Memorias de París (2022), de Alice Winocour

Noche en París. Mia ha salido a cenar con su pareja, Vincent. Pero éste recibe una llamada del hospital donde trabaja y debe dejarla. Poco después ella marcha en moto a otro local, “L'étoile d'or”, muy concurrido, y sola en su mesa observa a los otros clientes, unos celebran un cumpleaños, unas coreanas se hacen un selfie, y toma notas... La tinta se le sale de la pluma, y marcha al baño. Luego vuelve y... se suceden los disparos, un individuo comete una masacre, los cadáveres se acumulan en un atentado terrorista que ha tenido varios focos por toda la ciudad. Mia no acaba de digerir lo ocurrido, tiene amnesia, y se siente ausente y desconectada de sus seres queridos, empezando por Vincent. Volverá a la cafetería, y se entera de la existencia de una asociación de víctimas. Conocerá a Thomas, que la recuerda, y poco a poco irá reconstruyen la fatídica noche, y se aferrará a la imagen de la mano negra de un desconocido que la sostuvo...

La cineasta Alice Winocour, guionista y directora, describió en Proxima los preparativos de una mujer astronauta para un viaje espacial que va a suponer un año de estancia en la Estación Espacial Internacional. Otro viaje diferente, aunque también cargado de emociones y por ello comparable, es el que describe en Memorias de París, al mostrar cómo la vida de la protagonista Mia da un vuelvo tras la experiencia traumática de vivir en la propia piel el horror del terrorismo. El marco es similar al que ha concebido casi a la vez Isaki Lacuesta para Un año, una noche, aunque con una narrativa más asequible para el espectador, lo que no quita para que la dureza de lo tratado sea semejante en uno y otro caso, y para destacar el brío narrativo de Winocour, sobre todo en el primer tercio del film.

Virginie Efira hace un magnífico trabajo dando vida a Mia, resulta muy convincente todo su periplo, donde resulta muy difícil recuperar eso que llamamos “normalidad”; le secundan bien Benoît Magimel y Grégoire Colin, aunque ellos, y sobre todo el segundo, que se mueve en otro plano emocional, desde la incomprensión, lo tienen más difícil. Lo que antes parecía “felicidad”, ahora no lo parece tanto, es como si hasta esa noche Mia hubiera sido una zombie, una “muerte viviente” desconocedora del “milagro” en que consiste cada día en que seguimos viviendo, y es damos por supuestas demasiadas cosas. Por ello, en la búsqueda de sentido, de significado, de dar con “el diamante del trauma”, lo bueno que encierra lo malo, se entiende la tozudez por recuperar los momentos que han quedado en blanco de la trágica noche, de conectar con otras víctimas, de dolerse cuando le reprochan un supuesto comportamiento cobarde del que no tiene conciencia... Y la dificultad de compartir esa experiencia con Vincent, aun sabiendo que él tuvo que atender toda la noche a heridos de los atentados; es más fácil entenderse con Thomas, y no cejar en la búsqueda de quien piensa que le ayudó más en esos momentos. El film contiene momentos muy bellos, como el de la contemplación de uno de los cuadros de nenúfares de Monet.