Críticas de Pasión de los fuertes (1946) - FilmAffinity
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Pasión de los fuertes

Western. Drama A Wyatt Earp (Henry Fonda), antiguo sheriff de Dodge City, le ofrecen el puesto de comisario de la ciudad de Tombstone, pero lo rechaza porque le interesa más el negocio ganadero al que se dedica con sus hermanos. Sin embargo, cuando uno de ellos muere asesinado, acepta el puesto vacante y nombra ayudantes a sus hermanos. Contará también con la amistad y la colaboración de un jugador y pistolero llamado Doc Holliday (Victor Mature). (FILMAFFINITY)  [+]
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
11 de marzo de 2008
121 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que hacer una obra maestra no es tan difícil cuando uno ve películas del mago Ford.
Es tan sencilla, y sin embargo...

¿porqué Fonda balanceándose en una silla se nos queda grabado en la retina?
Pocas cosas hay más simples que un señor sentado en el porche, sin nada que hacer, mirando a la carretera, como las viejas en los pueblos de la estepa castellana. ¿Dónde está el truco pues?

Por arte de birlibirloque, el comentario de Earp cuando ve por primera vez a Hollyday: "un hombre apuesto", te deja confuso. Choca. Pero, ¿qué tiene de especial?.

¿Es verdad que el indio borracho era nieto de Jerónimo? Otro misterio que quedará sin resolver.

John Ford, John Ford y John Ford.
Sin doble fondo, pero con triple Fonda.
Henry Fonda, Henry Fonda y Henry Fonda.


Las gabardinas mojadas por la lluvia, brillantes, en la embarrada escena del crimen, tres sombreros y un silencio locuaz. A ver quién saca eso de la chistera.
La fuerza de esta escena frente a tantas otras que pueblan la historia del 7º arte, infladas por la intención de grandilocuencia y que se quedan en simple estética visual. Esa es la diferencia que marcaba Ford.

Un hombre que ha matado, ha visto morir y espera una venganza, acojonado por sacar a una dama a bailar. Ese as en la manga... je, je, qué cabrón.

Y el patriarca castigando a latigazos la torpeza de sus vástagos... magia potagia.
Sines Crúpulos
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11 de noviembre de 2007
83 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magistral. My darling Clementine es una de las películas realizadas por Ford de quitarse el SOMBRERO. Para mí es la mejor versión del Ok Corral realizada hasta ahora, muy lejos de los efectismos buscados en la década de los noventa. La cinta nace imbuída del espíritu romántico y sereno del que el irlandés hace gala en muchas de sus obras. Contemplar los movimientos pausados de nuestro SHERIFF y la tranquilidad que acompaña a sus acciones, incluso cuando lo disparan en la BARBERÍA, o al expulsar del pueblo al INDIO borracho, a día de hoy resulta refrescante (si exceptuamos el Dead Man de Jim Jarmusch).

Ford relata con brillantez los distintos episodios que se suceden. El primer encuentro con Dock después de expulsar éste al TAHÚR de su SALOON, propio de otros tiempos y de otras maneras de hacer cine, resalta la grandeza del dúo en tan sólo dos minutos. Henry Fonda juega al PÓKER de la reciente Historia norteamericana creando un Quijote donde sólo habitaba una leyenda. Observarle recostado en la silla absorto en sus pensamientos, es una de las maneras que Ford tenía de acercar el personaje al público. Nadie dibujaba eso como él. Ahora menos.

Víctor Mature siempre será mi Dock Hollyday favorito. Alejado de la épica actual, convierte su desdichado personaje en el acompañamiento perfecto a la sobriedad de Fonda. Unidos por el WHISKEY, el amor de una dama o el reconocimiento mutuo, unirán sus COLTS para hacer frente al enemigo común. La DILIGENCIA llega a su hora mientras los hermanos hacen guardia vigilando los CABALLOS a la espera de venganza.

Un Western perfecto, hermoso. Digno de Ford. 9.2

"¡Cuando se saca un arma es para matar!"
Txarly
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25 de marzo de 2006
62 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno ve a Wyatt Earp jugando a mantener el equilibrio en su silla en la entrada del hotel de Tombstone, se da cuenta de dos cosas: el por qué John Ford es considerado el mejor director de la historia, y por qué este mismo definió el cine como " Henry Fonda andando ". Una película que más bien parece un cantar de gesta que un western.

Ciertamente, Ford parece más pendiente de narrar una historia de personajes que en avanzar narrativamente hacia el duelo. Se centra en las relaciones más que en pensar la forma de llevar a un tiroteo para vengar la muerte del pequeño de los Earp. Eso sería haber recurrido a lo fácil, a lo que todo el mundo esperaría, un tiroteo largo, escenas de acción. Pero en esta película no destacan sus escenas de acción, pues estas se cuentan con los dedos de una mano. Hay varios momentos que el espectador tiene clavados en su memoria tras ver esta película: el señor Thorndike recitando a Shakespeare, mientras Doc Holliday lo escucha atentamente; el primer encuentro entre Wyatt Earp y la frágil Clementine; o la maravillosa escena de Wyatt hablando con la tumba de su hermano. Todas ellas contienen el lirismo propio de un Ford, capaz de sacar belleza de donde sólo hay cotidianeidad, como en la ya citada escena donde Fonda juega a mantener el equilibrio sobre las patas traseras de la silla.

Muchos hablan sobre la simpleza de ideas que transmite Ford a la película, lo que hay es lo que ves, cuando realmente, al igual que en El hombre que mató a Liberty Valance, el maestro nos habla sobre un cruce de formas de vida, de la llegada de la civilización al lejano oeste. Representado en dos formas de ser, Pa Clanton y Wyatt Earp son como dos grandes egos enfrentados, uno representando la violencia y la brutalidad del oeste, y el otro representando a una nueva raza de hombres sabios y valientes provenientes del este, que prefieren hablar antes de disparar, como la escena donde Earp detiene al indio borracho, usando la inteligencia en vez de la pistola. Con Earp llega la civilización, se construye la iglesia y llega la paz. Este choque de caracteres también está magistralmente representado en la figura del actor shakespiriano que recita Hamlet entre una panda de palurdos vaqueros que están más pendientes de hacerle bailar con disparos que de escuchar al literato inglés, también mostrado en la forma de ser de Doc Holliday, quién pasa de ser un médico respetable a un mero asesino cuando llega al oeste, pero que al escuchar a Shakespeare nos damos cuenta de que en realidad es un hombre sensible, culto y sabio.

Probablemente, Ford hizo la versión menos real del famoso duelo, y luego hay otras que serían más verídicas, pero oficialmente, la gran versión de este histórico suceso tiene en esta genial muestra de sensibilidad su mejor representación.
Tony Montana
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18 de marzo de 2006
50 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida por Samuel G. Engel y dirigida por John Ford, toma su título original de una balada popular americana. El argumento, escrito por Sam Hellman, se basa en la obra de Stuart N. Lake "Wyatt Earp, Frontier Marshall". Se rodó en Kayenta (Arizona), Moab y Monument Valley (Utah). Se estrenó el 3-XII-1946.

La acción tiene lugar en Tombstone y alrededores en 1882. Narra la historia legendaria de Wyatt Earp (Henry Fonda), antiguo sheriff de Dodge City, convertido en tratante de ganado junto a sus hermanos Virgil (Tim Holt), Morgan (Ward Bond) y James. El asesinato de éste por unos desconocidos, hace que Wyatt se detenga en la ciudad y acepte el cargo de sheriff, deseoso de descubrir quién asesinó a James y robó las reses que conducían a California. Les ayuda el médico John "Doc" Holliday, desarraigado y enfermo.

La película, que se toma numerosas licencias en relación a la historia real, hace una apasionada descripción del viejo Oeste, salvaje y violento, en tránsito inevitable hacia el progreso, basado en el imperio de la ley, la convivencia en paz, la construcción de la iglesia y la implantación de la escuela. Wyatt Earp es un héroe que lucha contra la violencia, porque sueña un Oeste convertido en un Edén. La película crea una atmósfera de sosiego, esperanza y poesía, que envuelve la epopeya de los que quieren hacer del Oeste una tierra habitable, floreciente y pacífica. No hay en la obra ansias de venganza, sino anhelos de eliminar la violencia. Son escenas destacadas la del baile de Wyatt y Clementina, la visita de Wyatt a la tumba de James, la captura del viejo Clanton, condenado a vivir para conocer la amargura de su fracaso, y la escena romántica y lírica de la despedida.

La música original, de Alfred Newman, subraya el sentido épico y lírico de los héroes que lucharon para transformar el Oeste en un paraíso. La música añadida incluye canciones como "My Darling Clementine", "Sombrero" y "Shall We Gather At The River". La fotografía, de Joe McDonald, acentúa las sombras expresionistas que rodean el rostro de "Doc" Holliday, los contraluces idílicos y las luces crepusculares que evocan el ocaso del Oeste salvaje y el orto de un nuevo Oeste. Los gestos, las miradas y los silencios se convierten en recursos de extraordinaria expresividad en el marco de una narración visual muy poética. El guión hace uso de un formidable sentido de la elipsis, que evita las escenas de dolor, al servicio de la voluntad de acallar las pistolas de la intimidación y la muerte. La interpetación de Fonda es magistral en un papel que trasmite la serenidad propia de los héroes anónimos que luchan por la paz. La dirección de Ford, en una de sus películas más logradas, construye una obra poética, épica y romántica, de singular belleza.

Película culminante del género del Oeste, en la que la simplicidad de las formas exalta la profundidad del contenido.
Miquel
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14 de noviembre de 2006
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creyendo suficientemente explicado el argumento de la película en las críticas precedentes, me limito a aportar mi opinión personal acerca de algunos aspectos de la misma.

Esta es a mi juicio la pieza más delicada de John Ford, en ella el director nos muestra con una sobriedad abrumadora drama ( bellísima, magistral muerte del hermano bajo la lluvia ), amor ( sutilidad en las escenas en las que Fonda se va enamorando en Clementine ) , odio ( algunas miradas de Mature, la mirada despiadada y abstraída de Brennan ) y la belleza más deslumbrante ( ya sea física: la descripción del paisaje, con una representación del polvo del desierto remarcable, o intelectual: el magistral pregón del poeta borracho confrontado con la zafiedad de los Clanton ).

Esa sobriedad, esa contención ( en la representación de las emociones ) que se observa a lo largo de la película dota a la misma de una delicadeza y perfección a mi juicio pocas veces igualada: Ford no recurre a espectaculares planos, efectismo y música épica en el duelo final, Ford no recurre a la simplificación en el proceso de conocimiento y atracción entre Earp y Clementine, Ford, en la ecena de la muerte del chico, no nos muestra las caras de los Earp ni ninguna voz, sólo la lluvia, antes de que muera Chihuahua sólo se nos muestra su dulce sonrisa...

La delicadeza con la que Ford trata cada tema abordado en el filme es digna de ser aplaudida. Pasión de los fuertes es ami juicio una obra maestra y un ejemplo de como una historia puede ser engrandecida por el talento de un director.
opera 0
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