolencias o asistieron a la celebración de la palabra en su recuerdo que tuvo lugar en la capilla del complejo funerario, antes de proceder a su incineración.

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