Paco Herrera, cantautor, compositor, arreglista y productor andaluz.
Paco Herrera

 

Biografía
Mis primeros recuerdos

Nací en Sevilla, en la Ciudad Jardín, un 4 de Noviembre, bajo el segundo decanato de Escorpio, que a decir de los entendidos ,es el decanato de los artistas de nacimiento. Debe ser verdad, pues yo desde que tengo consciencia, siempre he sido y me he sentido artista. La música ha sido como la segunda leche materna que me sustentaba. Creo que aprendí a hablar, cantando.

Mi abuela paterna, que era muy culta, decía que yo lloraba "afinado" y que todas las cosas, incluso mis más tempranos juegos, los hacia "a compás". Una irrefrenable intención interior, me hacía marcar y observar el ritmo de las cosas desde mi más tierna infancia.

Recuerdo los pregones de los vendedores ambulantes que entonces "coloreaban" las mañanas de Sevilla; sus ritmos, sus pausas, sus matices. Las ruedas de los carros, los sonidos de los motores, el canto de los pájaros a los que imitaba a la perfección; y me pasaba largas horas cantándome cosillas por lo "bajini" con los jilgueros y los canarios. Llegué a considerarlos mis compañeros de juegos: Yo le decía, él me contestaba y así.
Llegué incluso a identificar su alegría, su miedo y su hambre por sus cantos, sin que nadie me lo enseñara, si es que eso se puede enseñar.

Y de ese ,para mí, verdadero néctar del cielo que era la radio, ya hablaré mas adelante. Eso era para mí como la voz de la Gloria inundando mis sentidos. Vértigo me da pensar ,que haya niños que les pase con el Internet ,lo que a mí me pasaba con la "endiablada" radio. Si la música era mi leche, la radio era mi biberón.

La primera vez que vi un "pik up" (un tocadiscos de maleta), no me pude separar de su lado en todo el tiempo que estuvimos en aquella boda. Aquello fue para mí, semejante a cuando el hombre primitivo descubrió el manejo del fuego. Tendría yo cinco añitos. Recuerdo que el "ruido blanco" del disco cuando lo "mordía" el brazo, era como un dulce preludio de algo que para mí era más que sublime, y que no sé definir con palabras, pues no quiero que esta biografía se confunda con un morboso relato de "secretas intimidades". Dios mío, lo que pude llegar a sentir cuando escuché la música con tanta "caña" (volumen altísimo)... Aún se me pone el vello de punta y se me saltan las lágrimas.

Fui muy precoz en el habla , en la lectura y en la escritura. Lo que ahora dan en llamar "niños prodigio". Con cuatro años me "enteraba" de lo que decía el periódico, aunque no entendía nada. Con 7 dejaba pasmados a todos, pues no tenía ninguna falta de ortografía, será de los hartones de leer que me pegaba, digo yo... Mi caligrafía era muy bonita y mi oído era prodigioso para aprender las cosas de memoria, cuando en el colegio se "cantaban" las lecciones, las tablas y las oraciones.

Siempre fui muy extrovertido, y compartía con todos, mis observaciones; lo que me llevó muchas veces a ser un incomprendido, sobre todo con los amiguetes de mi edad, que no entendían mis cosas... mis cosas de artista desde chico.
Unos me atacaban diciendo que yo tenía mucha "política", otros me escuchaban y fingían entenderme y una inmensa mayoría me apreciaba sinceramente. Porque además era muy alegre y dicen que muy gracioso y ocurrente.

Otra cosa que me pasaba es que me enamoraba todos los días. Siempre tenía que tener en la mente alguna chiquilla para decirle los piropos - entones finos y con mucho arte - que escuchaba a los mayores cuando pasaba una buena moza. Lo necesitaba.... ¡ joder, no sé quién me entenderá! ... pero lo necesitaba... Necesitaba decir cosas bonitas constantemente. No para que me riesen la gracia, sino para quedarme tranquilo... Hasta que no me ponía en sintonía con el arte, era como si tuviese algo por dentro que había que largar hacia fuera.

Yo si que de verdad era ese de: "Si llega a ser mudo, revienta".
Siempre me estaba buscando un público para cantar o decir algo bonito, como el desdichado diarreico que busca un water a muerte. Y bien lo sabe Dios que no era por afán de protagonismo ni inmodestia, que vá, todo lo contrario, luego me ponía colorado como un tomate. Pero primero "lo largaba", con la voluptuosidad de una gran meada en un callejón con veinte cervezas en la barriga, y luego me "cortaba" mucho.

El tránsito de las canciones, desde mi mente a mi garganta, era algo para mi tan sublime, que aún creo que "no es de éste mundo" el placer que sentía y que aún siento con ello.

También la Providencia me obsequió muy temprano, con la sensación dionisíaca de la buena música en directo, pues mi padre tenía un amigo guitarrista profesional que vivía en el bajo, y desde muy chiquitito me "colaba" de convidado de piedra en sus ensayos, y ahí me pasaba las horas "vivas", engullendo arte y más calladito que en Misa.
Ese señor, Rafael, fue quien me "descubrió" en un par de detalles, y le decía a mi padre:

-Compadre, a este niño hay que llevarlo a la radio. Compadre que este niño es un artista, que te lo digo yo...

Pero mi padre "pasaba" olímpicamente de aquel juego. No le gustaba nada nada ese mundillo llamado "el artisteo", pues era demasiado trajín , demasiadas pasiones desatadas a la vez, demasiados cuernos y demasiado escándalo el que rodeaba a la profesión artística de aquellos entonces y al "viejo" no le hacia la menor gracia, meter a su niño en ese torbellino de cómicos, feriantes y saltimbanquis que veía a través de su compadre.
Un lamentable pero totalmente perdonable error de mi padre, que no se paró a pensar que "una golondrina no hace primavera". Que no todo el mundillo artístico estaba compuesto de mariquitas adoradores de Sarita Montiel, de putones picasianos que se empeñaban en cantar canción española, de guaperillas agitanados que hacían de "chofer" de acaudalados bujarrones, de bailaoras de pueblo que no pudieron volverse a su casa pues las barrigas no les cabían en sus maletas de soltera y de la total falta de autoestima, disfrazada de delirios de grandeza, de vividores del cuento que eran como las estanterías a la trastienda.
Quizás, también la Mano de la Providencia guiaba mis pasos , y no me dejó aún desembarcar en mi mundo... Pero siempre me mantuvo flotando muy cerca de la playa...

-Paco, que este niño canta mejor que Joselito Jiménez y mira el "parné" que se esta llevando el enano. Compadre de "mi arma" no seas melón, que este niño lo llevo yo al Teatro San Fernando y "arma el taco" en Sevilla...
-No le des mas vueltas Rafael, que el niño no va a ninguna parte.
-Compadre que yo conozco a Machín y a Valderrama y a Pulpón y a Santisteban, "joer" que el niño te lo "subo" a los carteles en cuanto lo escuche alguno de ellos.
-Haz el favor de no volverme a decir nada más de esto, compadre. Te he dicho que el niño lo que tiene que hacer es estudiar y hacerse un hombre de provecho. Déjate de artistas ...
Y nunca mas se volvió a hablar del asunto.

Algunas veces veía los sutiles gestos que Rafael hacia a mi padre, cuando en alguna ocasión me canturreaba algo con ellos y como el viejo bajaba la cabeza con resignación y algo de pena... Pero jamás se volvió a hablar del asunto.
Antiguamente las palabras eran más "palabra" que ahora. Y mi padre era un hombre de palabra. Y así, fue pasando mi niñez.

2002 - 2018 © Paco Herrera   web responsive Diseña { Juanƒran }